
Mientras en Estados Unidos tiroteos en escuelas reviven la polémica por el control en la venta de armas, en México, específicamente en su capital, el descontrol en el mercado negro permite que cualquiera de sus habitantes tenga un arma en su casa, y, peor aún, que en algunas festividades las utilicen, sin importar que algunas son de uso exclusivo del Ejército.
Es el caso de Iztapalapa, donde los disparos al aire reaparecieron durante sus carnavales.
Crónica denunció desde 2006 que esta práctica era frecuente en esta delegación; hubo varios operativos tras la denuncia.
Sin embargo, los festejos, que comenzaron el domingo, toman de nueva cuenta un tinte de riesgo que llena el aire de balas pérdidas, mismas que podrían provocar una tragedia, como la del niño Cuacuas, quien murió en el interior de un cine por un proyectil que no se sabe de dónde salió.
Antier, los habitantes de Santa María Aztahuacan, colonia que aparece en el ranking de la Procuraduría capitalina en incidencia delictiva, retomaron esta práctica, lo anterior ante la nula presencia de las autoridades, tanto delegacionales como policiacas.
Decenas de hombres salieron de sus casas, como cada año lo hacen, con su revólver al cinto, pero hay quien prefirió las escuadras y, ya con unos tragos encima, salieron a relucir —en la zona conocida como El Reloj— las subametralladoras y las AK-47, conocidas como las “Cuerno de Chivo”.
Según la Ley Federal de Armas de Fuego y Explosivos, en su Artículo 83, al que sin el permiso correspondiente porte un arma de uso exclusivo del Ejército, Armada o Fuerza Aérea, se le sancionará: “Con prisión de cuatro a quince años y de cien a quinientos días de multa…”
Y aclara: “En caso de que se porten dos o más armas, la pena correspondiente se aumentará hasta en dos terceras partes”.
Crónica constató que, efectivamente, en esta colonia, cuyos accesos son a un costado de la Vocacional 7, del IPN, y por la avenida México, sobre Eje 6 Sur, principalmente en estos días hace valer, aún más, su condición de tierra sin dueño: hay balazos al aire, entre los muros y los árboles; gente que de pronto sale corriendo en busca de guarida, entre los automóviles y camionetas, en las tiendas y los jardines.
Puede ser un campo de batalla a cualquier hora del día. El pasado domingo desde el mediodía hasta las 02:00 de la madrugada del lunes se escuchaban detonaciones.
Este diario cuenta con audios en los que se escuchan las detonaciones de armas largas mientras una banda de música de viento ameniza la fiesta.
Según vecinos de la población, en sus calles se pueden observar cristales rotos, toldos perforados y casquillos regados en el piso.
Por algo los mapas delictivos de la delegación indican que ahí se ubican las más importantes bodegas de armas. Porque en el lugar éstas no sólo se venden, también se rentan.
Basta con estar un par de minutos en el lugar para percibir el olor de la pólvora y para presenciar cómo la detonación de, por ejemplo, un revólver 38 hizo cimbrar los oídos de cientos de personas.
Actualmente los pobladores comienzan a disparar al aire en el interior de sus viviendas o desde sus balcones, para supuestamente no ser identificados en caso de que haya presencia policiaca; sin embargo, en el transcurso del día y con las copas encima, salen de sus hogares y sin miedo alguno comienzan a disparar, esto sin importar que haya gente, incluidos niños, a su alrededor.
“Hasta hace un año mandaron mucha vigilancia; pero éste ya vio lo que está ocurriendo; en vez de disfrutar, nos da miedo. Podemos quedar difuntos en cualquier momento”, dijo María Antonieta Luna, vecina de Primavera.
En tanto que Roberto piensa diferente: “Esto es de huevos. No cualquiera le jala al gatillo”, les dijo a sus compañeros de parranda, quienes presumían que se habían terminado siete cartones de cerveza entre tres personas.
En San Sebastián, situado a dos semáforos de la penitenciaría de Santa Martha Acatitla, hay balazos por cualquier cosa: En bodas y XV años, en la fiesta de la Virgen, en el carnaval, el 16 de Septiembre, el Día de Muertos, todos los domingos…
A decir de sus habitantes, en el lugar se bebe alcohol e inhala cocaína mientras se escucha la música de viento, como se le llama a la música de banda.
La imagen evoca de inmediato el estilo hecho famoso por los narcos: botas, sombrero, cinturón piteado. Y también cuernos de chivo, metralletas, escopetas y fusiles.
Los calibres: “hay de todos”, dice Bonifacio, un poblador que cuenta que ahí adentro no hay restricción.
En tanto que en Santa Cruz, ocurre lo mismo. Todo por la displicencia de la policía.
Y es que según los tuiteros, eran tantos los disparos que echaban que prefirieron encerrarse en su casa.
@hugolchacon publicó: “@Del_Iztapalapa siguen balazos en carnaval de Santa María Aztahuacan. El festejo está bien pero no las balas”.
En tanto que @Pascual16850797 comentó “Y porque no vienen al carnaval de Santa María Aztahuacan hoy que echan muchos balazos, hasta cuernos de chivo, traen ¿o les da miedo?”
@rocivale advirtió: “@SSP_CDMX balazos al aire en Santa María Aztahuacan Iztapalapa ¿por qué les da miedo entrar?, ¿a quién protegen?
A su vez @choCHEF_Rams lanzó: “¿Cuándo empezará el operativo por carnaval de Santa María Aztahuacan Delegación Iztapalapa? Están durísimos los balazos”.
Otros tuiteros recriminaron a las autoridades su nula intervención para impedir que los asistentes y algunos habitantes detonaran sus armas.
Algunos afirmaron que era necesario que hubiera muertes para que intervinieran y otros les notificaron que llevaban más de cinco horas escuchando balazos sin que ninguna autoridad se apareciera por el lugar.
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