
Después del desastroso capítulo que provocó la muerte de al menos 70 manatíes entre mayo y agosto de 2018 en las costas de Tabasco, por presunta contaminación de metales en cuerpos de agua dulce, esta semana se informó que al menos siete dependencias del gobierno de la república y el gobierno del estado de Tabasco trabajarán juntos para restaurar los hábitats de ese mamífero marino, en una nueva estrategia coordinada por la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales.
El manatí (Trichechus), también conocido como vaca marina, es una especie de mamífero que vive tanto en aguas dulces como en aguas marinas. Su longitud va desde 3.5 hasta 6 metros y pesan entre 300 y 500 kilogramos. Pasan la mayor parte de su vida en aguas poco profundas, donde se alimentan de plantas ribereñas. Se ha reportado su presencia en América y en África, pero actualmente se les considera en riesgo de extinción.
Para restaurar ecosistemas lagunares del estado de Tabasco que albergan poblaciones de manatíes y otras especies se sanearán cuerpos de agua, controlarán descargas municipales, industriales y agropecuarias, y se trabajará para realizar el ordenamiento ecológico del territorio.
El Subsecretario de Gestión para la Protección Ambiental, Sergio Sánchez Martínez, informó que el compromiso del nuevo gobierno de la República es atender las causas de fondo que afectan a los manatíes, el ecosistema y la población local, con un plan de acción, articulado con los tres órdenes de gobierno y vinculado con actores clave de la sociedad civil, la academia y el sector privado.
Entre las dependencias federales involucradas en este proyecto están la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa); la Comisión Nacional del Agua (Conagua); la Agencia de Seguridad, Energía y Ambiente (ASEA); la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader); el Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria (Senasica); Petróleos Mexicanos (Pemex) y la Semarnat.
María Palma Irizarry, directora de Vida Silvestre de Semarnat, explicó en una reunión con las otras instituciones federales que la muerte masiva de manatíes es atribuible a una suma de factores, tales como la contaminación generada por el uso indiscriminado de fertilizantes y otros agroquímicos utilizados en actividades agrícolas y ganaderas; el vertimiento de aguas residuales municipales e industriales a los ríos; y la reducción de los niveles de agua y cambios de flujo en los canales, que ocurrieron como resultado de la sequía severa registrada el año pasado.
En América, los manatíes han sido detectados en el Golfo de México, el Mar Caribe y la zona oeste del Océano Atlántico, desde Florida hasta Brasil. Sus poblaciones han sido muy dañadas por diferentes causas, desde destrucción de su hábitat hasta la alteración de sus cadenas de alimentación y el hecho de que unas poblaciones quedan aisladas de otras y ya no puede haber intercambio genético.
En las investigaciones de la UJAT han estudiado poblaciones del río Grijalva, Usumacinta, la población aislada de Laguna de las Ilusiones, e individuos de Veracruz y laguna de Términos en Campeche.
“Una de las conclusiones de estos estudios fue que las poblaciones del Golfo de México presentan una estructura genética fragmentada, con bajo flujo genético y se encuentran en riesgo de depresión endogámica, como consecuencia de la disminución de las poblaciones en el pasado y factores antropogénicos, especialmente la pérdida y fragmentación del hábitat”, explicó en su momento a Crónica la doctora Lesher.
Los estudios de la doctora Lesher se realizan en colaboración con el equipo del doctor León David Olivera que es el especialista en manatíes. El proyecto se llama “Estructura Genética poblacional de los manatíes (Trichechus manatus manatus) del sur del Golfo de México”.
El común denominador de todas las zonas estudiadas es que existe un bajo número poblacional.
“Aunque la población del Golfo de México se considera la población más grande del país, con aproximadamente 500 individuos, sin embargo, la diversidad genética es baja, con un número menor de alelos que los reportados para las poblaciones del Caribe, lo que incrementa su riesgo de extinción, ya que, ante una eventualidad ambiental o una enfermedad, es difícil que respondan y sobrevivan”, dijo la investigadora de la UJAT.
“Esta investigación además de ampliar el conocimiento del estado genético de las poblaciones de manatíes, hace evidente la urgencia de establecer programas de manejo genético, destinadas a la recuperación de la conectividad entre poblaciones, para aumentar la diversidad alélica en la especie, lo que favorecerá su recuperación”, añade la doctora Julia Lesher.
La Universidad Juárez Autónoma de Tabasco ha realizado esas investigaciones en colaboración con el doctor Robert Bonde que ha estudiado manatíes por 34 años, y pertenece al proyecto Sirenia de USGS Southeast Ecological Center de Gainesville, Florida.
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