
Inicia la Semana Santa en medio de un tenso y enrarecido ambiente internacional, tras la apresurada decisión del presidente Donald Trump de lanzar 59 misiles contra una base militar siria en la provincia de Homs, cuyo resultado fueron destrozos de hangares, tanques de almacenamiento de petróleo, municiones, radares y defensas antiaéreas, aviones y daños a la propia pista, además de 9 muertos militares y civiles.
Este ataque fue la respuesta de Estados Unidos —que retoma un papel que nadie le otorgó como policía del mundo— por el uso de armas químicas presuntamente bajo la orden de presidente sirio Bashar Al Asad, el pasado 4 de abril, contra una población del norte del país, y que dejó un saldo de 131 personas muertas y 400 heridos, entre ellos, varios niños.
El presidente ruso Vladimir Putin, aliado de Siria, en sus primeras declaraciones, dijo que Estados Unidos atacó a un país soberano y calificó la incursión militar como un pretexto, recordando, posiblemente, que la Guerra del Golfo Pérsico en 1990 también se dio bajo la acusación de posesión de armas químicas por parte de Irak, aunque éstas jamás aparecieron.
Irán respaldó las palabras de Putin; en Jordania hubo protestas por la incursión estadunidense. Por su parte, los aliados de Estados Unidos, iniciando por Israel, apoyaron al mandatario estadunidense en su primera acción militar. En general, informaciones y políticas tienen varias contradicciones que el tiempo irá despejando.
La postura de la Iglesia fue clara desde el primer momento y se inclina hacia la paz. Los obispos de Estados Unidos pidieron una pronta solución política para el conflicto, y el nuncio apostólico en Siria, cardenal Mario Zenari, comparó el sufrimiento de Jesús con el sufrimiento de los niños en el poblado de Jan Sheijun, donde ocurrió la liberación de armas químicas.
A estos problemas habría que agregar un atentado terrorista en Estocolmo, que dejó un saldo de 4 muertos y varios heridos, y que fue perpetrado por simpatizantes del Estado Islámico.
El papa Francisco, desde el inicio de su pontificado en el 2013, convocó a una jornada mundial de oración y ayuno por la paz en Siria y ha promovido la humanitaria acogida a los refugiados sin importar su credo; al momento de escribir esta nota, sólo ha dicho que está horrorizado por la masacre que causaron las armas químicas, y uso el calificativo de inaceptable. Cáritas Italiana y el Movimiento Pax Christi, a través de un comunicado, convocaron para el 12 de abril a una nueva jornada de ayuno y oración por la paz.
Llega el Domingo de Ramos en medio de interrogantes políticas y un ambiente de muerte y guerra; la postura de la Iglesia es categórica: una enérgica condena de todo acto de violencia, al tráfico y al uso de las armas. La balanza no se puede inclinar hacia uno u otro lado. Cuando estalló la Guerra del Golfo Pérsico, Juan Pablo II puntualizó que los responsables de aquella guerra tendrían que “responder ante la historia y ante Dios”.
Es de esperar que esta Semana Santa, especialmente durante el Viacrucis, el Santo Padre haga algún pronunciamiento más específico, y también puede haber otras declaraciones, ya que en este 2017, la Iglesia católica romana y la ortodoxa empatan en fechas litúrgicas durante la Semana Santa.
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