
Hace tres años llegó a las salas de cine Los ilusionistas: Nada es lo que parece, una emocionante película que sorprendió por su habilidad de mantener la intriga a través de la historia de un grupo de magos conocidos como Los cuatro jinetes, cuyos actos se encargaron de revelar la corrupción de algunos hombres de negocios. Esa historia fue manejada con astucia. Sin embargo a su regreso a la pantalla grande, nos encontramos con una película que de verdad no es lo que parece. Es una historia sacada de la manga que tiene una trama rebuscada y absurda incapaz de sostener la veracidad que su predecesora.
Esta versión en el mundo de la magia de Ocean’s eleven, queda totalmente desproporcionada; ahora ya no solo se trata de un grupo secreto, que en la primera cinta burló al FBI para robar los bancos de magnates con impresionantes actos públicos, sino que ahora resulta que en realidad se trata de pertenecer a un grupo “ultra secreto” que ha preservado el legado de lo más importante de la magia en todo el mundo. El argumento quedó fuera de dimensión y por lo tanto la fuerza del impacto de las escenas de intriga se va desvaneciendo conforme pasa la historia.
La historia ocurre un año después de los acontecimientos del primer filme con la reaparición de los Cuatro Jinetes: Daniel Atlas (Jesse Eisenberg), Merrit McKinney (Woody Harrelson), Jack Wilder (Dave Franco) y la nueva integrante Lula (Lizzy Caplan), ante la ausencia de Henley Reeves (Isla Fisher) quien decidió simplemente no hacer acto de presencia. Todos ellos ahora dirigidos por Dylan Rhodes (Mark Ruffalo), que sale del anonimato como ilusionista luego de que en su intento de regreso son evidenciados por un nuevo enemigo llamado Walter Mabry (Daniel Radcliffe), que los manipula para cometer un asalto aún más peligroso. Con el transcurso del filme los magos intentarán limpiar sus nombres a través de su talento en un lugar donde se encuentra la magia más antigua del mundo, Macao, en China.
El director de esta cinta, Jon Chu, cuyo mayor logro anterior fue la fallida G.I. Joe: El Contraataque, nos presenta un filme en el cual apuesta a los efectos visuales y la acción con la ventaja de que puede ofrecer el tema del ilusionismo pero le quita todo el soporte al tono de intriga que tanto nos gustó en la primera película. La lógica de la trama se pierde en medio de tantos giros de tuerca y ese abuso de rodeo y giros de tuerca innecesarios que se vuelven tiempo artificial, al grado que uno podría decir que fueron asesorados por los creadores de Los secretos del mago enmascarado.
No obstante, es un hecho que a un sector del público la encontrará aceptable por el simple hecho de volver a verse sorprendidos por los mismos magos que antes, pero para que eso pase tendrás que mostrar tu lado más ingenuo y exigente. Lo más rescatable: Mark Ruffalo. Lo más detestable: ¿Dónde quedó la… historia?... más aún ¿y la magia?
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