Esta semana que concluye, se llevó a cabo en Guadalajara la Asamblea del Consejo Internacional de Aeropuertos en América Latina (ACI-LAC), en una iniciativa que bajo nuestro punto de vista, era urgente y necesaria. Los días anteriores se estuvo hablando de las Tarifas de Uso Aeroportuario (TUA’s) y otros gravámenes que los pasajeros tienen que solventar y que hacen más caros los boletos de avión, lo cual desincentiva el uso de este medio de transporte que es, se sabe, el más seguro del mundo.
Y justamente el pasajero es la variable más delicada de toda la ecuación del transporte aéreo, porque sin pasajeros no hay aviación, no hay aerolíneas, no hay aeropuertos. De ahí que sea indispensable que todos los actores de la industria vuelvan sus ojos a quien hace posible el negocio y que muchas veces es el que tiene que asumir ineficiencias, reglamentaciones obsoletas, burocracias, costos excesivos, salas de abordaje saturadas, baños no tan limpios, colas, malos tratos, etc.
Precisamente ahí está el quid de la cuestión: ¿cómo puede una industria que crece continuamente y que se enfrenta a retos tecnológicos, laborales, regulatorios, climáticos, alinear todas sus vertientes y ser un excelente anfitrión para los viajeros?
Porque no olvidemos que detrás de cada vuelo hay un ejército de profesionales de alta especialización, los cuales deben cuidar cada fase de la operación para hacerla sistémicamente segura y sin fisuras. Pero todo ello no sería posible sin los pasajeros que son quienes sostienen el sistema completo y, sin duda, sin los gobiernos que también tienen que velar porque las cosas se den de una manera ordenada y apegada a los reglamentos que tantos años ha costado afinar (y que seguramente seguirán actualizándose).
Afortunadamente encontramos a una industria muy receptiva y con deseos de conjuntar esfuerzos para hacer de este sector una industria cada día más innovadora, eficiente, rentable, amigable con el medio ambiente y sobre todo, atenta a las necesidades de sus clientes.
En ello la tecnología cuenta mucho, ya que gracias a ella hoy es posible hacer más fácil el tránsito y la gestión de los usuarios por los aeropuertos y en sus abordajes y desembarques de los aviones.
Otro punto es la innovación para dotar a las terminales aéreas de zonas diversas para que el viajero pueda relajarse antes de iniciar un viaje que muchas veces resulta estresante por razones muy naturales (es increíble la cantidad de personas que le tienen miedo a volar, en mayor o menor grado), o bien porque hay condiciones meteorológicas adversas, retrasos que presionan las conexiones y demás.
Aquí es importante hacer notar que América Latina tiene aún mucho que caminar en estos dos aspectos. La seguridad de las operaciones no está en duda (salvo en casos extremos), pero la facilitación, es decir, todo aquello que le permite al viajero aligerar tiempos gracias al uso de tecnologías aún deja mucho qué desear y lo mismo puede decirse de las opciones de entretenimiento o descanso y, algo importantísimo, el trato de los diversos agentes que intervienen en el proceso, de la revisión de equipajes a la aduana o migración. Ojalá que las conclusiones de esta reunión no sean sólo discursivas sino acciones muy puntuales que hagan al viaje en avión “great again”. E-mail: raviles0829@gmail.com