
Los materialistas se aferran a las cosas tangibles con tal vehemencia como si fueran eternas, y al final no pueden llevarse nada. Por el contrario, la gente espiritual cada día va soltando más, porque reconoce la inutilidad de esto y desea fluir más ligeramente en la vida.
La riqueza, la fama y el poder son algunas de las grandes pruebas de la vida, pues el materialismo que conllevan hace que el hombre se vuelva prepotente, creyendo que sus logros son por méritos propios, olvidándose de quién lo creó y de que es poseedor de un espíritu que requiere su atención para evolucionar hacia el bien.
El materialismo adormece el alma y, a veces, quien tiene recursos económicos hace uso de ellos para propagar el mal, sin saber el precio tan alto que habrá de pagar por ello.
La mayoría de las personas que están inmersas en el materialismo confunden el sentido de su vida porque no se hacen las grandes preguntas. ¿Para qué y por qué estoy aquí? ¿Cuál es mi función o misión aquí? ¿Me conozco a mí mismo? ¿A dónde iré después de mi muerte?
Tener dinero es una bendición si se utiliza para mantener el espíritu sereno y ahorrarse las preocupaciones de la subsistencia, obteniendo el tiempo que se requiere para reflexionar sobre el verdadero sentido de la vida y de la muerte, así como profundizar en los grandes misterios de la trascendencia.
Los materialistas sí pueden cambiar. El espíritu y la divinidad siempre están presentes en ellos, esperando pacientemente que volteen a pedir la ayuda que necesitan para reencauzar su vida.
Así como los malos pueden convertirse en buenos, también los buenos pueden convertirse en malos. Estar alertas para saber cuándo el mal nos roza y apartarlo a tiempo de nuestras vidas. Porque todos somos capaces de abrigar los pensamientos más sublimes, así como los mas degradantes, y lo mismo se puede decir de nuestras acciones.
Aplicando nuestra voluntad y controlando nuestra parte animal, es como podemos sobrepasar nuestras deficiencias, y utilizar las facultades más sublimes que nos acompañan.
El trabajo con constancia y dedicación provee al hombre de una vida digna, y le aporta el amor en su hogar y el reconocimiento de la sociedad.
Pero quien desea sacar provecho y hacerse rico a través del camino fácil, caerá en desgracia y tratará de echarle la culpa a factores externos, no reconociendo, que fue él mismo quien causó su propia desgracia. Por ello, hay que tener cuidado con la ambición. Procurar lo que es útil para la dignidad de la vida y poner límites a la voracidad.
En resumen: si nos enfocamos sólo en lo material, descuidamos lo espiritual, que es lo único que trasciende y pervive. Todo lo material fenece y esto viene a demostrar la inutilidad de enfocar nuestra atención en ello. Lo espiritual brinda alegría permanente, lo material solo pasajera.
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