La deportación masiva será el momento estelar del Reality Show que prepara la nueva administración Trump. Será un espectáculo inhumano, transmitido en vivo y a todo color en la tele y las redes sociales, comenzando por “X” del magnate sudafricano Elon Musk, quien ya es una suerte de ministro de propaganda de la Casa Blanca. Trump y Musk quieren agregar una cruz en forma de gancho a las barras y las estrellas.
El objetivo del espectáculo es maltratar migrantes indocumentados para que los ciudadanos americanos que votaron por Trump vean que sí cumple con sus promesas de campaña. Maltratarlos, exhibirlos en jaulas, no resolverá el problema de la migración, que tiene raíces muy profundas. Ese no es el objetivo. Lo que se busca es mostrar al mundo que Donald es un bravucón que cumple su amenaza de ensañarse con los más vulnerables. No le interesa entrar al fondo del asunto, ni siquiera analizar las causas. De eso nada. Lo que quiere es dar un golpe de efecto y decir que gracias a él América es grande de nuevo, aunque sea más chiquita que nunca.
Casi nadie piensa que se pueden sacar de ese país a más de 13 millones de personas distribuidas en los más de 3 mil condados que hay en la Unión Americana. No hay ni presupuesto. Ni siquiera movilizando al Ejército se podrá, pero con que tres o cuatro mil migrantes de tez morena sean captados por las cámaras con cara de asustados es más que suficiente. Si pueden captar imágenes de familias desgarradas por la pena de separarse mejor, mucho mejor.
Eso es justo lo que anhelan los supremacistas que admiran a Trump y que apuestan que la Tierra es plana y que el Universo se creó, literalmente, en seis días. Se dicen cristianos ejemplares, pero se excitan con las redadas. Disfrutan ver a personas esposadas sacadas a empujones de sus centros de trabajo. La vulnerabilidad de los migrantes indocumentados los convierte en presa fácil de los abusadores. El gabinete de Trump es una convención de abusadores. Tal parece que hizo una audición para sacar al más gandalla de la pradera.
Lo malo para México es que cualquier decisión que se tome le pegará por debajo de la línea de flotación. Abarrotar las ciudades fronterizas y ajustar a la baja las remesas, que son cruciales para la estabilidad del país, son problemas complejos para los que no hay alternativas a la vista. 2025 será uno de los años más complicados de la historia reciente del país y requerirá, para salir a flote, del talento, la imaginación y la resiliencia de todos, comenzando por aquellos que tienen la responsabilidad de conducir la política exterior.
La presidenta Sheinbaum Pardo dijo que ya tiene un plan. Más nos vale que así sea. México tiene capacidad negociadora y golpear al país, sería también afectar a las múltiples empresas de Estados Unidos que tienen operaciones en nuestro país y cuyos beneficios llegan a los inversionistas del lado norte de la frontera. De aquí a la tercera semana de enero del año próximo lo que procede es contrarrestar la narrativa trumpista de que los migrantes son la fuente de todos los males de la sociedad gringa y mostrar con datos duros que los trabajadores mexicanos son en realidad una bendición para la fortaleza de la economía norteamericana.
Como casi todo en la política es un problema de percepción. Si la comunidad empresarial detecta que Trump se ensañará con México, lo pensarán dos veces antes de arriesgar su dinero en el país. Las ciudades fronterizas abarrotas de migrantes se volverán cada vez más peligrosas, los mexicanos y cualquier persona con rasgos latinos, estará expuesta a agresiones de todo tipo en Estados Unidos. La defensa de los connacionales en Estados Unidos se perfila como prioridad para el nuevo gobierno mexicano.