El pasado martes por fin se sentaron las bases para arrancar en nuestro México lindo y querido un verdadero cambio de cultura y conducta hacia nuestros compañeros animales y, ¡ojo!, lo mejor, sin exclusión de ninguna especie. Tras 6 rondas en las que participaron legisladores de todas las fracciones con el fin de defender la iniciativa, se dio que tanto en lo general como en lo particular el Dictamen fuera aprobado por los 450 diputados presentes (¡cero abstenciones y cero manifestaciones en contra!), lográndose de esa manera elevar a rango constitucional la protección y el cuidado a las criaturas, lo que hasta hace poco parecía un imposible que además hoy cobra especial importancia, toda vez que suscritas en la Carta Magna será prácticamente imposible removerlas. Si acaso mejorarlas y/o ampliarlas. Siendo así, quedarán meritoriamente intervenidos los artículos 3º, 4º y 73, y corresponderá ya entrar a detalle en las legislaciones secundarias. De momento sólo queda esperar a que en el Senado topemos con la misma aceptación, sólo que por vidita suya, remediando (o si se puede eliminando) el (artículo) Segundo Transitorio, pésimamente mal redactado y por ello con una peligrosa referencia a plagas y riesgos sanitaros. Que conste que lo advertí.
Dado lo anterior, ahora más que hace unos días cabe la posibilidad de solicitar el restablecimiento del procedimiento para la modificación a la Norma Oficial Mexicana NOM-135-SEMARNAT-2004, para la regulación de la captura para investigación, transporte, exhibición, manejo y manutención de mamíferos marinos en cautiverio, ya que durante su elaboración existieron irregularidades que pudieran ser objeto de violaciones tanto a la Ley de Infraestructura de la Calidad como a las mismas Reglas de Operación impuestas a quienes participamos dentro del Grupo de Trabajo; pero asimismo, porque se trató de un ejercicio con evidente parcialidad y con una participación absolutamente dispareja. A efectos prácticos sólo dos organizaciones conservacionistas y protectoras tuvimos voz, misma que incluso no fue tomada en cuenta ni siquiera para entender y aceptar el nuevo lenguaje con que actualmente debemos referirnos a los animales no humanos, ya que una tercera persona -la más conocedora y experimentada en el complejísimo tema- se dio de baja al ver y sentir copado el Grupo de Trabajo por delfineros y véase si no, puesto que por parte del sector gubernamental fueron un 35 por ciento; por parte del sector académico un 13.5 por ciento y por parte del sector empresarial delfinero un 19 por ciento, quedando sólo un 8.1 por ciento de quienes por ridículo que parezca estuvimos en representación y defensa de los delfines y demás mamíferos marinos bajo cautiverio. No omito citar haber sentido que todo estaba arreglado para aparentar participación de todos los interesados preocupados y ocupados en la materia, y que la dizque “modificación” estaba desarrollándose a modo, partiendo de que en ninguna parte del ordenamiento se percibe el principio de progresividad obligado para una reforma como tal. Al momento no pude expresar nada públicamente porque nos hicieron firmar una carta de confidencialidad cuya vigencia, supongo, finalizó justo el día en que el documento fue publicado en el Diario Oficial de la Federación (DOF) para Consulta Pública, contando con 60 días naturales para realizarle observaciones, mismas que desde antier quizás hasta obsoletas nos hayan quedado a quienes las emitimos, en mi caso bajo protesta, al aprobarse las reformas comentadas al inicio del presente texto y que aplicarán a la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. Igualmente motiva pedir el restablecimiento del procedimiento porque aunque en tiempo, que me conste, dos personas solicitaron participar y no fueron aceptadas pese a no haberse llegado todavía al 50 por ciento del desarrollo del texto, en cambio sí procedió solicitud similar para con dos MVZ con especialidad práctica en la materia. Con uno de ellos confieso que me equivoqué al motivar su participación, pensando en que apoyaría con fundamentos científicos y por experiencia directa el enorme daño que los mamíferos marinos muchas veces presentan en ojos y piel a causa de su mal “manejo y mantenimiento”, pero no. Finalmente calló su opinión para evitarse conflictos innecesarios, y para estos mártires del cautiverio, especialmente los delfines… con una sensibilidad harto conocida, pero más que ello con una inteligencia que les permite reconocerse y que recorren distancias enormes y se sumergen a grandes profundidades, solamente quedó que continúen su larguísima vida (cuando no se mueren prematuramente) en alberquitas-peceras coloreaditas de azul mar para que los visitantes los tengan bien cerquita, los manoseen y contemplen en esas miserables mazmorras, en este caso subacuáticas. Por último, se ha de saber que también se alteró la metodología y que ni una sola letra se desarrolló para protocolos de atención a contingencias por fenómenos ¿naturales? En fin, que ojalá doña Alicia Bárcena y quienes más tengan vara en el asunto acepten la solicitud, para en tal caso realizar una NOM a la altura de las circunstancias.
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