Opinión

La llave de la cultura

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La llave de la cultura

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

En su cúspide --la educación superior – el sistema educativo muestra deficiencias notables. Por ejemplo, la universidad ha fracasado en su tarea de formar hombres completos, dotados de una visión humanista, como lo soñaron Vasconcelos, Caso y Reyes. Lo que hace, en cambio, es formar profesionales, es decir, técnicos especializados.

Se asume, y tal asunción es un error, que la cultura general la ofrece la educación media superior. Pero eso no sucede, por la sencilla razón de que la preparatoria desde hace mucho tiempo sufre una crisis de identidad, tiene exceso de materias y en ella los aprendizajes son lamentables.

En algunos casos, las universidades han tratado de compensar esa debilidad, pero han fracasado esos intentos. En Estados Unidos existe una tradición pedagógica que lideró en su momento el filósofo Mortimer Adler, que propone adquirir esa cultura general mediante la lectura de clásicos del pensamiento universal.

La lectura es la llave maestra que abre la puerta para acceder a esa cultura. Tan simple como eso. Pero la lectura se complementa, dice Adler, con el diálogo socrático que se practica a través de seminarios. Lo que se quiere es desarrollar habilidades intelectuales básicas: lectura crítica, escucha atenta, expresión precisa y pensamiento riguroso.

Con dos seminarios de lectura semanales, durante dos años de trabajo, se habrá logrado, dice Adler, no “poseer una cultura” --cosa que se logra a lo largo de la vida--, sino consolidar esas habilidades y adquirir una comprensión de las grandes ideas y los grandes controversias y problemas de la humanidad.

Adler, asociado al profesor Hutchinson de la Universidad de Chicago, fundó la colección de los Grandes Libros (Great Books), una colección de clásicos del pensamiento universal de la cual forman parte, entre muchos otros, Platón, Aristóteles, Cicerón, Plutarco, Santo Tomás, Dante, Milton, Locke, Hobbes, Rousseau, Maquiavelo, Kant y Hume.

La clave de acceso es leer bien. En atención a esa necesidad, y después de dirigir centenares de seminarios de lectura de clásicos, Adler escribió en 1940, la obra Cómo leer un libro (How to Read a Book) que se convirtió, de inmediato, en un éxito de ventas y que se tradujo a muchos idiomas. Sigue siendo una herramienta muy útil para estudiantes de media superior y superior.

Los estadunidenses, lo sabemos, se guían con un sentido práctico que es raro en nuestro medio. Esto se advierte en Adler que condensó sus ideas pedagógicas en un texto, el Proyecto Paideia, una formulación curricular y metodológica de sus ideas. Esas ideas se plasmaron en numerosos proyectos educativos, tanto en Estados Unidos como en otros países, incluido México.

En ciertas instituciones universitarias de México, la propuesta de Adler se recuperó incorporando en los planes de estudio de las carreras universitarias lecturas obligatorias de textos clásicos y el éxito que ha tenido esta innovación ha sido enorme. Esa formación en cultura general, repito, es la misión fundamental de la preparatoria, pero esta institución ha estado a lo largo de su historia contemporánea sujeta a numerosas presiones, perdió en el camino su alma y extravió su sentido de ser.