Metrópoli

Tepito se pone bravo y encabeza la rebelión de tianguistas contra el frenón comercial

La oferta sigue, hay gente, pero el dinero y las transacciones son escasas. La vida del barrio en resistencia trata de alcanzar aquellos días de ventas constantes

Tepito se pone bravo y encabeza la rebelión de tianguistas contra el frenón comercial

Tepito se pone bravo y encabeza la rebelión de tianguistas contra el frenón comercial

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Las calles de Tepito se inundaron de cientos de personas que desafiaron las recomendaciones de confinamiento y recorren hasta la popular zona de La Lagunilla para realizar sus compras de fin de año. Evidentemente, algunos han comenzado a surtirse de juguetes por el día de reyes.

El barrio se ha prevenido de una posible acometida de autoridades. Aquí no era común que se impidiera a los clientes tomar fotos (algo habitual en las calles dominadas por ambulantes detrás de Palacio Nacional). Ahora sí se hace, quien levante el teléfono y apunte, será conminado amable, pero firmemente a borrar las fotos.

A pesar de esto, las ventas son bajas a diferencia de años pasados. “Ya casi no vienen los clientes, en parte les da miedo de que los vayan a robar; en parte les da miedo el virus, no hay ventas y así quieren que nos quedemos en casa a mi nadie del gobierno ha venido adarme un peso para la renta”, expresa Jorge vendedor de artículos para celulares en la calle Tenochtitlan, así que el desafío al COVID-19 y la rebelión tepiteña contra el frenón al comercio no se está traduciendo en ingresos suficientes.

Jorge, joven enjuto que abandonó la escuela hace mucho tiempo y vive de vender, a veces legal, a veces ilegal, comenta molesto que las medidas que han impuesto las autoridades no sirven para nada. Está en resistencia, pues cree lo que le dicen los dirigentes del ambulantaje, que hay quien quiere apoderarse de sus puestos.

Las calles de Florida y Díaz de Lon, que a mediados de pandemia lucían desiertas, ahora se ven repletas de personas, que siguen visitando la zona o frecuentando los pequeños bares clandestinos. Cuartitos de dos por dos, con una barra improvisada y ya está, a vender cerveza y licores.

A pesar de que hay ley seca en la ciudad, los puestos de micheladas se ven aglomerados.

­Lola pasa frente a uno de esto bares, es clienta frecuente del puesto de la calle Jesús Carranza y a quien se le adivina lo lopezgatelista en que el semáforo rojo no le hace portar cubrebocas.

“Tengo que venir a surtirme, mi negocio no puede quedarse sin mercancía, sé que corro riesgo al venir aquí, pero no puedo parar, tengo una familia que mantener”, señala cuando se le inquiere sobre su visita al barrio bravo.

Es madre soltera que viene desde ese marasmo de contagios que es Ecatepec, llega al centro de Tepito para comprar películas y series de televisión piratas, para después regresar al municipio mexiquense y revenderlas. Ahora todo es un problema en su pequeño negocio, ya que las bajas ventas no le permiten “ni para pagar el pasaje”.

Para ambulantes de la zona la pandemia es un mito, que ya no hay nada que temer pues la vacuna llegó. Pero la caída de los ingresos es el verdadero motor: “Nosotros vivimos al día, no tenemos apoyo por parte de nadie, si no sacamos el puesto de que van a vivir nuestras familias”, expresa Erick vendedor de calcetines en la calle Matamoros.

El comerciante al igual que sus vecinos de comercio, confían en que pronto se aplicaran las vacunas en el barrio y que eso traerá no sólo salud, sino el regreso de las ventas.

A lo largo de la calle Peralvillo, grupos de jóvenes realizan rondines por la zona, con radio en mano reportan la presencia de policías o trabajadores del gobierno, al igual que en las calles del centro, ahora en Tepito es casi imposible tomar fotos, pues los locatarios al igual que los “cuidadores” prohíben que los visitantes tomen fotos de la zona.

Pamela propietaria de un puesto de cervezas, comenta que la crisis a alcanzado al barrio por lo que cerrar no es una opción. “Nosotros pagamos derecho a piso y a eso súmale otras cooperaciones voluntarias”, dice en referencia a los cobros de la alcaldía, los líderes de ambulantes y a los narquillos locales.

“Antes me pedían 25 diarios, ahora 120 y son obligatorios, no hay chance de nada y los clientes ya ni siquiera quieren venir, aunque queramos estar en casa así es imposible”, comenta otro de los vendedores que ha decidido.

Las medidas sanitarias son nulas en la zona, son pocos los puestos que han implementado el uso de gel antimaterial y atender con cubrebocas.

Por otro lado, los comercios establecidos en la zona, como las peleterías y zapaterías atraviesan por el peor momento, Don Moy, como todos lo conocen, comenta que se han estado haciendo operativos por parte de las autoridades capitalinas, en donde buscan la mínima escusa para sancionarlos.

“Mientras a nosotros nos exigen el uso de gelantibacterial, termómetros y tapetes desinfectantes, los puestos callejeros hacen lo que quieren, tenemos que estar trabajando con las cortinas cerradas, porque, si no nos clausuras y mientras tanto a los ambulantes les dan todas las facilidades”, expresa molesto.

Mientras, elementos de la Secretaría de Seguridad Ciudadana de la CDMX, realizan sus patrullajes constantes y, claro, varios de los elementos tampoco portan cubrebocas.