Opinión

Violencia de género: una mirada desde el activismo estudiantil

Violencia de género: una mirada desde el activismo estudiantil

Violencia de género: una mirada desde el activismo estudiantil

La Crónica de Hoy / La Crónica de Hoy

Alfredo Nateras Domínguez*

Ana Kruger Hidalgo**

Sofía Torres Pavon**

Tamara Nateras Collado**

El Relato

El 24 de octubre del 2018, a partir de una asamblea feminista, un grupo de jóvenes mujeres estudiantes decidió abrir un diálogo con las autoridades de Rectoría de la Unidad Iztapalapa presentando un pliego petitorio elaborado entre alumnas de distintas licenciaturas. Éste exponía la necesidad de un protocolo para la prevención, atención de la violencia de género y de una Unidad correspondiente, especificando: ¿Quiénes debieran conformar y dirigir dicha unidad? ¿Qué capacitación debieran tener sus integrantes? ¿Qué servicios ofrecerían? y algunas sugerencias para el involucramiento de la comunidad universitaria. El 4 de Julio de 2019, se presenta una segunda carta; se reiteran las peticiones, añadiendo que éstas serían efectivas si a la par se contrataba personal con perspectiva de género y se le capacitaba periódicamente al existente de la universidad. También se sugirió implementar actividades culturales con tal perspectiva, pues se busca encontrar respuestas por parte de las autoridades al configurar un proyecto integral para la atención al problema de violencia de género.

Las estudiantes se involucraron en el trabajo de una Comisión de la unidad conformada específicamente para crear un Protocolo de Violencia. Las jóvenes asistieron como invitadas, es decir, que su participación en ella fue breve, aunque clara y lúcida, signada por la experiencia de la violencia institucional. Tal situación provocó que desistieran de esta vía y buscaran medios alternativos. La demanda por representatividad estudiantil feminista, hizo que el Rector de la Unidad abriera mesas de diálogo tripartitas para la discusión del Protocolo, una vez que este ya estaba siendo elaborado.

El 13 de marzo del 2020, la Unidad Iztapalapa aprobó un Protocolo para la Prevención y Atención a la Violencia de Género, el cual fungirá como lineamiento institucional para las rutas de atención en casos de violencia de género. Esta acción institucional inauguró la Unidad de Atención para la Prevención y Erradicación de las Violencias de Género, la Inclusión con Equidad y Respeto a las Diversidades (UNIGÉNERO), espacio institucional con la capacidad de brindar atención y seguimiento a los casos denunciados por miembros de la universidad (cabe mencionar que sólo en la Unidad Iztapalapa hay cerca de 17,000 alumnos/as).

Haciendo una lectura crítica quizás resulta preocupante el lapso de aproximadamente dos años que le tomó a la universidad dar una respuesta al pliego. Los casos de violencia persisten. La falta de un mecanismo institucional eficiente provocó que se denunciaran por vías alternas como en tendederos y páginas feministas anónimas, administradas por estudiantes.

Por lo que válidamente podríamos preguntar: ¿A qué se debe la tardanza institucional para defender los Derechos Humanos de las jóvenes mujeres estudiantes? Si bien las medidas que vemos ahora en esta sede de la UAM son, en su mayoría, gracias a la presión de grupos fluctuantes de alumnas organizadas, cuyo dispositivo es interpelar a las autoridades y constituirse como interlocutoras y agentes políticas, sin embargo, lo anquilosado de la legislación, desarticula y disuade para atenuar la legitima radicalidad y efectividad de las propuestas de las alumnas. Algo ha quedado claro: debe armonizarse la legislación universitaria con los marcos jurídicos internacionales en materia de género, así como reaizar un cambio operante en las instancias de atención -primeramente, contando con personal suficiente y capacitado para la atención y acompañamiento de casos-, pues la aprobación de un Protocolo, por sí mismo, no puede asegurar una medida integral ni efectiva.

También es conveniente dotar de infraestructura a la UNIGÉNERO para demostrar que no se están agotando todos los esfuerzos para contrarrestar la violencia de género. Se ha enfatizado también sobre la importancia de tener una comisión independiente, imparcial, conformada por personas con probada experiencia en atención de casos de violencia, que funja como evaluador del trabajo de la UNIGÉNERO.

¿Estamos ante situaciones de negligencia de las universidades o han sido rebasadas por carecer de dispositivos legales y de espacios internos para enfrentar la violencia de género contra las mujeres? Muchas veces el discurso se justifica por cuestiones presupuestales. Sin embargo, como entidad paraestatal, las universidades están obligadas a cumplir con el Art. 28 del Presupuesto Federal de Egresos, que establece destinar previsiones de gasto para distintos criterios, siendo uno de ellos la equidad de género. Asimismo, la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia y la declaración de Alerta de Género de la CDMX fungen como mecanismos gubernamentales de acción inmediata frente a la violencia feminicida. Y de acuerdo al Artículo 1º del PEF, todo el uso de recursos públicos está sujeto a la rendición de cuentas. Es decir, también es una obligación de las instituciones universitarias someter a seguimiento y evaluación cualquier uso presupuestal. La pregunta obligada sería: ¿Cómo se está utilizando el presupuesto para atender la Violencia de Género en la UAM? Dado que la UAM-I está situada en uno de los lugares con mayor índice de feminicidios y desaparición forzada de mujeres en la CDMXM, debiera acatar todas las medidas posibles establecidas en las diversas normatividades nacionales e internacionales en materia de género.

Como profesor en apoyo al activismo estudiantil, defiendo que nuestras estudiantes requieren un proyecto integral que tenga la infraestructura necesaria —presupuesto, personal calificado, sustento legislativo— para atender y erradicar la violencia de género en todas sus formas. El primer paso para que la UAM recobre su rol social es destinar apoyo institucional para proyectos de beneficio comunitario. Al publicitar la creación de políticas para sus usuarios(as), trabajadores(as) y dotar a sus grupos más vulnerados de agencia política, se posibilita la re-apropiación de los espacios universitarios. La vía institucional que retoman las estudiantes feministas demuestra su disposición a trabajar de forma colaborativa para el mejoramiento de las políticas universitarias en materia de género. Es momento de apoyar y celebrar esta actitud, así como reforzarla en todas las colectividades estudiantiles.

* Profesor-Investigador del Departamento de Sociología de la Unidad Iztapalapa de la Universidad Autónoma Metropolitana

** Estudiantes de la Unidad

Iztapalapa de la UAM