Los grupos delictivos de Tepito generan violencia en toda la ciudad. Son un espanto chilango. Si el nuevo gobierno capitalino, el de Clara Brugada, pretende que impere la paz en la metrópoli debe tener como prioridad recuperar el llamado barrio bravo y estar dispuesto a emprender una negociación, que será áspera, con los diversos grupos de vendedores ambulantes que no solo están en Tepito sino en todo el Centro Histórico.
El manejo político del ambulantaje les ha dado dividendos importantes a gobiernos capitalinos desde hace décadas, pero también creó el caldo de cultivo idóneo que dio lugar a pandillas que se convirtieron en bandas delictivas que tienen armas de alto poder, que se dedican a la extorsión, cobro de piso, a la trata de personas, a la venta de drogas y armas, despojo de inmuebles, y que extienden su influencia criminal por todas las alcaldías. En Tepito hay la más alta concentración de armas del Altiplano.
La Unión Tepito prosperó hasta ser un peligro para la estabilidad gracias a la complacencia o franca complicidad de mandos policiacos, de la alcaldía Cuauhtémoc, y del gobierno central. ¿Cuántos mandos policiacos y comandantes de la judicial habrán salido ricos de su paso por Tepito? El nivel de la protección se refleja en el cinismo de los mercados ilegales. En diversas calles de la zona se vende, a la vista de todos, alcohol, drogas, armas, se ejerce la prostitución, entre otras cosas. Hay que tener presente que no opera en la zona un solo grupo, es un verdadero enjambre de pandillas que se alían y se confrontan a cada rato.
Eso explica por qué con frecuencia se publican notas sobre capturas de jefes de la Unión Tepito, la jefatura es una puerta giratoria, unos asumen el mando mientras otros están detenidos o escondidos, y una vez que salen vuelven a asumir el mando. Que los jefes de la Unión Tepito entren y salgan de prisión muestra el acuerdo de fondo entre los maleantes y diversas autoridades. No exagero al decirle que algunos integrantes de la Unión Tepito detenidos en flagrancia, con drogas, armas o mercancía robada, dejan la prisión en cuestión de horas. La repartición de dádivas alcanza desde luego a los jueces.
Es un problema que tiene una base territorial. Se pelea por el control de calles específicas. Una calle es de un grupo, la siguiente de otro y cuando alguien invade territorios empiezan los balazos, por eso hay que tener entre las opciones a la vista el establecimiento de una base permanente de la Guardia Nacional en el corazón de Tepito.
La delincuencia en la zona es añeja, pero el origen de la Unión Tepito se fecha alrededor del 2009, cuando Arturo Beltrán Leyva, El Barbas, terror de las estrellitas de la tele, envió a uno de sus operadores principales Edgar Valdez, conocido como La Barbi, a tomar el control de las actividades delictivas de la en la zona. La Barbi terminó como informante de la DEA. Otro operador importante del grupo fundador fue Juan Juárez Orozco, también cercano a Arturo Beltrán Leyva. Ellos dieron el mando de la Unión Tepito a Pancho Cayagua que fue asesinado años después en el estacionamiento de un centro comercial.
Los diversos grupos criminales que operan en Tepito tienen vínculos cada vez más fuertes con bandas de alcance nacional e incluso internacional como el CJNG y el Cartel de Sinaloa, por eso es cada vez más importante pararlos. No más complacencia con los mercados ilegales. Ordenar el comercio ambulante no significa darles cotos de poder donde puedan hacer lo que quieran. Sacarle jugo político a los ambulantes le está pasando una importante factura de seguridad a la ciudad en su conjunto. Hay que cambiar ese juego perverso. Permitir delitos, digamos, pequeños, con el tiempo genera tragedias mayores.
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