Opinión

La cultura en la pandemia

La cultura en la pandemia

La cultura en la pandemia

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Ya hemos planteado que de marzo del presente año a la fecha, se han acentuado desigualdades en ámbitos como: educación, empleo, conectividad, seguridad, bienestar, etcétera; y en esta oportunidad dirigimos la reflexión hacia la poca propuesta cultural que ha vivido México durante este periodo de resguardo y confinamiento, lo cual arremete contra los derechos humanos de la población y en particular de los jóvenes.

Hace días, el representante de la UNESCO en México, Frédéric Vacheron, sostuvo que el COVID-19 “no es sólo un problema sanitario de gran magnitud", sino que también es una "gran crisis para la educación" y consecuentemente para la cultura, donde la niñez y las juventudes corren mayor riesgo de exclusión y rezago.

En el mismo sentido, la UNICEF ha anticipado una catástrofe educativa en Latinoamérica por el cierre de escuelas, que revela una profunda discapacidad en la inclusión para la formación de millones de niños y niñas, especialmente de los más pobres.

Los efectos colaterales de las medidas de confinamiento, tanto en México y otros países del mundo, han repercutido en los diversos derechos de las y los jóvenes, pero se aprecia mayormente en la restringida libertad de movimiento, las actividades recreativas, el encuentro con colegas y en la realización de actividades deportivas y culturales.

Tras la implementación de la Jornada Nacional de Sana Distancia se cancelaron actividades no esenciales; en el ámbito cultural se suspendieron convocatorias, concursos, accesos a galerías, exposiciones; se cerraron museos, teatros, bibliotecas, centros culturales, mercados alternativos, parques, atracciones turísticas y se anularon actuaciones, festivales, desfiles, carnavales, eventos que promueven nuestras tradiciones, etcétera, impactando fuertemente la vida cultural de nuestras comunidades.

Ante ese panorama carente de espacios y opciones culturales al aire libre, la nueva normalidad se volcó ante un consumo de cultura digital, en la que plataformas de streaming en las que se pueden ver películas, series y una gran gama de productos audiovisuales, son por excelencia el entretenimiento durante el encierro, además de nuevas redes sociales o empresas que optaron por abrir sus fronteras a otro tipo de aplicaciones para que sus productos sigan en movimiento, y así mismo ser consumidores de otras formas de articulos, que inevitablemente son el reflejo de las culturas que pueden solventar y transmitir las características de una cultura hegemónica.

Las juventudes, obligadas a permanecer estáticas durante la pandemia y conectadas a estas diversas plataformas de comunicación, son las que han sabido sobrellevar el resguardo de una mejor manera, pero también son las que están viviendo un desapego por las tradiciones y pasan sus días de forma repetitiva, estas nuevas construcciones culturales.

El esfuerzo de algunas dependencias, ha buscado la implementación de medidas para que las personas dispongan de contenidos culturales, principalmente, en formato digital y también por televisión y radio para acercarles los diferentes contenidos culturales a la niñez, adolescencia, juventud, comunidades indígenas y personas adultas, así como distintas temáticas; además de adaptar convocatorias, talleres, concursos, festivales, entre otros, a formatos digitales.

Bajo esta premisa la UNESCO ha tratado de apoyar a las industrias culturales y promover el patrimonio cultural como una forma de contribuir a generar bienestar a millones de personas en todo el mundo. Para ello generó una plataforma con diversos materiales audiovisuales, podcast, reflexiones en torno a la cultura y el arte ante la presencia del COVID-19.

Una propuesta que surge de la preocupación por los derechos culturales de niños y jóvenes, es la de “Crónicas de la cuarentena” que promueve la oficina de la UNESCO en México y mediante esta, convocó a jóvenes y adolescentes para compartir sus historias y aventuras durante la emergencia sanitaria; dicha iniciativa ha sido tomada por el Gobierno de México para que las ideas y propuestas se conviertan en acciones ante el Covid-19;

En el mismo sentido, la Secretaría de Cultura Federal generó una estrategia digital denominada “Contigo en la distancia”, a través de la cual ofrece una selección de material consistente en: archivos sonoros, entrevistas, galerías fotográficas, videos, libros, recorridos y otros recursos, no obstante muchos de los contenidos no están actualizados y en el peor de los casos no se pueden visualizar.

Al igual que estas propuestas, surgen otras que buscan contrarrestar el avasallador consumo a empresas transnacionales que al ser intermediarias elevan costos y encarecen el precio del artículo del productor; estos mercados alternativos, funcionan como redes colaborativas de trabajo en las que se impulsa el consumo local a productores locales, eliminan intermediarios y fomentan el consumo responsable, si bien pudiera parecer una alternativa que no disminuye sus costos, pero en la que se puede asegurar que la cadena de trabajo genere el menor impacto al entorno y favorece la permanencia del patrimonio cultural y sus tradiciones.

Sin duda, la humanidad sigue demostrando una gran capacidad de adaptabilidad a los cambios, esta no ha sido la primera pandemia y probablemente no sea la última y, a pesar de la incertidumbre que pueden causar estos tiempos sin precedentes, la reflexión y análisis que deberíamos de estar construyendo no debe ni puede estar carente de un enfoque cultural, pues es a través de la réplica de nuestras diversas expresiones culturales que nos vamos construyendo, resignificando y no puede ser reemplazada por la comodidad que aparentemente brinda una vida digitalizada.