Opinión

Las redes sociales y la sociedad del espectáculo

Las redes sociales y la sociedad del espectáculo

Las redes sociales y la sociedad del espectáculo

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Conforme se ha hecho asequible el uso de las tecnologías de la información y las comunicaciones —reducción de la brecha digital—, principalmente el acceso a internet,  las sociedades contemporáneas experimentan grandes trasformaciones en la forma de desarrollar sus actividades económicas, en la educación y el acceso al conocimiento, en su cultura, en sus sistemas de valores, y en general, en las formas de interrelacionarse.

A esta nueva era se le ha denominado “sociedades de la información” o “sociedades del conocimiento”. Aunque existe un debate teórico entre estos términos, ambos que buscan identificar, entender y dimensionar el alcance de estos cambios. El primero fue acuñado por el sociólogo Daniel Bell en 1973, donde formula que “el eje principal de la sociedad será el conocimiento teórico, y advierte que los servicios basados en el conocimiento habrán de convertirse en la estructura central de la nueva economía y de una sociedad apuntalada en la información, donde las ideologías resultarán sobrando”. Por otro lado, el segundo surge en el ámbito académico a finales de los 90, como una alternativa las sociedades de la información. La UNESCO ha adoptado el término “sociedad del conocimiento” porque considera que el primero tiene una dimensión únicamente económica, y éste incluye una dimensión de transformación social, cultural, económica, política e institucional, así como una perspectiva más pluralista y desarrolladora.

Paralelamente a esta evolución se han desarrollado una serie de fenómenos dentro de las denominadas “redes sociales” —léase Facebook, Tinder, Snapchat, Instagram, Twitter, Pinterest y LinkedIn—, que dados los cambios que han generado en los distintos ámbitos sociales, se han vuelto materia de estudio y están redefiniendo conceptos como sociedades del espectáculo, sociedades del absurdo, el ascenso de la insignificancia, por mencionar algunos.

Refiere la antropóloga argentina Paula Sibilia, que vivimos la confirmación de la extimidad, un término creado por el psicoanalista Jacques Lacan para nombrar algo que parece contradictorio: la exhibición de la intimidad. Analiza la manera de cómo se construyen las identidades individuales en una sociedad hiperconectada y de cómo se trastornan la construcción de las personalidades y derivan en una exhibición de la intimidad. “Se actúa sobre una lógica de costo-beneficio, donde la aceleración del tiempo no deja espacio para la autorreflexión”.

En palabras del filósofo coreano Byung-Chul Han, nos encontramos en el camino entre la sociedad de la biopolítica y la sociedad de la psicopolítica, en la que los individuos somos nuestros propios vigilantes, censores y represores, a partir de un uso irreflexivo de las tecnologías de la información y la comunicación.

Actualmente en México, las redes sociales se han vuelto una plataforma de crítica social, un mecanismo para organizarse, un medio informativo, fuentes de información y difusión cultural, un medio para realizar marketing político, etc., que sin duda se han vuelto herramientas digitales para crear mayor conciencia social y participación ciudadana. Sin embargo, como refería Guy Debord en “La sociedad del espectáculo”, la producción espectacular se alimenta del incesante avance tecnológico, donde los mecanismos del espectáculo producen de manera masiva imágenes e información falsa que distorsionan la percepción de la realidad; la falsedad sin réplica; eliminar el pensamiento histórico, capturar el deseo presente y producir hasta la saciedad glamour y moda. Ante este hecho, debemos educar a la sociedad para un uso eficiente y responsable de las redes sociales, que nos permita desarrollar habilidades, adquirir conocimiento, interrelacionarse para no volverse un simple espectador digital.

@RocioPinedaG