Opinión

Aldea Global

Netanyahu, el criminal

Criminal El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, el pasado lunes en el parlamento de Jerusalén, trata de callar las protestas de familiares de rehenes (ABIR SULTAN/EFE)

A estas alturas, a nadie le debería sorprender que la Corte Penal Internacional (CPI) haya emitido una orden de arresto en todo el mundo contra el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, su exsecretario de Defensa, Yoval Gallant, y tres dirigentes de Hamás. Lo sorprendente, es que el tribunal de La Haya que estudia crímenes de guerra y lesa humanidad, haya tardado tanto tiempo.

Ya sabíamos que los líderes de Hamas cometieron crímenes contra la humanidad durante el atentado terrorista del 7 de octubre de 2023, no sólo porque planearon y ordenaron la matanza a sangre fría de cientos de israelíes indefensos y porque tomaron a decenas de rehenes (un centenar de ellos aún bajo su poder), sino también por haber expuesto a toda la población de Gaza a la venganza israelí, que cualquiera sabía que iba a ser terrible. Y también sabíamos desde hace un año que Netanyahu merece ser equiparado a los terroristas islámicos, por ser el responsable directo de los bombardeos masivos e indiscriminadosn que desde entonces han matado a más de 44 mil palestinos

Como era de esperar, Netanyahu y Gallant han reaccionado escandalizados por la orden de La Haya y por supuesto no tardaron en acusar de antisionista a los jueces de la Corte, a la ONU, a su secretario general, Antonio Guterres, y en general a todos los que acusan al Estado judío de estar cometiendo crímenes contra los dos millones de habitantes de la Franja de Gaza, a la que tiene atrapada en una especie de gigantesco “ghetto” o cárcel a cielo abierto.

Pues bien, si condenar la “limpieza étnica” en la Franja de Gaza, con tintes claramente genocidas, equivale a ser considerado un antisemita, se sorprendería Netanyahu de la cantidad de “antisemitas” que hay en todo el mundo.

No sorprende, lamentablemente, la rapidez con la que el presidente de EU, Joe Biden, ha condenado con dureza la orden de captura internacional contra su aliado Netanyahu. Quizá su mente nublada de octogenario se olvidó ya cuando felicitó a la CPI por haber emitido una orden de captura internacional contra el presidente Vladimir Putin, por el secuestro de decenas de niños ucranianos, llevados a la fuerza a Rusia. Convendría recordarle que el secuestro de niños de un país invadido es un crimen de guerra, pero asesinar a 15 mil niños palestinos (y la cifra se incrementa cada día) es, además de un crimen de guerra, un crimen de lesa humanidad.

Crimen Un padre palestino llora sobre los cadáveres de sus dos hijos, muertos en un bombardeo israelí, en el sur de Gaza (HAITHAM IMAD/EFE)

Pero, si no es ninguna sorpresa la reacción de Biden (su embajador en la ONU vetó el miércoles una resolución del Consejo de Seguridad para un alto el fuego y que Israel no “mate de hambre” a los palestinos), lo que sí es como mínimo desesperanzador es la indiferencia de la sociedad israelí ante los niveles inhumanos de crueldad de sus líderes contra el pueblo palestino. ¿Cómo no ha habido una sola manifestación en Israel para protestar contra los bombardeos de campos de refugiados en Gaza? ¿Cómo pueden permanecer impasibles ante las imágenes en el noticiero de colonos destruyendo los poquísimos camiones con ayuda humanitaria que el gobierno israelí se digna a dejar pasar a la destruida Franja, a sabiendas de que están matando de hambre a toda un pueblo?

En vez de manifestarse sólo para exigir la liberación de los rehenes, la sociedad entera israelí debería paralizar el país para forzar ya una negociación de alto el fuego, que incluya la liberación de los rehenes, la liberación de los accesos a la destruida Franja para que entre en masa la ayuda humanitaria, y también (por si no se acuerdan) la liberación de miles de palestinos, muchos de ellos niños, que se pudren en cárceles israelíes desde hace años, sin conocer ni siquiera de qué están acusados; ellos también son rehenes, por si no se habían percatado. Y, por supuesto, una vez logrado todo esto, no deberían parar hasta derrocar al gobierno más extremista y más sangriento de la historia de Israel, además de entregar a Netanyahu ante la Corte de La Haya (como hizo en su día, con toda la dignidad del mundo Serbia, cuando entregó a La Haya a su líder y criminal de guerra Slobodan Milosevic).

Para los que jamás aceptaremos la anexión de facto de todos los territorios ocupados, ni la absurda idea que proponen algunos ingenuos de un solo país para los dos pueblos (que a estas alturas se odia a muerte), y seguimos apostando por la solución “dos Estados”, en el que sea sagrado el derecho a vivir bajo fronteras seguras y con viabilidad económica, la única solución a esta catástrofe humanitaria que arrastra Oriente Medio desde hace décadas pasaría porque ambos pueblos (por sí mismos o mediante la presión internacional) pudieran elegir exclusivamente a políticos pacifistas o cuando menos pragmáticos y se rebelaran contra sus dirigentes y arrinconaran a los políticos fanáticos que sólo entienden el valor de las armas.

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