Si bien es cierto que en una campaña política se hacen promesas sensacionalistas para ganar votos, habiendo conocido el estilo personal de gobernar de Donald Trump, podemos discriminar aquello que puede percibirse exagerado y difícil de cumplir. Sin embargo, de acuerdo a experiencias tenidas en el período en que gobernó el neoyorkino de 78 años, sabemos que sí puede empeñarse en cumplir.
La habilidad de este personaje para sobrevivir en la política de Estados Unidos es admirable, ya que a pesar de ser un convicto de la justicia por 34 cargos en su contra, el agravante no impidió su ascenso al poder. Y es que se trata de un hombre que ha sabido interpretar el sentir y anhelos de una gran parte de los electores norteamericanos, esos que no alcanzan una escolaridad superior a la del bachillerato, que se concentran en poblaciones rurales, que no poseen los mejores trabajos por su limitada preparación y que en buena medida ven con malos ojos a latinos, negros y sobre todo a inmigrantes.
En un hecho sin precedente, Trump arrasó en el colegio electoral, pero también en el voto popular y logró mayoría en las dos cámaras. Su fuerza es innegable y a partir del próximo 20 de enero el mundo entero ya no será el mismo. Su visión proteccionista y deseo de situar a los EU como la potencia mundial indiscutible lo llevará a tomar decisiones que él mismo ha anunciado en el sentido de cambiar las políticas hasta ahora seguidas por el gobierno de Joe Biden, tanto en el plano nacional como en el internacional.
En el caso de México, aun cuando se ha difundido la idea de que no habría sobresaltos y no hay de qué preocuparnos, la realidad es que si nos atenemos a sus dichos, tendremos que poner atención en primer lugar al tema de la deportación masiva de migrantes que ya sabemos lo negativa que es, no sólo desde el punto de vista humano, sino porque generará un problema enorme recibir a esas miles de personas que regresarán a nuestro país, donde ya estamos saturados de una población cada vez más numerosa que busca llegar a la frontera norte y se internan en nuestro país. Además, desde el punto de vista económico el regreso de migrantes a México provocará necesariamente una disminución en la recepción de remesas, que es hoy la fuente de divisas extranjeras más importante para nosotros como país.
Por otra parte, para los EU esa deportación tendrá consecuencias negativas por falta de mano de obra en los sectores agrícola y de la construcción, además del boquete económico que significaría para la economía estadounidense que en el curso de los años llegaría a cifras multimillonarias en dólares.
Otro tema que podría ser bastante dañino para nuestra economía es el de los famosos aranceles, el arma preferida por Trump para presionar en favor de sus decisiones; sin embargo esa amenaza es muy relativa ya que una medida así, impuesta a los miles de productos que exporta México a EU afectaría también a millones de consumidores norteamericanos.
Desde luego que la revisión del T-MEC en el 2026 con miras a quitar ventajas en favor de México habrá que verlo como un aspecto cuyo tratamiento desde ahora debe estarse considerando por los equipos de nuestros secretarios de economía y relaciones exteriores, en alianza con expertos del sector privado que han acumulado valiosa experiencia como negociadores.
Los incentivos que ofrecerá Trump a empresas norteamericanas para instalarse en EU serán otro asunto a considerar que nos puede afectar, ya que nuestras tasas impositivas serían superiores a las de nuestros vecinos, aparte de los costos adicionales por la inseguridad ante extorsiones y secuestros de ejecutivos de empresas mexicanas y extranjeras.
Precisamente la promesa de reducir impuestos a las empresas norteamericanas ha sido una de las principales razones del impacto favorable a los mercados con la llegada de Trump.
Como vemos no todo será color de rosa, se avecinan tiempos difíciles para nuestro país porque la posición proteccionista del nuevo presidente de EU afectará no sólo la economía de México sino la de todo el mundo.
@fer_martinezg