Metrópoli

Niño nazareno caminó descalzo para curar la parálisis de su hermana

Ismael, de seis años, cargó una cruz de 15 kilos, apenas cinco menos que su peso corporal ◗ Él fue una de las 2 mil 400 personas que llevaron una cruz para cumplir mandas o pedir favores

Descanso durante la procesión de Semana Santa
Descanso durante la procesión de Semana Santa Descanso durante la procesión de Semana Santa (La Crónica de Hoy)

Los nazarenos, unos dos mil 400, volvieron a tomar las calles de Iztapalapa, ahora cargan una cruz a cuestas para pagar sus mandas, como si andar descalzos bajo el sol y con el pavimento hirviendo no bastara.

Ismael tiene seis años, camina a lado de su papá, su cruz pesa cerca de 15 kilos, él no excede los 20.

Para que sus padres le dieran permiso de participar en la 174 representación, el pequeño juntó sus domingos, ya que tres semanas antes del Domingo de Ramos aquellos que quieran salir de nazarenos deben pagar 25 pesos como cuota de inscripción.

Sus pies sangran, el Jueves Santo también salió a caminar por los ocho barrios de la delegación, quería que sus vecinos de Santa Bárbara vieran lo valiente que es, ya que la mayoría de los niños que participan como nazarenos lo hacen con sandalias para no lastimarse.

La emoción de Ismael es evidente, sus papás sufren más por el pequeño que él. El sol, las heces fecales de los caballos, las piedras y la basura en el suelo, no son impedimento para que el recorra su propio viacrucis.

Cuando se le preguntó por su manda, detuvo el paso y tiro su cruz, giro la vista y dijo, “es por mi hermanita Catita, está enfermita de su cabecita”.

Catalina tiene parálisis cerebral, sus padres Germán y Thelma no han sabido cómo explicarle a su hijo que su hermana nunca sanará.

“Él cree que sirviéndole a Dios de esta forma (caminando descalzo y cargando una cruz) nuestra niña mejorará, no tuvimos corazón para quitarle la intención y aquí me tienes, caminando con él por Catita”, expresa el padre de Ismael mientras carga a su hija de 8 años.  

El niño vuelve a levantar su cruz y pide disculpas a sus padres por haberla dejado caer, la estructura de madera se rayo debido al golpe. 

Hay quienes reciben ayuda de algún familiar, pues el cansancio aunado al peso de la cruz provoca que en más de una ocasión terminen en el piso.

Tal es el caso del Negro, como todos le llaman a Francisco, un joven de 19 años que arrastra una cruz de 80 kilos que le ayudó a hacer su padre.

De acuerdo a la penitencia es el tamaño de la cruz, sus amigos se burlan de él, le dicen que ha pecado más del peso que carga.

Su mamá está en el hospital desde enero pasado, un microbús la atropelló antes de llegar a su trabajo en la colonia Del Valle.

La mujer, aseguran los doctores, podría morir de un día a otro, por ello Francisco decidió salir a las calles para ofrecer su manda a la recuperación de su madre.

Está hincado en el suelo, la gente a su alrededor le ofrece agua pero no la acepta, lo único que quiere es que su amigo El Flaco le ayude a llegar a la macroplaza Cuitláhuac.

“Nunca había salido, pero tengo compas que ya lo hicieron y el grande los ayuda”, dice al mismo tiempo que mira hacia arriba y guiña un ojo, como si Dios lo estuviera viendo y acabaran de cerrar el pacto. 

Ha intentado levantarse en tres ocasiones, el cansancio y el dolor no se lo permiten, le faltan sólo tres calles para culminar con su procesión.

Llora y nadie es capaz de consolarlo, sabe que de no terminar quizá Dios no le cumplirá lo pedido.

Los nazarenos cumplieron un año más con su manda, incluso hay quienes se preparan para la próxima representación.

Copyright © 2017 La Crónica de Hoy .

Lo más relevante en México