Opinión

La impunidad no tiene permiso en la CDMX

Ataque Fueron baleados Diana Sánchez Barrios y su novio en la calle de Motolinia. (Oliver Méndez )

La pregunta de fondo en el ataque contra Diana Sánchez Barrios en el cruce de Motolinía y 5 de Mayo en el Centro Histórico de la Ciudad es ¿por qué el grupo que lo perpetró pensó que podía salirse con la suya?

No tiene lógica. Muchas cosas pudieron salir mal, que uno de los sicarios se resbalara con una cáscara de plátano, que pasara por ahí un policía con ganas de hacer su trabajo, que entre las docenas de testigos alguien identificara a los agresores. Es una zona plagada de cámaras de video vigilancia, no solo las que pertenecen al gobierno de la ciudad, sino que la mayoría de los comercios de la zona tiene la suya propia, de modo que la ruta de escape de los agresores se documentaría tarde o temprano, justo como ocurrió.

A pesar de todo eso se dio la orden de disparar con una confianza ciega en la impunidad, en que las autoridades le echarían tierra al asunto y lo dejarían pasar hasta que se olvidara, pero no fue así, se equivocaron. Su exceso de confianza abre una brecha para que el gobierno de Clara Brugada pueda retomar el control del Centro Histórico, reducir a los extorsionadores y claro a las pandillas que tienen su base de operaciones en Tepito, que se confunden con vendedores ambulantes, y que delinquen con el nombre genérico de Unión Tepito y dominan en buena medida la vida criminal de la ciudad.

La clave en esto, lo saben todos los implicados, es que haya en el Palacio del Ayuntamiento voluntad política para enfrentar el crimen, aunque en el camino broten inconvenientes como detectar protección o complicidad policiaca y de funcionarios de la alcaldía Cuauhtémoc.

Ayer en la mañana se informó de la captura en el municipio de Tecámac, en el Edomex. A decir de la información de la policía capitalina. Tras el análisis de los videos de las cámaras del C2 y del C5 y distintas acciones en campo, se pudo establecer que Gael “N” e Iván “N”, posterior a la agresión huyeron a bordo de una motocicleta color negra. En su ruta de escape, arribaron a la calle de Apartado, en la colonia Centro, donde el conductor, Iván “N”, se detuvo por unos instantes para obtener una sudadera color amarillo y posteriormente continuar con el trayecto. Instantes después, el presunto sicario, Gael “N”, bajó de la motocicleta, mientras que el conductor continuó hasta la Unidad Habitacional Kennedy, ubicada en la colonia Jardín Balbuena, de la alcaldía Venustiano Carranza, donde abandonó la motocicleta, la cual fue encontrada, asegurada y puesta a disposición del Ministerio Público ese mismo día. El seguimiento continuó hasta Ojo de Agua en Tecámac.

No se regatea un amplio reconocimiento al trabajo policiaco, pero el caso está lejos de resolverse. Todavía falta atrapar otro sicario que sigue suelto y conocer de parte de quién y por qué. Además de los detalles del vínculo entre el ataque contra Sánchez Barrios y el asesinato de la abogada Oralia Pérez en Avenida Cuauhtémoc y Viaducto. Hay dos personas muertas, los autores materiales están en severos aprietos y en los interrogatorios se pueden tener elementos para conocer el fondo del asunto y acaso poder responder la pregunta planteada el principio del texto: ¿Cómo es que pensaron que podían salirse con la suya? ¿Por qué pensaron que quedarían sin castigo?

El mensaje de las autoridades capitalinas en este episodio debe ser que la impunidad no tiene permiso en la CDMX. Si se jala la madeja hasta donde tope se puede asestar un golpe devastador contra los generadores de violencia que se sienten dueños del Centro Histórico de la capital del país.

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