Escenario

Los Estudios Churubusco: Más de 70 años de La fábrica de los sueños

Luego del sismo que sacudió a México el pasado 19 de septiembre, las labores en el pilar del cine nacional quedaron suspendidas por los siguientes meses. Crónica recuerda su historia

Estudios Churubusco
Estudios Churubusco Estudios Churubusco (La Crónica de Hoy)

Solo en los Estudios Churubusco podría verse a las estrellas del cine más importantes de la Época de Oro reunidas en un mismo sitio. Mientras María Félix salía de la sala de maquillaje a alguno de los foros, Mario Moreno Cantinflas filmaba unas escenas de A volar, joven; al mismo tiempo que John Ford daba instrucciones a Dolores del Río para su cinta The fugitive y Emilio El Indio Fernández, como regularmente lo hacía, se iba a la cafetería donde solía contar sus anécdotas revolucionarias mostrando con orgullo su pistola.

Ésta era la Fábrica de los sueños que comenzó su historia en los años 40 y que ha sido fundamental en la historia del cine mexicano. Hoy en día, los estudios se encuentran fuera de servicio a causa de las afectaciones por el sismo de 7.1 del pasado martes 19 de septiembre, y por tal motivo Crónica, hace un repaso de su historia.

La semilla de los Estudios Churubusco se remonta a 1943, año en que, motivados porque la producción de películas había llegado a 70 filmes y que para el año siguiente se auguraba llegar a la cifra de 90, Harry Wright, presidente del Country Club y dueño de los terrenos de la colonia del mismo nombre, utilizó 18 hectáreas de la zona para comenzar las obras de unos estudios al nivel de Hollywood, a través de su compañía Productores Asociados de América.

Al proyecto se sumó Productores Asociados Unidos, S.A. (PAMSA) de Emilio Azcárraga, quien las termina, esto debido a que estos últimos compran los terrenos a la compañía de Wright, apoyado también por la productora norteamericana RKO y Radio Pictures. En los Estudios Churubusco, cuyo nombre proviene de una derivación de Huitzilopochtli, principal deidad de los mexicas, se crearon 12 foros, además de una selva con río, un pueblo del viejo oeste y un zoológico, donde vivían los animales que actuaban en las películas que, durante la década de los setenta, podían ser visitados por el público en general.

Los primeros directores fueron Charles Wooran, de la RKO, y más tarde Richard K Tomkins, quien estaría a cargo hasta 1953 y viviría la Época de Oro de la producción, realizando hasta 90 películas por año y dando luz verde al proyecto de la cinta Si me han de matar mañana, protagonizada por un joven desconocido llamado Pedro Infante.

Aunque algunos aseguran que la primera película que se rodó fue La perla (1945), emblemática cinta de Emilio El Indio Fernández, muchos otros atribuyen a que en realidad la primera película rodada íntegramente en Churubusco fue La morena de mi copla (1945), dirigida por Fernando Rivero, aunque durante su construcción el director estadunidense James A. FitzPatrick, el 15 de diciembre de 1944, cuando la obra aún no estaba concluida, comenzó a rodar La canción de México (Song of Mexico).

Apenas un año después de su creación los Estudios Churubusco cambiaron por un momento su función como Fábrica de sueños para ser tomada como trinchera, cuando trabajadores de Estudios Cinematográficos (UTEC) contando con Jorge Negrete, Mario Moreno Cantinflas y Jorge Mondragón como secretarios generales, quienes la reestructuraron e incorporaron al Sindicato de Trabajadores de la Producción Cinematográfica de la República Mexicana (STPC), separándola del Sindicato de Trabajadores de la Industria Cinematográfica (STIC) que, en aquella época, dependía de la CTM.

Fidel Velázquez, dirigente vitalicio de la CTM, hizo un gran coraje y se opuso tanto a la ANDA como al STPC, generando un pleito que se extendió por años. En 1945, Gabriel Figueroa denunciaba el “gangsterismo sindical” perpetrado por Velázquez y sus secuaces. En respuesta a estas acusaciones, el secretario general del STIC, Salvador Carrillo, le propinó un célebre puñetazo al fotógrafo, agresión que detonó una manifestación en las calles encabezada por Cantinflas.

La situación llegó a convertirse en amenazas e intimidaciones serias que obligaron a los miembros de la Asociación a evaluar medidas más drásticas. En 1946, tomaron como trinchera la puerta de los mismísimos Estudios Churubusco. Empuñando pistolas y rifles, se acuartelaron ahí para defender su derecho a obtener mayores privilegios laborales.

