Ximena Alarcón (CDMX 1968) exhibe en una casona de la colonia Roma un proyecto autogestionado que reúne su producción mexicana del último lustro con arte expuesto y realizado en Lima, Perú.
Los Desahuciados, 2014, aborda el encasillamiento represivo femenino. En On How my Intimacy was Exposed to the World, 2016-17, patrones geométricos unen lacerantes escritos de género con radiografías y mastografías de la artista, siendo su sección más cruda un reciente vídeo donde se disuelven palabras como Puta, Buscona, Güila, Pérdida, Ofrecida, Piruja, Chupapitos, etc., con un audio que desdibuja chisme con reclamo personal, familiar y social; par de series incluidas en expos individuales en la Fundación Sebastián, 2015 y El Centro Cultural Santo Domingo, Oaxaca, 2017.
Las esculturas de El Jardín de los Penes, 2018, operan sobre lo erótico complementario entre géneros y sus tensiones de poder. En Masacres Urbanas, 2019-21 plantas arrancadas en Lima evocan cadáveres urbanos que empatan desigualdad social, ecológica y de interespecies. En Lo que el Progreso nos Dejó, 2021, a partir de visitar la comunidad Bora de San Andrés en la Amazonia Peruana, Alarcón interviene con imágenes y materiales faldas tradicionales de fibra del árbol Llanchama Pousenia Armata, abordando trata de mujeres y niñas, devastación de la naturaleza, penetración cultural y migración.
Esta auto-revisión marca el alejamiento de Alarcón de la geometría hacia formas orgánicas, corporalidad explícita y mayor conciencia social crítica; y aun cuando todavía está en proceso de articular posturas políticas con la hábil exploración estética y formal demostrada en su escultura y joyería, Ximena Alarcón es una artista comprometida pero excluida que no ha sido considerada por curadores, galerías o instituciones, agentes que se inclinan por un arte sin riesgos, cada vez más despolitizado, banal y comercial.
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