Una celebración vital para los mexicas era la fiesta de Tóxcatl, en la cual cada año hacían peticiones a dos de sus principales deidades: Huitzilopochtli y Tezcatlipoca. Pero en 1520, esa fiesta terminó en tragedia: los españoles que habían llegado a México-Tenochtitlán meses atrás y que tenían preso al gobernante Moctezuma II, atacaron a los indígenas provocando la matanza del Templo Mayor.
Esa hecatombe que autorizó el español Pedro de Alvarado desembocó —en el mes de junio de hace 500 años— en la muerte del tlatoani Moctezuma II, en la defensa mexica y en la huida de los españoles del actual Centro Histórico de la Ciudad de México.
Para entender la importancia de Tóxcatl, Crónica presenta una entrevista con Martha Julia Toriz Proenza, investigadora del Centro Nacional de Investigación, Documentación e Información Teatral Rodolfo Usigli (Citru) del INBA y autora del libro Teatralidad y poder en el México antiguo. La fiesta Tóxcatl celebrada por los mexicas.
En el caso de Tezcatlipoca, un hombre era ataviado como dios para después sacrificarlo en la actual zona arqueológica de Templo Mayor. Sin embargo, antes de su muerte, el elegido era instruido en diversas artes como la música, la guerra y la oratoria; además recibía lujos, un cortejo de jóvenes y cuatro esposas.
La investigadora del Citru, Martha Julia Toriz Proenza, explica que el calendario de los mexicas no era de 30 días, sino de 20, entonces cada veintena tenía un nombre y la correspondiente a mayo era Tóxcatl.
“Tóxcatl era una fiesta demasiado importante no sólo para los gobernantes, lo era también para el resto del pueblo. Los gobernantes eran como el padre y la madre, era las personas que cuidaban a sus hijos, que los protegían, entonces el pueblo va a cuidar a esa persona o la va a favorecer en los rituales”, indica.
Es decir, en la fiesta de Tóxcatl confluía todo el pueblo, aunque fuera un culto hacia el estado.
“Se hacía todos los años a mediados de mayo, cuando había más calor y cuando se estaba esperando que empezaran las lluvias. Era una fiesta en que se pedía el fin de las sequías”, detalla Toriz Proenza.
Hace 500 años sucedió que cuando el español Hernán Cortés salió de México-Tenochtitlán y se quedó Pedro de Alvarado a cargo, era la fecha de la celebración de Tóxcatl y según los registros históricos, los españoles dieron permiso a los indígenas para hacer su fiesta, no obstante, en plena celebración De Alvarado dio la orden de matar a los mexicas.
“Los mexicas sabían que para la marcha del universo, que para la sobrevivencia y para seguir viviendo, debían de hacer la fiesta con o sin permiso. Era un deber, de lo contrario, el mundo se acabaría, para ellos era una cuestión de vida o muerte”, afirma la investigadora.
La matanza del Templo Mayor fue atroz porque se encontraba lo más notable de la sociedad: guerreros, sacerdotes y gobernantes; ellos debían participar bailando, cantando y cuidando al investido, agrega Toriz Proenza.
— ¿Cómo elegían los personificadores?
— Lo que más se repite en las fuentes es que eran guerreros cautivos provenientes de la nobleza, por ejemplo, de la nobleza tlaxcalteca. Digamos, si los mexicas capturaban a un guerrero noble tlaxcalteca y éste cumplía con las características físicas, se le daba un buen cuidado y preparación.
“También se dice que pudieron ser cautivos de Tenochtitlán, jóvenes que hubieran estudiado en la escuela de los nobles: Calmécac, pero tenían que hablar bien, con corrección, tenían que caminar con porte, no podían ser agricultores o tener otro oficio, se elegían a quienes se dedicaban a la guerra”, responde.
Toriz Proenza señala que la preparación de los jóvenes era minuciosa.
“Se atendía el aspecto de la expresión verbal porque tenían que saber cómo interactuar con alguien a quien encontraran en el camino mientras recorría las calles, también tenía que tocar una flauta así que recibía clases de música, y me imagino que tendría clases de expresión corporal. Era una preparación muy similar a la que recibe hoy un actor”, comenta.
En palabras de la investigadora, la celebración de Tóxcatl era de una espectacularidad sorprendente.
“Imaginen al propio Moctezuma invistiendo a un joven y después que ambos salgan a caminar vigilados porque todo el entrenamiento que recibió el protagonista ahora lo tiene que demostrar, que lo esté haciendo bien, no podía errar porque estaba en juego el contento de los dioses. En la fiesta, los mexicas hacían peticiones diversas, por ejemplo, que se acabara la sequía, tener alimentos, tener agua para beber”, destaca.
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