Segundo Piso, entre la realidad y el deseo

Respuesta La presidenta Claudia Sheinbaum no tardó en reaccionar ante el episodio de Harvard. (EFE)

La administración de la doctora Sheinbaum, bautizada por ella misma como el Segundo Piso de la 4T, cumplirá esta semana un mes en Palacio Nacional. Ni siquiera, que se sepa, se ha cambiado al departamento que fue de Andrés Manuel y Beatriz, ahí muy cerca de los aposentos de Benito y Margarita. Apenas cuatro semanas y ya hay quien parece que necesita unas vacaciones, aunque sean cortas, pero no solo en el gobierno, también en los medios. El desgaste ha sido notable en ambos frentes.

La distancia entre el deseo y la realidad es cada día más grande. Alguien por ahí pensaba que el primer mes del gobierno fuera como está resultando. ¿Cuál es el balance visto desde la trinchera mediática? La doctora Sheinbaum será una buena presidenta. Eso se perfila. La presidenta ha bosquejado sus cualidades como valentía, claridad de pensamiento y su compromiso con aspectos clave como la seguridad, la educación y la vivienda.

Pero también queda claro que se enoja y que se le nota. En este primer mes del gobierno ha quedado planteada una fisura entre ella y el Congreso y ella y el partido Morena. Una fisura que puede cerrarse rápidamente o crecer. El antídoto es que consolide su poder. No será sencillo, los mandos de Morena en el Congreso se mueven con demasiada libertad, siguen sus intereses personales, que dan la impresión, no pasan por la consolidación del mandato presidencial.

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El partido, por su parte, también muestra que quiere una especie de sana distancia, que los dejen trabajar, que no se entrometa. La famosa reunión entre los mandos del Congreso y los dirigentes del partido muestra que cada uno quiere su cancha para ser local y que la presidenta sea visitante. La disciplina y la perseverancia que llevaron a la doctora Sheinbaum hasta donde está tendrán que recargarse porque este mes ha sido complejo, pero nada comparado con la que viene para noviembre comenzando por las elecciones presidenciales en Estados Unidos, que son de pronóstico reservado.

Hay dos temas que se mueven a trompicones, sin cauce claro. Uno es el tema de la Reforma Judicial y el otro la crisis de seguridad en Sinaloa. Hasta este momento la Reforma Jurídica no ha dado ganancias políticas al régimen, ni se las dará pronto, porque su propio artífice, López Obrador, calculó un periodo de diez años para comenzar a ver resultados positivos en la impartición de justicia. ¡Diez años!

Mientras eso pasa, la Reforma Judicial es un tema que muy pocos entienden, un tema que saldrá carísimo, despilfarrando cientos de millones que pudieran usarse en otras cosas. Eso del gasto colosal e innecesario dará municiones a la oposición para ganarse algún espacio en los medios.

En estas cuatro semanas se ha exhibido de manera descarnada el fracaso de la estrategia de abrazos no balazos del sexenio anterior. Su único logró fue empoderar a las bandas del crimen organizado que ahora se sienten con poder de desafiar en enfrentamientos directos a las fuerzas federales, es un disparate que ya ha provocado docenas de muertes.

Un arranque a trompicones que marca una distancia cada vez más grande entre la realidad y el deseo. La violencia sigue, la diferencia es que se han registrado eventos de alto impacto, entre ellos la decapitación de un alcalde y el asesinato de un párroco conocido en Chiapas, que son episodios que no han podido ser neutralizados en los medios.

La violencia en Sinaloa no amaina, y el gobierno y su partido aumentaron la semana pasada de manera temeraria su apoyo político al gobernador Rocha Moya, cuya posición como mandatario no se sustenta en nada. El mandatario caerá, ya sea por información de la FGR o por transcendidos del FBI. Lo aconsejable sería dejarlo caer solo, y no venirse abajo con él.

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