Temor de profundizar una familia precarizada por las agresiones del cónyuge o ex pareja —en el 80 por ciento de los casos el principal agresor— y silencio ante la percibida complicidad social protectora del machismo han sido factores para extender la impunidad ante la violencia familiar y de género.
El 25 de noviembre de 1999, la Asamblea General de las Naciones Unidas declaró esta fecha como el Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. Desde entonces, se ha convertido en un espacio de reflexión y acción global; el avance significativo es aún incipiente si tomamos los datos de organismos como Ola Violeta AC, liderado por María Elena Esparza Guevara, quien estima en 80 por cierto el subregistro de violencia contra ellas, especialmente la psicológica, aunque no se excluye de la sexual y física.
A 25 años de la oficialización de una fecha de militancia contra la violencia machista, persisten retos y responsabilidades colectivas. México, y particularmente la Ciudad de México, son punto de partida de políticas públicas impulsadas por dos figuras centrales: la Presidenta Claudia Sheinbaum y la Jefa de Gobierno Clara Brugada.
La adopción de instrumentos como la Convención de Belém do Pará (1994) y la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW) han establecido marcos legales sólidos. Movimientos como #MeToo o #NiUnaMenos han sacado la violencia de género de los espacios privados.
En América Latina se ha legislado contra el feminicidio, implementado protocolos de atención integral para víctimas y avanzado en el acceso a la justicia con fiscalías y tribunales especializados en temas de género. Sin embargo, persiste la brecha entre las normas y su aplicación.
Según el Índice Global de Brecha de Género 2024 del Foro Económico Mundial, tomaría 134 años cerrarla completamente al ritmo actual. México ocupa la posición 33 entre 146 países; es líder en paridad legislativa, aunque en participación económica está en el sitio 109. Hay Alerta de Género en 24 entidades en nuestro país.
Según el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, hasta septiembre de este año se han registrado 598 feminicidios, sin considerar el subregistro de algunas entidades dada la resistencia política a catalogarlos como tales.
En la capital nacional, la narrativa del tiempo de mujeres está sustentada en estrategias como “el agresor sale de casa” o políticas como el Sistema Público de Cuidados impulsado por Clara Brugada. En 2022, Sheinbaum instruyó la creación de la Línea SOS Mujeres *765 que opera el Centro de Comando, Control, Cómputo, Comunicaciones y Contacto Ciudadano (C5) para la atención inmediata a las violencias en cualquier espacio, con orientación jurídica, psicológica.
Brugada, como alcaldesa de Iztapalapa, desarrolló el programa “Caminos Seguros” —ahora desplegados en toda la Ciudad—, para transformar el espacio público mediante iluminación, cámaras de vigilancia y recuperación urbana en zonas de alta incidencia delictiva.
En la dinámica de conocimiento respecto a las desigualdades estructurales, la generación de estadística con perspectiva de género —como ha empezado a desagregarla desde octubre pasado el C5, en las llamadas de emergencia y denuncia anónima— contribuye a conocer la dimensión del problema para nombrarlo en toda su magnitud.
De acuerdo con los reportes a las líneas 911 y *765, operadas desde el C5, cada día se tiene un promedio de 265 peticiones de apoyo o auxilio de mujeres, el 90 por ciento relacionadas con violencia física o verbal.
La necesaria participación de los hombres es aún famélica. El concepto de “nuevas masculinidades” redefine roles hacia una sociedad igualitaria. Insuficiente todavía. A 25 años de la declaratoria del Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, es indispensable poner los avances en la perspectiva de la Agenda 2030 de la ONU que se proponía para ese año eliminar este conjunto de delitos.
Se requiere voluntad política y participación cotidiana de todos los sectores sociales y autoridades para visibilizar sin temor a los datos y atacar las causas.