Opinión

En 2024 medio mundo mantiene su cita con las urnas

Las históricas elecciones acontecidas en México el pasado 2 de junio se inscriben en la también histórica coyuntura internacional de 2024, en la que más de sesenta países han celebrado y celebrarán comicios para decidir el destino político de sus países.

Cuando se piensa en las elecciones en su conjunto global, se debe considerar que estamos hablando de cerca de la mitad de la población mundial participando en democracia. Tan sólo India, la democracia más grande del mundo por su dimensión, cuenta con una población de más de mil millones de personas y atravesó al igual que México por su propio proceso electoral.

En el caso de México, una vez saldada la cita con las urnas, los votantes han dado su respaldo mayoritario a quien será la primera presidenta de México, Claudia Shenbaum Pardo, en el marco de las elecciones más grandes celebradas en el país hasta el momento -veinte mil cargos públicos en disputa, incluyendo los poderes ejecutivo y legislativo federales.

Además, dicha candidata ha sido electa con la votación más copiosa en los registros de la todavía joven democracia mexicana, y puede ser considerada en el conjunto de los países norteamericanos la primera mujer que ocupará la primera magistratura, uniéndose a las experiencias de países latinoamericanos como Argentina, Brasil y Chile, entre otros en la región.

En lo político, su elección permitirá la continuidad del proyecto de la izquierda electoral encabezado por el saliente presidente López Obrador, el cual busca crear una sociedad equitativa y menos desigual, características ambas, ausentes en el devenir histórico del país, salvo honrosas excepciones en ciertos periodos de los siglos XIX y XX, y con la nota sobresaliente de su conducción por la vía pacífica. 

Intentos anteriores como el de la revolución de inicios del siglo XX, el primer gran movimiento de cambio social del mundo en dicha centuria, fueron experimentados al calor de las armas, y acabó burocratizada y en fracaso autoritario al paso de los años de la lucha armada.

Por lo demás los retos hacia futuro siguen siendo enormes. A pesar del amplio respaldo ciudadano otorgado en urnas a este proyecto para otros seis años, lo cierto es que los sectores -minoritarios- opuestos al mismo, no necesariamente están convencidos de sus bondades, y es previsible que mantendrán su rechazo a planteamientos que consideran populistas y errados. 

La conducción del proceso hacia delante de la nueva presidenta y su capacidad para rendir los resultados que los votantes esperan, permitirá o no mantener el apoyo ciudadano para resistir y en todo caso persuadir a esas fuerzas opuestas al tipo de cambio propuesto y llevar la nave al puerto esperado.

Un connotado intelectual ha sugerido que la importancia de este proyecto está íntimamente relacionada con un cambio pacífico de régimen que permita la separación del poder político y el poder económico, enquistado en el sistema oligárquico prevaleciente desde hace al menos cuatro décadas en el país.

Desde luego que las sorpresas que han venido ofreciendo las urnas hasta esta primera mitad de 2024 no son todas agradables. En estas fechas han tenido lugar también los comicios legislativos europeos. Se trató de la décima elección parlamentaria para integrar la legislatura 2024-2029, integrada por 720 escaños.

Se asume que estas elecciones europeas juegan un rol de relevancia por varios motivos, entre ellos que el Parlamento tiene un papel esencial en decisiones de puestos clave de la Unión Europea (UE) y sobre leyes que influyen en la vida de los europeos. También suelen ser utilizadas por los ciudadanos de cada uno de los países, en una especie de referéndum de las políticas seguidas por sus propios gobiernos, a pesar de ser europeas.

Por ejemplo, en Francia, el mandatario de ese país decidió disolver la Asamblea Nacional y convocar a elecciones anticipadas ante el avance electoral de la extrema derecha francesa.

En estas elecciones parlamentarias, la derecha europea (PPE) aseguró una mayoría de 186 escaños en tanto que los socialistas lograron mantener 135 sitios, en una segunda posición de relativa estabilidad en comparación con el tamaño de representación que tuvieron en la legislatura por terminar. 

En ese escenario, una de las notas más llamativas, y preocupantes para diversos especialistas, es que los partidos de extrema derecha recibieron una votación copiosa en comparación con anteriores comicios, con lo cual obtendrán un buen número de asientos en el Parlamento, situación que les permitirá promover sus agendas. En Francia, la extrema derecha logró cerca de un tercio de los votos, y en Italia, poco más de un cuarto de votantes le dieron su apoyo, por mencionar algunos ejemplos.

Los comentaristas apuntan que, si la extrema derecha decidiera formar un grupo dentro del Parlamento, serían la segunda fuerza política más grande detrás del PPE. No obstante, apuntan que las rivalidades y los desacuerdos prevalecientes entre sus dirigentes hacen que ese escenario sea improbable, si bien parece claro que estarán en posición de ejercer presión en las decisiones.

En este nuevo escenario político europeo, analistas estiman que es posible que el PPE aproveche su mayoría para definir e influenciar la política de la UE inclinado la agenda hacia la derecha.

Sin embargo, como en la pasada legislatura podría verse orientada a crear una coalición con los socialistas y los liberales, al tiempo de buscar negociar entendimientos en ciertos temas con los grupos de la extrema derecha convenientes a sus intereses, siempre y cuando no genere un rompimiento definitivo con sus aliados situados más hacia el centro.

El 2024 es un año histórico en lo democrático-electoral que aún debe recorrer seis meses y diferentes latitudes, con importantes impactos en el interior de los países que corresponda y, desde luego, por extensión en las relaciones internacionales.

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