Opinión

Auto experimentación en medicina

Científica mirando a través de un microscopio
Trabajo en laboratorio. Trabajo en laboratorio. (pexels-edward-jenner)

Un reporte reciente en la revista Vaccines (doi: 10.3390/vaccines12090958) da cuenta de una nueva experiencia de autoexperimentación que puede dar luz para el tratamiento del cáncer en ciertas condiciones. Se trata de la Dra. Halassy, una investigadora en Sarajevo que se enfermó de cáncer de mama triple negativo (es decir, agresivo) en 2016, por lo que fue sujeta a mastectomía, seguida de radio-quimioterapia. En 2018 tuvo una recurrencia local que fue removida quirúrgicamente y en 2020 volvió a presentar recurrencia. Al no querer enfrentar un nuevo ciclo de radio-quimioterapia y dado que es una viróloga experta, decidió autoexperimentar con un protocolo de viroterapia oncolítica diseñado por ella.

La viroterapia es un procedimiento que consiste en utilizar ciertos virus para infectar a las células tumorales con la idea de que, por un lado, el virus destruya algunas de ellas y, por otro lado, se despierte una respuesta inmunológica contra el virus y, por lo tanto, contra las células tumorales que lo contienen. La doctora decidió inocular su tumor con inyecciones secuenciales de virus de sarampión por algunas semanas, seguido de inyecciones con un virus de estomatitis. Después de dos meses de tratamiento el tumor se redujo considerablemente, se desprendió del músculo y de la piel y fue posible resecarlo quirúrgicamente, sin dejar tejido remanente. El análisis histológico mostró importante infiltrado linfocitario en el tumor, que no existía en la biopsia original dos meses antes. No hubo efectos secundarios que lamentar y cuatro años después la doctora sigue asintomática y sin evidencia de tumor.

La autoexperimentación en medicina no es rara e inclusive ha dado lugar a descubrimientos y desarrollos que han sido galardonados hasta con el Premio Nobel de Medicina y Fisiología.

El cateterismo cardíaco que hoy es una realidad y salva muchas vidas se inició por un auto experimento que realizó el médico alemán, Werner Otto Forssmann, quien en busca de una forma de administrar medicamentos directamente al corazón, a los 25 años, en 1929, mediante una venodisección en el brazo se colocó el mismo un catéter hasta el corazón y fue a rayos X para comprobar que ahí había quedado. En 1956 compartió el Premio Nobel de Medicina y Fisiología con Cournand y Richards por sus descubrimientos sobre el cateterismo del corazón y los cambios patológicos en la circulación sistémica.

Otro caso conocido fue el de la infección por Helicobacter pilori, agente causal de la gastritis y la úlcera péptica. En buena parte del siglo XX esta enfermedad era muy frecuente y causaba muchas muertes. Se consideraba como una enfermedad debido al estrés, clásica de los altos ejecutivos, por lo que la propuesta de que fuera una infección no fue bien recibida. Barry Marshall de Australia para demostrar esto se tomó un trago de cultivo de Helicobacter pilori y días después desarrolló los síntomas claros de gastritis y la biopsia demostró la presencia de gastritis y la bacteria. Esto abrió el interés para hacer un estudio extenso al respecto y Marshall, junto con su maestro Robin Warren recibieron en 2005 el Premio Nobel de Medicina y Fisiología por este descubrimiento.

No todos los casos de autoexperimentación son exitosos. El Dr. Jesse Lazear y la enfermera Clara Maass murieron en 1900 y 1901, de fiebre amarilla, al haberse dejado picar intencionadamente por el mosquito para demostrar su transmisibilidad y Daniel Carrión, estudiante de medicina en Perú murió de “fiebre de Oroya” al haberse inoculado con el agente causal para demostrar su procedencia.

Existen dudas sobre si la autoexperimentación viola o no la ética. En muchos comités de ética es un asunto que no se tiene contemplado.

Dr. Gerardo Gamba

Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán e

Instituto de Investigaciones Biomédicas, UNAM

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