Escenario

Maléfica: Dueña del mal o la infantilización de la crueldad

Cuando se dio a conocer que se haría una película live action inspirado en el malvado personaje de la bruja de La bella durmiente, se creó una expectativa sobre las ambiciosas posibilidades que Disney buscaba explorar en los universos de sus películas animadas. Por un momento pensé que podrían incluso atreverse a subir de tono, como ocurre en la narrativa de Charles Perrault y de los Hermanos Grimm.

Maléfica, la película
Maléfica, la película Maléfica, la película (La Crónica de Hoy)

Cuando se dio a conocer que se haría una película live action inspirado en el malvado personaje de la bruja de La bella durmiente, se creó una expectativa sobre las ambiciosas posibilidades que Disney buscaba explorar en los universos de sus películas animadas. Por un momento pensé que podrían incluso atreverse a subir de tono, como ocurre en la narrativa de Charles Perrault y de los Hermanos Grimm.

El resultado fue Maléfica (2014), un filme decepcionante, ya que no hubo ninguna intención de salir de los moldes como lo prometían. Nos dieron una repetición llena de empalagosa ternura que estaba envuelta en la hipnotizante imagen que puede imponer una actriz como Angelina Jolie; su belleza imponente colocada dentro de un vestido de cóctel y unas hermosas alas negras, bastaron para encantar a la audiencia y al mercado al grado de que propiciaron que hubiera una segunda parte de esa historia.

En esa película de un lustro atrás, la fórmula Disney de las últimas décadas, en cuanto a su gran capacidad de hacer de todos sus personajes protagonistas unos superhéroes, quedó sepultada la idea de una posible exploración de la maldad con más interés que el de simplemente ser un objeto de lucha del bien. Sumergida en situaciones comunes condenó desde hace cinco años a su misma secuela.

Ahora llega Maléfica: Dueña del mal, la cual tiene lugar varios años después de los acontecimientos narrados en la primera película, y explora la relación entre Maléfica y Aurora y las alianzas que se forman para sobrevivir a las amenazas del mágico mundo en el que habitan. De nueva cuenta, la oscuridad del corazón de Maléfica se pondrá a prueba ante la provocación de los reyes Ulstead, que temen que unir su reino con su bosque mágico los lleve a la ruina; sin embargo, el amor entre Aurora y el príncipe los lleva a no tener marcha atrás.

Lo consecuente es ver un episodio mucho más melodramatizado. Ahora nos presentan a un personaje de Maléfica y su manera de adaptarse a una maternidad adoptada con Aurora, nos muestra su miedo a perderla a causa de la maldad de los humanos, que no dejan de mirarla como una enemiga; sin embargo, descubre que no es única en su especie y que si estalla una guerra con el reino podrían ganar.

Se trata de una película llena de situaciones forzadas. Con arcos dramáticos construidos para un entendimiento infantil. Ya no había marcha atrás. La maldad que le gusta a Disney es la que va encaminada a los finales felices, con base en una moralidad frágil que busca enfatizar la reflexión del respeto a lo diferente. Son las cartas hechas películas de una industria como la de Hollywood que busca dar una imagen incluyente en una trama llena de caricaturas burlonas sobre lo que se “debe ser” en sociedad.

Maléfica: Dueña del mal, más allá de la bella producción, de sus mágicos efectos especiales y un vestuario sumamente admirable, no es más que la repetición de un canon, la repetición de los temas aspiracionales que a lo largo de la historia Disney ha repetido; no se traiciona, pero sí a una historia que pudo haber sido más compleja. Al final tiene momentos de entretenimiento pero no hay nada más allá… no se dejen encantar.

Esta secuela de A 47 metros traslada la mortífera acción de los tiburones desde México a Brasil. Sigue a un grupo de chicas en busca de aventuras en la costa de Recife. Con la esperanza de salir del rutinario sendero turístico, las chicas escuchan algo acerca de unas ruinas submarinas ocultas, pero descubren que bajo las olas turquesas, su Atlantis secreta no está completamente deshabitada. Aunque cabe decir que mejora en su propuesta y presupuesto, que cínicamente está hecha para entretener, bien podría entenderse al mismo tiempo como un desperdicio fílmico, pues se queda en el conformismo argumental. Es tan efímera que no recuerdo el sabor de boca que me dejó.

Katherine Newberry (Emma Thompson) fue la primera mujer en tener un programa nocturno de comedia. Pero, después de casi 30 años, ha perdido relevancia y podría perder su lugar. Tras ser acusada de nunca querer trabajar con mujeres, contrata a Molly Patel (Mindy Kaling) como la primera, y única, mujer en su equipo de guionistas. Juntas reinventarán las reglas de la comedia para tener el programa más exitoso de la televisión. Un trabajo sensacional de Thompson, quien ofrece un personaje elegante, en una comedia que aparenta ser convencional pero que busca poner sobre la mesa reflexiones sobre el sexismo y la situación laboral en favor de los hombres, aunque le teme a profundizar en ellas.

Después de salir de la cárcel donde aprendió a cuidar a los enfermos, Alma, una mujer albina, decide recuperar algo mucho más importante que su propia libertad. Para hacerlo, Alma se ve obligada a cuidar a Clemente (un hipocondríaco con un TOC, para evitar una muerte súbita) por la noche. La relación entre ellos pasará de la sospecha y el miedo a la ternura y el amor. Si bien los personajes de Kenya Márquez son singulares por sus patologías, como lo mostró antes en Fecha de caducidad, en este caso el filme se refugia en la narrativa y no en sus personajes, que no permiten conectar muy bien con el espectador, aunque, por otro lado, el lenguaje cinematográfico permite clarificar su mensaje emotivo.

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