Opinión

La paradoja Spiderman

La paradoja Spiderman

La paradoja Spiderman

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Si cada uno de los mexicanos hiciera lo que

le corresponde, la patria estaría salvada

Belisario Domínguez

Una paradoja es una expresión contraria a la opinión generalizada. Hoy, en muy diferentes circunstancias, muchas personas hemos optado u optaremos por no hacer nada con una “justificación” que parece ser universal: no es mi problema. ¡Es cierto! De lo muy particular hasta lo muy general, es probable que muchos de los conflictos familiares, sociales y hasta nacionales, no nos involucren directamente y, sin embargo, eso no es equivalente a decir que no debe importarnos y que no podemos hacer nada por solucionarlos o por ayudar a encontrar o a cristalizar una salida.

¿Quién no recuerda aquella icónica frase “todo gran poder conlleva una gran responsabilidad”, que el tío Ben le enseñó a su sobrino Peter Parker? No sabemos en qué forma, pero casi puedo firmar que la vida de Peter hubiera sido muy distinta de haber hecho algo. Más allá de determinar si Peter debía (como obligación) usar su poder para hacer el bien, creo que por el simple hecho de tenerlo asumió, incluso sin proponérselo, una responsabilidad superior a la de cualquier otro.

Podrá usted pensar en un sinfín de factores que impiden, aún cuando lo deseemos, entrarle al combate de determinados problemas. Podemos asegurar que nuestra propia seguridad está en riesgo, que no tenemos poder de hacer, que aunque podamos hacer algo es intrascendente o, simplemente, nos gana la apatía, la indiferencia y el derrotismo. Paradójicamente, a veces la solución más sencilla, aunque necesaria y significativa, puede ser dejar de participar en una larga cadena de comportamientos viciados que perpetúan un nocivo estado de cosas.

Pensemos, por ejemplo, en una “inocente” actividad comercial de compra-venta de productos pirata. A la vista de muchos, podría tratarse de un modo honesto de ganarse la vida, de sobrevivir. Sin justificar esta conducta, pensemos en ella como el menor de los problemas hasta ahora y concentremos nuestra atención en la interminable serie de factores invisibles a nuestros comunes ojos que, sin embargo, sí existen y tienen un impacto por demás sensible en nuestras vidas. En la producción, embalaje, transportación y hasta la final comercialización de productos piratas, participan una elevada cifra de personas que, eventualmente, integran grupos de macro criminalidad enquistada en el seno de una sociedad en un momento y lugar determinados.

La delincuencia organizada es, por definición, la asociación de tres o más personas con el propósito de delinquir habitualmente. Esas organizaciones delincuenciales dedicadas a ese fin, no necesariamente se limitan a un “giro delincuencial”. Yo soy especialista en robos, yo en secuestros, yo en piratería. ¡No! Forman parte de un cuerpo orgánico que se expande y trasciende fronteras no sólo de su propósito delictivo concreto, sino también de los horizontes geográficos. Hoy se comercializan discos compactos en México y mañana se importan a los EUA. Pero es no es todo. Con la riqueza económica que se genera de un mercado ilegal, se abren frentes para ese grupo. Quienes compiten con él por arrebatarle el poder o hacerse de ese mercado o, por otro lado, el combate y resistencia natural del Estado. Ese fenómeno de colisión afecta nuestra seguridad personal y colectiva mucho más de lo que creemos. Un tiroteo en un circuito público entre autoridades e integrantes de un grupo delictivo deja tres personas muertas. ¿El origen? Pues si le escarbamos quizás sea muy anterior a nuestra participación comprando o vendiendo piratería, pero no hay duda de la importancia del papel que jugamos como engrane aceitado en esa enorme máquina.

Para hacer algo no es necesario tener un súper poder como el de Spiderman, ni tampoco ser adinerados o populares. Lo primero que necesitamos es voluntad. Voluntad de hacer y luego hacer…o dejar de hacer.

Después de la muerte de su tío Ben, Peter Parker se culpó hondamente por no haber hecho algo teniendo la posibilidad de hacerlo, revaloró aquella frase y la volvió prácticamente su filosofía de vida. Así como él, sin saberlo, en cada uno de nosotros radica un poder transformador sin límites. Hoy, mañana, todos los días son una inmejorable oportunidad para decidir si queremos ser parte de la solución o del problema.