Hay que proteger a los principales destinos turísticos del país como si fueran instalaciones estratégicas del Estado. Eso es justamente lo que son. Generan empleo, animan la economía a través de las cadenas de suministro, son polos de desarrollo, inyectan divisas frescas todos los días y todas las noches y se constituyen en factores de estabilidad social. La actividad turística da respuestas generosas, pero es muy sensible a las notas de violencia, sobre todo en los destinos que reciben turistas extranjeros, como es el caso de Mazatlán.
La batalla de la Mayiza contra la Chapiza se ha ensañado con Culiacán y ya tomó rumbo a Mazatlán, joya turística del Pacífico mexicanos, que ya resiente las consecuencias de los hechos de violencia en la caída de reservaciones. Hoteles y restaurantes semivacíos equivalen a miles de familias que se quedan cortas en su ingreso.
La comunidad empresarial turística y los diversos prestadores de servicios del sector no tienen atribuciones en materia de seguridad pública, desde luego que no, pero tampoco pueden quedarse cruzados de brazos viendo como su fuente de ingresos se desploma. Pueden levantar la voz para que las autoridades cumplan con su responsabilidad original, con su razón de ser, que es brindar seguridad a la gente que vive en los territorios que gobiernan. Si no cumplen que paguen la factura política. Como en Sinaloa el gobierno local es parte del problema y no de la solución, serán las fuerzas federales las que saquen, otra vez, las castañas del fuego.
No hace mucho Mazatlán vivió una crisis turística derivada de episodios de violencia registrados en la zona turística. Permitirlo fue un pecado que le costó años de veto al puerto por parte de las empresas navieras del mercado de los cruceros turísticos, cuyos indicadores cayeron a cero, en los años 2011 y 2012. La gente de allá no lo olvida y recuerda lo difícil que fue salir del bache. Hay que evitar que ocurra de nuevo. ¿Ya hay un plan especial para blindar Mazatlán? Se están tardando.
En septiembre del 2011 se llevó a cabo la celebración oficial del Día Mundial de Turismo precisamente en Mazatlán. El gobierno de entonces quiso mostrar así su apoyo a esa plaza que vivía tiempos difíciles. Como parte del pool de prensa estuve presente. Recuerdo dos cosas, el convoy que trasladaba de un lado a otro del puerto al gobernador Malova era inmenso, e incluía una ambulancia. En el hotel donde nos hospedaron el gerente, con tal de que los reporteros no salieran en la noche y mucho menos en una camioneta, habilitó el lobby para hacer una convivencia. Nos dijeron que era de alto riesgo salir en las noches. ¡De alto riesgo en un destino turístico!
Está comenzando a ocurrir lo mismo. Hay un virtual toque queda y se les pide a los turistas que regresen a sus hoteles antes de las diez de la noche y que no salgan hasta el otro día, ¿Qué clase de vacaciones son esas? Las corridas de autobuses y los vuelos ya comienzan a resentir la renuencia de los turistas a visitar el puerto.
Glifos
Coahuila, gobernado por Manolo Jiménez, es el estado más seguro del norte de México. Un logro conseguido a partir de la voluntad política de establecer una coordinación real entre los tres niveles de gobierno, los alcaldes y alcaldesas, el gobernador y las fuerzas federales. No se olvida que, gracias a la buena comunicación con el gobierno de Texas, la seguridad en la zona fronteriza es confiable. La seguridad es la base para atraer nuevas inversiones que permiten la generación de empleos que son la clave de la estabilidad social. La seguridad permite la construcción de un círculo virtuoso que atrae inversiones nacionales internacionales que han ido creando en diversos puntos del estado polos de desarrollo.