Metrópoli

La Guerrero, el boxeo y la sombra del amigo muerto

El estacionamiento de un edificio ubicado en la colonia Guerrero es utilizado por jóvenes para entrenar box.

Dos jóvenes boxeadores entrenando en un gimnasio
Dos jóvenes boxeadores entrenando en un gimnasio Dos jóvenes boxeadores entrenando en un gimnasio (La Crónica de Hoy)

El estacionamiento de un edificio ubicado en la colonia Guerrero es utilizado por jóvenes para entrenar box. El espacio, de aproximadamente 70 metros cuadrados, fue adaptado con llantas de camión, costales de arena deteriorados por el uso y uno ya casi por romperse. La pera es vieja y cuelga de una tabla cuya fragilidad es evidente. Y hay más aparatos que son utilizados por los jóvenes que tienen como sueño ser grandes boxeadores.

Edgar Fitos Pérez, que lleva una trayectoria de 10 años en el ámbito del boxeo, es quien se encarga de dar las clases, así como los ejercicios y la duración de cada uno; a pesar de que ahora la mayoría de los interesados en sus clases son tan sólo unos niños, Edgar ha ayudado a distintos jóvenes a salir de las drogas con el entrenamiento.

Mientras se alistaban y acomodaban el equipo para comenzar el entrenamiento, Edgar platicó que fue boxeador amateur en el barrio de Tepito y fue por su padre que le entró el “amor” al boxeo, pues su padre era compañero de Carlos Zárate, El Cañas, nacido en Tepito y Campeón Mundial de peso gallo del Consejo Mundial de Boxeo (CMB) de 1976 a 1979 y desde pequeño observó cómo se movía el ámbito. Hasta que comenzó por el mismo camino y ya no lo dejó.

Sin embargo, la forma en que comenzó como maestro de boxeo fue inesperado ya que un viejo amigo fallecido en la explosión de la Torre Ejecutiva Pemex le daba clases a 10 jóvenes y con apoyo en conjunto llegaron a tener hasta 50 niños por día. Después del fallecimiento de su amigo, decidió improvisar un gimnasio en el estacionamiento del edificio donde vive, pidiendo el apoyo de sus vecinos para que le dejen dos espacios por dos horas.

Fue ahí cuando jóvenes con problemas de calle y de drogas comenzaron a acercarse a él y pedirle que les enseñara lo que por 10 años ha realizado en el barrio.

Contó Edgar que al menos 12 jóvenes han pasado: “Sergio Perez Arce dejó el activo y se regresó a Puebla y ahí trabaja de albañil, también venía un nicaragüense, también dejó de meterse cosas pero ya no se volvió a saber de él y Héctor Espinosa Flores dejó el vicio y ahora trabaja en los celulares de Lázaro Cárdenas, por lo menos ellos son de los que más me acuerdo y sí los apoyé”, recordó el entrenador.

El trabajo consiste en que los jóvenes llegan, piden entrar a la clase y se les da el apoyo sin que se les cobre o a veces con un pago voluntario de hasta 10 pesos.

“Mi finalidad es que vengan a entrenar aunque no paguen pero que hagan algo. Es una satisfacción”, dijo Edgar.

Tal es el caso de Bruno y David, cada uno tiene una historia diferente pero al final los asemeja el gusto por el box.

David comenzó a ir a con Edgar desde los 14 años, sin embargo a los 15 tuvo una recaída con la mariguana, pero con el constante entrenamiento y los sueños de ganar un trofeo en un torneo de box decidió continuar su formación en la materia.

“Me gustó más, aparte como todo eso te desgasta, hacía que me chupara más y ahorita ya agarré un poco más de volumen. Mínimo quiero entrar a un torneo y llevarme un trofeo, para que se vea que valió la pena”, explicó el joven de 18 años.

Por su parte, Bruno, de 26 años quien consumía cocaína, mariguana y tachas, contó que buscó al profesor Edgar, para pedirle apoyo con las clases, pues el ambiente cuando las personas se drogan es de problemas y él decidió alejarse completamente de eso.

“Me gusta y cobra barato, además te distraes, haces ejercicio y ya es otra mentalidad y en mis planes ya no está en recaer pero cuando eres adicto es difícil porque desde los 13 comencé pero yo espero ya no volver a eso”.

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