Si hay voluntad política al más alto nivel, dentro de poco caerán o serán eliminados los hermanos Hurtado Olascoaga, líderes de la Nueva Familia Michoacana que tiene en sus garras a buena parte del Estado de México, en particular las poblaciones que colindan con Michoacán y Guerrero en la llamada Tierra Caliente.
La condición es esa: que haya una instrucción clara, sin espacio para interpretaciones, de ir por ellos. Lo demás fluirá. Me refiero a las más altas autoridades tanto del Edomex como de la Federación.
Los jefes actuales de la banda criminal, apodados El Pez y El Fresa, han tenido por años protección política y policial. Esto les permitió andar como cualquier vecino en lugares como San Miguel Totolapan, viviendo en una mansión a una cuadra de la alcaldía, a la vista de todos. El Fresa grabó un video muy quitado de la pena para intentar deslindarse de una masacre en la que murieron 12 personas. Poco después se encontró una cabaña de lujo en la marginada comunidad de La Morena. La cabaña tenía, aunque usted no lo crea, una pista de aterrizaje anexa.
Fue muy comentado el video en el que aparece el Fresa en un palenque de Tejupilco disfrutando del espectáculo; eso sí; en la zona VIP. O sea que andan por ahí, ensañándose con la población, moviéndose con libertad. Las policías locales no meten las manos. Hay multitud de testimonios de gente que ve a los enviados de la Familia Michoacana extorsionando a comerciantes, prestadores de servicios o productores a plena luz del día con policías municipales a pocos metros de distancia volteando para otro lado, con la conciencia de que juegan en ligas menores.
La fragilidad institucional de las policías explica en buena medida el empoderamiento de los grupos criminales que por años no han tenido que preocuparse por los uniformados, se preocupan por sicarios de bandas rivales. La ley de la selva. Me tocó conocer casos de personas de bien que tuvieron que salir huyendo de Valle de Bravo ante la presión de los extorsionadores de la Familia Michoacana. Pusieron tierra de por medio. Están intentando comenzar de nuevo en otras latitudes. Una vergüenza para todos.
La Familia Michoacana fue creada en Apatzingán por Nazario Moreno. Sus amigos le decían Chayo y los demás “El más loco”, por algo será. Nazario asumió la vida criminal como una experiencia religiosa, algo así como cristianos fundamentalistas que usan las armas para proteger la tierra y sus familias del acoso de los Zetas. O sea, comenzaron como grupo de auto defensa que, como suele ocurrir, terminó siendo una banda criminal sanguinaria.
Nazario tuvo el acierto de crear, con dádivas diversas, una base social que es una de las claves de la expansión del grupo. A esto se añade una estrategia rigurosa de compra o eliminación de autoridades. Como algunos recordarán a la muerte de Nazario La Familia se rompió y surgió de sus entrañas otro grupo criminal denominado Los Caballeros Templarios, cuya cabeza visible era el maestro Servando Gómez, La Tuta. Los Caballeros provocaron una crisis institucional en Michoacán al trascender que gobernadores del estado eran parte de su estructura criminal.
El gobierno federal logró terminar con los Caballeros Templarios, pero a un costo altísimo. Derrotarlos supuso el crecimiento del CJNG. Por un tiempo pareció que la Familia Michoacana desaparecía, pero no. Con los años se reagruparon y retomaron fuerza una vez que la familia Hurtado se hizo cargo de la banda. Desde hace años los hermanos han estado en el radar de las autoridades que les siguen los pasos, aunque todavía no han podido echarles el guante. Tal vez a la hora buena les funcionó el círculo de protección oficial. Si ese círculo de protección oficial ya se rompió y hay voluntad política, los Hurtado pronto tendrán que enfrentar las consecuencias de sus actos criminales.