Fue hasta que el presidente Ávila Camacho, a través de un dictamen, delimitó el alcance de ambos sindicatos. En la repartición de bienes, el STIC se quedó a cargo de la distribución y elaboración de noticiarios y el STPC con la producción de largometrajes.

En esos años, los Estudios Churubusco fueron el escenario de otras importantes películas como Pervertida (1945), de José Díaz Morales; de Estados Unidos llegó el cineasta Norman Foster para dirigir a Jorge Negrete y Rita Conde en El ahijado de la muerte (1946) y John Ford con El fugitivo (1946), en el que participó también Henry Fonda; Hay muertos que no hacen ruido (1946), con un joven Germán Valdés Tin Tan; La mujer de todos (1946), de Julio Bracho y La otra (1946), de Roberto Gavaldón, por sólo mencionar algunas. Más tarde llegaron La diosa arrodillada, del mismo Gavaldón; Mystery in Mexico, de Robert Wise; Allá en el rancho grande, de Fernando de Fuentes; Maclovia, de Emilio Fernández y Tarzan and the Mermaids, de Robert Florey, todas en 1947.

Iniciados los años 50, se fusionaron con los Laboratorios Cinematográficos Azteca, dando como resultado que cambiara la denominación de Productores Asociados Mexicanos, S.A. por la de Estudios Churubusco Azteca, S.A. En esa década se rodaron filmes como Sensualidad (1950), de Alberto Gout; A toda Máquina (1951), Dos tipos de cuidado (1952) y Pepe el Toro (1952) de Ismael Rodríguez, El bolero de Raquel (1956), de Miguel M. Delgado, así como Nazarín (1958), de Luis Buñuel.

Además el legendario Ray Harryhausen, especialista en animación stop motion, rodó La bestia de la montaña (1956), cinta de Serie B, que trata de la pérdida de ganado en un rancho mexicano en un principio atribuida a ladrones de vacas pero que las leyendas locales se encargarán de desmentir: un dinosaurio hambriento sería el culpable. La dirección se encargaría a Edward Nassour y de cuya coproducción y codirección se haría cargo el realizador Ismael Rodríguez.

La rentabilidad de los estudios provocó que el Estado mexicano en 1960, comprara la totalidad de las acciones de los Churubusco, al tiempo que adquiere también los circuitos de exhibición fílmica de Operadora de Teatros y Cadena de Oro. La apuesta parecía segura cuando ese año se llegó a la cifra de 65 películas, sin embargo las cosas ya no serían las mismas y para 1961 la producción cayó a 32 películas.

Ese fue el promedio de los siguientes años, mientras los rostros de la época de oro cambiaban por los de Viruta y Capulina, Mauricio Garcés, El Santo, Piporro y Enrique Guzmán. Aún así llegaron otros filmes destacados como El analfabeta (1960), de Miguel M. Delgado; El ángel exterminador (1962), de Luis Buñuel o Corazón salvaje (1968), de Tito Davison. También en los Churubusco se rodó The Young One (1960), la única película realizada por el legendario Luis Buñuel en inglés; y Soldier blue (1969), del estadunidense Ralph Nelson.

En los 70, con el Estado como influencia directa de la producción, se creó la Corporación Nacional Cinematográfica (Conacine), empresa filial del Banco, que en lo sucesivo se ocuparía de los quehaceres de producción del gobierno. Para 1975 Conacine absorbería al Departamento de Producción de los Estudios Churubusco.

En agosto de 1975 abrió sus puertas el Centro de Capacitación Cinematográfica, quizá el proyecto estatal más ambicioso en el ámbito de la formación académica cinematográfica. El CCC, erigido en los terrenos de los Estudios Churubusco, significaba una nueva escuela de donde surgirían los nuevos cuadros técnicos y creativos que el cine mexicano necesitaba. También en el lote de Tlalpan y Churubusco fue construida la primera Cineteca Nacional que se inauguró en enero de 1974.

Fueron años de filmes rodados en Churubusco como  El castillo de la pureza (1972), de Arturo Ripstein; Canoa (1975) y El apando (1976), de Felipe Cazals; Maten al León (1977), de José Estrada; La Pasión según Berenice (1976), de Jaime Humberto Hermosillo; Los Albañiles (1976), de Jorge Fons; Calzonzin inspector (1973), de Alfonso Arau y Mecánica Nacional de Luis Alcoriza, entre otros.

