En muchas entidades federativas, las policías locales son parte del problema de seguridad, no de la solución. Por su añeja fragilidad institucional son presas fáciles de los grupos de la delincuencia organizada que los ponen ante la disyuntiva de plata o plomo. Casi siempre eligen plata y en poco tiempo se convierten en empleados de los carteles. En algunos casos, los policías asumen en los hechos el mando de la actividad criminal en una plaza y tiene a los delincuentes locales trabajando para su beneficio.
El estado de Guerrero es pródigo en ejemplos nefastos. La policía de Iguala entregando a los normalistas de Ayotzinapa en las manos de quienes serían sus verdugos, los Guerreros Unidos. En Taxco la policía local usando las instalaciones oficiales como casa de seguridad para ocultar y vigilar a la gente que secuestraban. En Chilpancingo diseñando un plan para secuestrar y decapitar al alcalde. Esa es la clase de policías que tenemos y que, salvo las excepciones, en lugar de dar confianza, dan miedo.
En este contexto la Guardia Nacional se presenta al país como una alternativa casi única de hacer el trabajo de protección desde una perspectiva policiaca. La Guardia Nacional ya está por ley en la estructura de la Defensa, pero contra lo que pudiera pensarse el proyecto no es de militarización, sino aprovechar las fortalezas innegables del Ejército para conforman un cuerpo policiaco de alto nivel, con agentes que se prepararon en el Heroico Colegio Militar no para ser oficiales del Ejército Mexicano sino mandos de la Guardia Nacional.
En un amplio reportaje con la firma de Jennifer Garlem, Crónica explica que entre soldados y agentes en el Colegio Militar hay un tronco común de seis meses y después el adiestramiento es totalmente distinto para cada grupo. Los cadetes aseguran que en el H. Colegio Militar se han transformado, en lo físico, en lo profesional y en lo personal. En un principio, relatan, no fue fácil asimilar la disciplina, pero con el tiempo se acostumbraron a ella y sus horarios. Las personas que están en la Guardia Nacional abren por completo su mente. La formación exige estar convencidos de su vocación.
Para los cadetes, el día empieza a las 05:00 y termina a las 21:00 horas; inician con honores a la bandera, sus clases en aula son de 07:00 a 12:50, después realizan actividades físicas y tienen las últimas dos horas del día libres para realizar tareas. Su formación académica incluye inglés y francés. Los cadetes utilizan seis diferentes uniformes para sus actividades, cada uno de ellos cuenta con distintivos especiales. Los cadetes permanecen en el plantel de lunes a sábado, los jueves pueden recibir visitas y el domingo es día libre. Que le den una oportunidad a la Guardia”, piden, “somos gente capaz que se está preparando para servir al país de la forma en la que se tiene que servir. Eventualmente nos vamos a ganar la confianza de todo el pueblo, dijeron a la reportera Garlem. Están totalmente seguros.
No se trata de una solución mágica, sino una respuesta estatal a necesidades concretas. Es una oportunidad y a todos conviene que salga bien, porque tampoco es que haya otras opciones en el horizonte. Por eso hay quien dice que la Guardia Nacional no tiene permiso de fallar. Las nuevas generaciones de mandos de ese cuerpo irán saliendo de las instalaciones del Colegio Militar, las mejores en su tipo de América Latina, cada vez más preparados para encarar el desafío de la delincuencia con eficacia, pero con entrenamiento para conectar con la gente y respetar en todo momento los derechos humanos. A todos conviene que la Guardia Nacional tenga los mejores resultados en el menor tiempo posible.