Escenario

Twenty One Pilots arrasa en el Palacio de los Deportes

En un estruendoso concierto, que duró cerca de dos horas, los asistentes cantaron a la par las 19 canciones interpretadas por la banda.

Twenty One Pilots arrasa en el Palacio de los Deportes

Twenty One Pilots arrasa en el Palacio de los Deportes

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

La noche del viernes el Palacio de los Deportes recibió a Twenty One Pilots, un dueto gringo que venía a promocionar su más reciente disco: Blurryface. ¿Y quiénes son ésos? Una banda lo suficientemente famosa como para aventarse una gira que los va a llevar a Rusia, a Suecia, a Alemania y Polonia, Bélgica o  Francia; que los trajo al país para agotar el Domo de Cobre y presentar su disco en el Live Out en Monterrey.

Y toda esta fama es la que los impulsa desde su primer disco, incluso desde antes, con enérgicas giras por su natal Ohio y alrededores. Conciertos que hacen preguntarse qué trae este par en las venas para saltar y correr y brincar y cantar sin que les falte nunca el aire, sin que jamás se cansen. Esa misma energía fue la que los músicos trajeron a México para una multitud que rondaba entre los 10 y los 20 años, que los esperaba ya entusiasmados desde Camilo Séptimo, recibidos gustosos ante esta primera gran audiencia que sazonaron y dejaron a punto para que Twenty One Pilots hiciera con ellos lo que quisiera.

Podríamos limitarnos a listar las canciones. A describir cómo dejaron sonar una nota que mantuvo en suspenso a la audiencia por unos 15 minutos, que lo único que veíamos era la cortina gris para tapar lo que estaba ocurriendo detrás en el escenario. Que de pronto ese eterno tono se aceleró y en cuanto cayó la cortina aparecieron Tyler Joseph y Josh Dun tocando “Heavydirtysoul” y cómo la conectaron con “Migraine”; que los miles de jóvenes en la zona general se abalanzaban, celular en mano, para documentarlo todo, de principio a fin. Pero no bastaría.

Y no bastaría porque este par de terroristas, de encapuchados, lo llevaron más allá. Con este par de canciones seguidas de “Hometown” y “Polarize” hicieron magia en el escenario –no en un sentido poético, sino literal– cuando de pronto unas figuras negras cubrieron al vocalista y su piano, desapareciéndolo ante los ojos de todos, para que reapareciera unos segundos después en las gradas del Palacio, quitándose al fin su pasamontañas. Posando, desafiante, sabiendo a todos en su bolsillo con tan solo 20 minutos de show.

El regreso al escenario principal trajo “Heathens”, conocida hasta por los no fans gracias a Suicide Squad. Y sigue sin bastar porque todavía traían trucos bajo la manga: no se le puede llamar de otra manera a la habilidad que tienen estos tipos para aparecer en todos lados, con vestimentas diferentes, en cuestión de segundos. Que si el traje de esqueleto, el gorrito rojo, las playeras negras, las máscaras de gas. Arriba de su piano, en ambos extremos del escenario, no era suficiente-

Apoderarse de un escenario es algo que requiere de práctica, es como cualquier artista se forja. Pero que un escenario quede chico, no siempre pasa. Recurrir a llevar el show a donde el público mismo está parado no es algo de todos los días. Irse hasta el centro mismo del Palacio para interpretar esa especie de popurrí del primer disco –desde The Pantaloon, Fall Away, Johny Boy hasta Forest o Addict with a Pen, March To The Sea y Kitchen Sink– es algo insólito. Tener a un baterista en una plataforma que flota justo encima de tu cabeza mientras interpreta la última sección de “Ride” es algo presumible. Tanto como ver a un vocalista correr dentro de una pelota inflable impulsado por las manos de todos esos fans prestos a ayudar a lo que sea.

Fueron 19 canciones en total. Cerca de dos horas que este dueto trajo a todos brincando, que logró que 20 mil milleanials le siguieran el paso entre las enredadísimas letras que Joseph cantó sin fallo, que hizo a todos aplaudir todo el tiempo –o al menos intentarlo, porque aplaudir con un celular en la mano es difícil–, y que hizo al público iluminarlos, ya no a la vieja escuela con encendedores en manos, pero con las linternas de los teléfonos agitándose de derecha a izquierda.

“We Don’t Believe What’s On Tv”, “The Judge”, “Holding On To You”, “Jump Around” son otras que agregamos a esta lista. Por supuesto, sus éxitos como “Stressed Out” o “Car Radio”, todo con espacios para que el baterista mostrara lo bueno que se ha vuelto en su instrument y lo ágil de sus golpes.

Nunca hubo un silencio, la gente no lo permitió. Gritos y gritos, aplausos, golpes a a las rejas en los palcos, todos coreando mientras el escenario quedaba oscuro como preámbulo para “Goner” y “Trees”, las últimas de la noche, de nuevo con el truco de los tambores sostenidos por el público, ahora con playeras verde y roja. Y toda una generación a sus pies, dispuestos a todo por este par de tipos que se despiden entre la caída de los millones de papeles que caen del techo, delante de las máquinas que echan humo. Un par quienes, humildes, dan una reverencia y agradecen a su “Mexican Clique” que como millones de otros en el mundo, han ayudado a que Twenty One Pilots, poco a poco sea una de las nuevas grandes bandas del mundo.

havh