La primera versión de la Cineteca Nacional se ubicó en el interior de los Estudios Churubusco, hasta el incendio de 1982 en el que se perdieron más de 17 mil cintas de su acervo. Se dice que en este incendio se quemaron también las cintas filmadas por el cineasta Salvador Gonzáles el 2 de octubre de 1968 desde el edificio de la Secretaría de Relaciones Exteriores de Tlatelolco. Supuestamente, Luis Echeverría habría pagado 20 mil pesos para que filmaran la masacre.

En tanto, la crisis del cine mexicano permitió filmar apenas unos cuantos títulos destacados o populares, en todo caso. Cantinflas regresó a los Estudios para filmar El barrendero (1981), de la mano de su director Miguel M. Delgado, en un mismo año en que también Roberto Gómez Bolaños ocupó el lugar para la segunda parte de El Chanfle (1982), y en un tono más serio Jaime Humberto Hermosillo filmó La tarea (1989).

Sobre todo los años 80 fueron una década que sirvió para las cintas internacionales. Una de las más representativas fue la de Dune (1984), de David Lynch, que supuso un gran fracaso en taquilla; y en el anecdotario también está que Ringo Starr, baterista de The Beatles, conoció y conquistó a su actual esposa, la actriz Bárbara Bach, en los Estudios Churubusco, durante la filmación de la película El cavernícola, en 1981.

Con la creación del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, en 1988, los Estudios Churubusco pasaron a formar parte del sector cinematográfico, al igual que el Imcine, la Cineteca Nacional y el Centro de Capacitación Cinematográfica, iniciando asimismo un programa de modernización y remodelación de sus foros y equipo para las áreas de Sonido, Laboratorio Fotoquímico y Laboratorio Digital.

 En 1994, los estudios tuvieron su primera gran remodelación arquitectónica y tecnológica, con la que se introdujeron equipos de última generación, aumentando así su fama y prestigio en Latinoamérica, por la calidad de sus laboratorios y revelados. Los doce foros fueron cambiados por las Escuelas Nacionales de Arte y los edificios que ahora conocemos.

Miroslava (1991), de Alejandro Pelayo; El Bulto (1991) y Bienvenido / Welcome (1993), de Gabriel Retes; Cilantro y perejil (1995), de Rafael Moreno; De tripas corazón (1995), de Antonio Urrutia; Santitos (1996), de Alejandro Springall; Bajo California (1998), de Carlos Bolado; Amores perros (1999), de Alejandro González Iñárritu; La Ley de Herodes (1999), de Luis Estrada y El coronel no tiene quien le escriba (1999), de Arturo Ripstein fueron filmes que dieron un nuevo rostro al cine mexicano y que fueron rodados en los Churubusco. Además de ellos en los 90 se rodaron Romero y Julieta (1996), de Baz Luhurmann, con Leornardo DiCaprio; y La máscara del Zorro (1998), de Martin Campbell, con Antonio Banderas.

En el nuevo milenio, los Estudios han apoyado más de la cinematografía nacional y una nueva época prodigiosa de reconocimiento internacional. Filmes como Japón (2000), de Carlos Reygadas; Perfume de violetas (2000), de Maryse Sistach; El crimen del Padre  Amaro (2002), de Carlos Carrera; El inferno (2010), de Luis Estrada; No se Aceptan Devoluciones (2013), de Eugenio Derbez y La Jaula de Oro (2013), de Diego Quemada Diez, forman parte de la lista.

En cuanto a filmes internacionales también han tenido participación importante en filmes como Pecado original (2000), de Michael Cristofer, con Antonio Banderas y Angelina Jolie; Frida (2001), de Julie Taymor, que le dio nominación al Oscar a Salma Hayek; Matador (2004), de Richard Shepard, con Pierce Brosnan; Bandidas (2004), con Hayek y Penélope Cruz; El hombre en llamas (2004), de Tony Scott, con Denzel Washington y algunas películas de la saga Resident Evil.

Recientemente los Estudios Churubusco han ejercido su derecho a apoyar la  producción a películas mexicanas, todas ellas con temas históricos, entregando recursos bajos sus propias reglas y criterios, lo que ha despertado protestas entre cineastas y productores. Colosio (2012), de Carlos Bolado; Ciudadano Buelna (2913), de Felipe Cazals y Cinco de mayo (2013), de Rafa Lara, son ejemplo de ello.

La Fábrica de sueños, como la llamaron en la edición de un libro conmemorativo es para la historia del cine mexicano un pilar fundamental, una leyenda en pausa por los siguientes meses hasta que se levante de las afectaciones por el sismo. Hay quienes afirman haber visto al fantasma de Pedro Infante por la cafetería o al de El Indio Fernández cabalgando en caballo blanco por las instalaciones, esperemos a su reapertura para seguir generando historias que nos inviten a soñar.

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