
"Nadie se lleva lo que me pertenece sin pelear por ello”, es la frase que define la historia fronteriza de Estados Unidos y México en 1851, así lo señala en entrevista Barry Gifford (Estados Unidos, 1946) a propósito de su reciente novela La corazonada, obra que llega al español antes que al inglés gracias a la traducción de Laura Emilia Pacheco y a la edición de Almadía.
La novela narra la migración de los indios semínolas de Florida, Oklahoma y Texas a Nacimiento, Coahuila, y cómo en México este grupo originario integró tanto a esclavos fugitivos del sur de Estados Unidos, creando la primera resistencia estadunidense.
Barry Gifford explica que su novela nació para ser adaptada al cine, en el género western, y con el anhelo de ser dirigida por Raoul Walsh, John Ford, Howard Hawks o Sam Peckinpah. “Por desgracia, para cuando terminé de escribir, casi todos se habían retirado o estaban muertos, y los estudios cinematográficos habían dejado de producir westerns”, señala.
— ¿Cuándo inició la escritura de esta novela?
— La escribí al mismo tiempo que el guion y siempre quise que el libro se publicara primero en México porque es una parte importante en su historia, es la historia de los indios semínolas. Una vez que tuve guión y la novela decidí vendérsela a Almadia fiel a mi idea original de que se publicara primero en español, incluso con mi editorial en Nueva York saldrá en julio y será una edición bilingüe.
— Menciona en la novela que semínola significa desprenderse ¿en el nombre estaba determinado su futuro?
— Ellos originalmente venían de otro grupo, los creek de Georgia, pero cuando se separaron se fueron a Florida y ahí se llamaron semínolas. Después, en Florida fueron reubicados por el gobierno de Estados Unidos en Texas, Oklahoma, de ahí huyeron a Coahuila y es muy interesante para mi Coahuila porque tenía una guerra contra el gobierno mexicano, era un estado separatista, un lugar de conflicto y ahí fue donde llegaron los indios semínolas.
— ¿La fuerza de los semínolas fue unir a diferentes grupos?
— Absolutamente. Fueron la primera tribu integrada que tenía tanto esclavos, negros, como mexicanos, indios, semínolas, blancos, ellos hicieron una mezcla importante y por eso me parece interesante esa parte de la historia tanto de México como de Estados Unidos, porque fueron una integración de personas muy diferentes.
— En su novela ¿cuánto es historia y cuánto es ficción?
— La historia de Sonny y Teresa y los personajes a su alrededor es una completa invención. La mayor parte del relato lo inventé, pero quise combinar hechos históricos reales para establecer un momento específico. La estructura narrativa de La corazonada es algo muy diferente a los trabajos que he hecho en mis anteriores novelas.
— ¿Es una historia de pelea por la pertenencia a algo?
— Justamente, los semínolas querían una tierra, querían ser independientes y el gobierno mexicano les ofreció un lugar pero había un pago y la negociación fue que debían proteger a los mexicanos, al menos en esa parte de Coahuila, de las tribus apaches. Entonces la forma en que negociaron fue tierra a cambio de protección.
— En la novela aparece la frase: nadie se lleva lo que me pertenece sin pelear por ello, ¿esa oración define la historia de la frontera en el siglo XIX?
— Absolutamente. Tienes que pelear por tu lugar de origen, por tu territorio y sobre todo, tienes que estar dispuesto a morir por tu tierra, ésa es la idea de la frase y eso fue la insurrección en Coahuila. Considero que es una frase que define la historia de México y Estados Unidos.
— ¿Qué tanto influyó su infancia para escribir esta novela?
— Cuando era niño me hice amigo de los semínolas y ahí aprendí toda su historia, muchos años después descubrí que había semínolas negros, me pareció algo sorprendente porque se juntaron con esclavos negros. A mi parecer es una historia única y por tanto, es un gran hecho histórico.
Barry Gifford narra que en los años cincuenta su madre y él visitaban granjas de reptiles en Florida, por lo que llegó a conocer a algunos cuidadores y empleados que eran jóvenes semínolas cuyo trabajo había sido ser luchadores de caimanes. “A algunos les faltaba una parte o el dedo completo por no haber sacado a tiempo la mano, antes de que la mandíbula del caimán se cerrara de golpe”.
— ¿Ha visitado los lugares de Coahuila que menciona la novela: Nacimiento, El Moral, Piedras Negras…?
— Estuve hace tiempo en Nacimiento. He viajado mucho por la frontera; en 1997 escribí un libro llamado El pueblo de la frontera, es decir, me interesan esos lugares, quería saber cómo era Coahuila, hablé con mucha gente que había vivido ahí e incluso mi amigo Guillermo Arriaga, a quien le gusta ir a cazar, se encontró en la frontera con estos grupos. Todos los estadunidenses tenemos un vínculo con la frontera.
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