
Cuando una persona presenta una complicación médica que le obliga a permanecer hospitalizada varios días, meses, hasta un año en pacientes oncológicos, inevitablemente viene el desgaste emocional. Y ya no es sólo lo que pasa con el propio paciente; saben que su familia está allí, con ellos, pero no siempre en las mejores condiciones. Estos enfermos se preocupan porque sus familiares o amigos encargados de ese acompañamiento hospitalario no descansan bien, no disponen de un lugar para poder dormir y al día siguiente esto se hace evidente.
En hospitales públicos, donde el espacio llega a escasear, esto provoca un círculo vicioso. El acompañante es importante para el paciente, pero debe estar en condiciones de brindarle apoyo al enfermo; que termine con malestar en la espalda o fatiga extrema no ayuda mucho.
Ante esta situación en hospitales públicos, Fundación IMSS buscó cubrir esta carencia con camas y sillas confortables y que ocuparan poco espacio. Así nació el proyecto de la silla-cama. Una idea sencilla para garantizar buen descanso y, además, permitir la cercanía de familiares con sus seres queridos hospitalizados.
Con una silla-cama donada, cuyo costo es de 2 mil 800 pesos, se puede beneficiar a más de mil familias cada año. Diez mil familias durante 10 años, que es el tiempo de vida útil de estos muebles. Ese es el tamaño del beneficio que logran quienes apoyan esta causa a través de sus aportaciones económicas.
En entrevista con Crónica, Patricia Guerra, directora de Fundación IMSS comentó que este proyecto en beneficio de los familiares de los derechohabientes del Instituto Mexicano del Seguro Social, surgió hace tres años, y a la fecha cuentan con 4 mil cama-sillas plegables en diferentes hospitales. Este año van al menos por una cifra similar, de una meta global de 10 mil sillas-cama.
Todos podríamos imaginar que permanecer sentado en una silla durante uno o dos días no significaría mayor complicación, pero la realidad es otra: largos periodos de hospitalización llegan a convertirse en una condición angustiante para pacientes y familiares.
Este programa de sillas-cama, que como lema lleva “una preocupación menos”, es precisamente eso, dar las mayores condiciones de comodidad, en la medida de lo posible, para que familiar/amigo y paciente estén más tranquilos.
Gracias a un arduo trabajo del voluntariado de la Fundación IMSS, el apoyo del director general de la institución, Mikel Arriola, así como de la sociedad civil, resaltó Patricia Guerra, “en 2016 se pudieron comprar 4 mil que se destinaron para las áreas de pediatría y en donde ahora los familiares están cómodos y cercanos a sus pacientes”.
Otras se canalizaron a áreas de fase terminal de oncología y otras se destinaron a las diferentes salas de espera, de urgencias y terapia intensiva, como en el hospital de Especialidades del Centro Médico Nacional Siglo XXI.
“La verdad es que con este proyecto, ya tenemos una demanda (por más sillas-cama), por lo que todo la recaudación se destinará para cubrir esta necesidad en las áreas de terapia intensiva de salas de espera, las salas de urgencias y áreas de quemados”, finalizó la directora de Fundación IMSS.
La directora de Fundación IMSS, Patricia Guerra, resaltó que hoy se cierra la colecta para recaudar fondos que permitan comprar al menos 4 mil sillas-cama más.
En coordinación con Movimiento Azteca se da difusión a esta noble causa “con la finalidad de lograr que un mayor número de personas colaboren con este proyecto, partiendo de una premisa fundamental: cualquier persona o un familiar cercano en algún momento de su vida podría llegar a ocupar esa silla-cama; la probabilidad es muy alta y qué mejor satisfacción que saber que se ayudó en una causa tan importante”.
Estas sillas-cama, además, son cien por ciento mexicanas. El fabricante está en Morelia, Michoacán. Además de mejorar el precio de las primeras sillas de origen chino y evitar las variaciones de precio por la cotización del peso frente al dólar, ofrece la garantía de tener en el país las refacciones necesarias cuando así se requiera.
Otra de las ventajas es que por cada silla que se le compran al fabricante mexicano, éste dona 400 pesos. Hoy el precio unitario es de 2 mil 800 pesos, frente a los 3,290 pesos que costaron el primer año.
Patricia Guerra, al recordar que este jueves se cierra la campaña para recibir los donativos que permitan comprar esas cuatro mil sillas-cama extra, indicó que se beneficiará a un número incalculable de familiares de derechohabientes hospitalizados en áreas de pediatría, urgencias, terapia intensiva y áreas de quemado en todos los hospitales del IMSS a nivel nacional.
La gente interesada puede hacer sus donativos, directamente en los hospitales en donde personal de la fundación IMSS y del voluntariado prácticamente están boteando, todo el día.
Todas las sillas están personalizadas, debido a que todos los donadores llenan un formato con el nombre de la empresa o de la persona y se le pone una placa alusiva a la silla; muchas dicen “anónimo” a petición de los propios donadores pero sin duda se genera una vinculación importante entre el instituto, los pacientes y los donantes.
La transparencia priva en este tipo de colectas, enfatizó la directora de Fundación IMSS en entrevista con Crónica, ya que si alguien quiere hacer su donación y deducirla de impuestos, vía recibo, este se le otorga. Y si requieren factura, también la pueden obtener a través de la compra directa de las sillas-cama con el proveedor, quien la entrega.
Con la emoción de que alcanzarán su meta de recolección para comprar más sillas-cama, Patricia Guerra queda con la confianza de que este proyecto crecerá todavía más, en la medida de que el instituto y los derechohabientes vean la necesidad y funcionalidad de estas sillas. Se espera que eventualmente se irán abriendo más espacios para colocar un mayor número de sillas-cama, porque, como dice Guerra, “hoy el IMSS, con la visión del director general del IMSS, Mikel Arriola, es que es una institución más cálida en su trato, en beneficio de 78 millones de derechohabientes”.
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