Son como dos tendencias convergentes indicadoras del desarrollo comunitario y de la capacidad institucional: niñas y adultas mayores son cuidadas en la medida del tamaño del compromiso social y gubernamental. Y entre ambos extremos de los grupos etarios deben serlo todas y todos los más vulnerables.
O no.
Este martes se conmemora el Día Internacional de las Personas Cuidadoras, una fecha no solo para recordar la importancia de su labor frente a las necesidades de personas adultas mayores, con alguna discapacidad, enfermedad o dependencia física. También para revisar nuestros diagnósticos, vínculos, compromisos y actuar solidaria y responsablemente en ausencia de una norma ejecutable de manera universal.
Más de 1.7 millones de personas necesitadas de cuidado, especialmente mayores de 65 años, viven solas.
Casi el 60 por ciento de ese grupo tiene más de 70 años, 3 de cada 10 viven con alguna discapacidad y 2 de cada 5 tienen limitaciones para realizar actividades básicas, como caminar, subir o bajar escaleras; ver; mover o usar brazos o manos; aprender, recordar o concentrarse; escuchar; bañarse, vestirse o comer; hablar o comunicarse y realizar sus actividades diarias ya sea por problemas emocionales o mentales.
En América Latina y el Caribe más del 80 por ciento de los cuidados los realizan familiares de quien los necesita, sin retribución económica. Principalmente son mujeres. Los hombres, todavía lejanos a nuevas masculinidades, abandonan, dejan de proveer, son menos longevos, carecen de la presión social del rol de género asociado con cuidar: una brecha a abatir.
La provisión de cuidados requiere conocimiento ante casos de emergencia. Riesgos de problemas cardiacos, respiratorios o incluso accidentes en el hogar, entre ellos caídas, revelan la necesidad de impulsar el conocimiento y uso adecuado de números como el 911.
Operado en la Ciudad de México por el Centro de Comando, Control, Cómputo, Comunicaciones y Contacto Ciudadano (C5), el 911 representa una herramienta esencial en crisis y es crucial que tanto las personas cuidadoras como las cuidadas —particularmente quienes viven solas— conozcan cuándo y cómo utilizarla, a fin de proporcionar información precisa sobre la situación.
Cada día, en promedio, el 911 atiende cerca de 200 llamadas relacionadas con situaciones médicas o lesiones por caídas. Cuenta con un área de Telemedicina, la cual ha ofrecido en 2024 más de 130 mil atenciones a través de videollamada.
Un sistema que permite a médicos apoyar a la persona en situación de emergencia, valorar y determinar la movilización de una ambulancia de manera coordinada con el ERUM, CRUM y Cruz Roja. Los principales motivos de atención han sido infartos, eventos cerebrovasculares y riesgos asociados al embarazo. Es una herramienta contributiva del Sistema Público de Cuidados planteado por la Jefa de Gobierno, Clara Brugada.
Hay oportunidad de mejorar los tiempos de atención o lo que es lo mismo más recursos humanos y de ambulancias. La atención por telemedicina es una tendencia incluso a nivel mundial. España cuenta con el número 112 y un servicio de teleasistencia, similar a 911, para emergencias generales y relacionadas también con salud mental o soledad.
Estados Unidos ha desarrollado programas de visita de bienestar para personas adultas mayores que viven solas, gestionados a través del 911 y la Policía local para verificar las condiciones de la persona. Japón tiene sensores en los hogares de quienes están solas o solos para alertar a servicios de emergencia en casos de inactividad prolongada o caídas; están diseñados para personas con poca movilidad o acceso limitado a teléfonos.
El uso adecuado y pertinente del 911 o el servicio de Telemedicina es útil para la ciudadanía: del otro lado de la línea también hay personas cuidadoras.