
La Ley Dodd-Frank de reforma de Wall Street, generó un arsenal de normas para evitar excesos del sector financiero de Estados Unidos que desataron la crisis de 2008-2009. Votada en julio de 2010 a impulsos del entonces presidente Barack Obama, esa ley obliga a los gigantes bancarios a someterse anualmente a tests que miden su resistencia a crisis financieras. Es una forma de evitar quiebras catastróficas como la de Lehman Brothers en setiembre de 2008.
Los grandes bancos tienen también que hacer un “testamento” que permita su ordenado desmantelamiento si quiebran y no pueden devolver dividendos a accionistas sin el permiso de la Reserva Federal (Fed).
Esta ley, un mamotreto de 2 mil 300 páginas que es un dolor de cabeza para Wall Street, apunta especialmente a los bancos considerados “demasiado grandes como para quebrar”.
Tras varias demoras y a pesar del intenso cabildeo de Wall Street, se empezó a aplicar una norma clave, la llamada regla Volcker que prohíbe a los bancos especular por cuenta propia. Esa regla estaba en la mira de Trump.
La ley que debe su nombre a los legisladores demócratas Barney Frank y Chris Dodd tuvo varios retrasos y no ha sido aplicada totalmente.
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