Opinión

Una caricatura llamada Aaron Rodgers

Ya no sé si fue patético, cómico o vergonzoso; si, la acción en que Aaron Rodgers, el muy veterano quarterback de los Jets de Nueva York, salió a bloquear para ayudar a su corredor y salió volando como un vil trapo, por los aires, como un anciano que quiere ponerse al tu por tu con un joven y sale perdiendo a todas luces.

Lo cierto es que Rodgers demostró más que nunca en su actualidad, que está más que fuera de la escena por más que lo quiera disfrazar. Ni su nivel, ni su calidad, ni su seriedad o entrega están ni cerca de lo que un día fue. Es una caricatura de sí mismo. Ayer cumplió los 41 años, y no por eso se le critica, no; después de todo, Tom Brady se fue a los 45 años y a los 44 de edad ganó su séptimo Super Bowl, pero Brady era un tipo que siempre se tomó muy en serio su papel como el líder de un equipo y lo demostró hasta el final.

Quizá en su última campaña y agobiado de asuntos personales extra cancha nunca logró enfocarse enteramente en su trabajo, pero jamás vimos que ante un error expresara un gesto de indiferencia como Rodgers lo ha hecho varias ocasiones.

La intercepción que le regresaron 92 yardas para anotación y ese intento de bloqueada que ya comentamos al inicio, son las mejor prueba de un tipo que hace tiempo que se fue, sólo persiste su sombra. Por eso, si debiera de elegir uno de los calificativos de arranque de esta columna sería el de patético, porque ver lo que fue a lo que hoy es, no viene ni al caso intentar preguntarnos si estará de regreso para la siguiente campaña.

A termino de esta temporada finaliza el contrato que tiene firmado con los Jets, y la realidad es que, a pesar de que él ha comentado de manera seria que quiere regresar a jugar para la campaña del 2025 y con los Jets, la gran interrogante es si la directiva esta convencida de volver a firmarlo, ya no por la edad sino por su nivel.

Y de hecho me pregunto si existirá algún otro equipo que se interesaría por él; me temo que no.

Rodgers podrá argumentar que si Brady o el mismo Brett Favre, su antecesor en Green Bay, lo hicieron, ¿por qué él no?

Bueno, bueno, tan sólo recordemos el coraje con que Favre jugó su penúltima temporada con Minnesota a los 40 años de edad (en la última la realidad es que ya no tenia gas), llegando incluso al Juego de Campeonato de la NFC. Ese coraje, esa , no se la hemos visto a Rodgers.

Siendo sinceros, creo que los Jets le darán las gracias y, como dicen los dueños de equipo, decidirán ir en otra dirección y la verdad es que harán bien.

Retirarse debe se rmuy difícil para un deportista que además es un ícono, leyenda y se nutre de la fama, porque seamos sinceros, estos tipos no siguen jugando por dinero, ya han ganado lo suficiente como para asegurar la vida de su siguiente generación.

No por nada, y siempre lo recuerdo y cito a Favre durante la conferencia de prensa en que anunció su retiro. Con lágrimas dijo: “No sé que hacer de mi vida después del futbol americano, nunca he hecho otra cosa desde que soy niño, siempre he jugado, no sé hacer otra cosa”.

Sin duda, no hay nada que agregar, y Rodgers quizá está en una misma situación.

Cuando la decepción adquiere un rostro

La noche del domingo tras la paliza de los Bills a los 49ers en esa congeladora que fue el estadio de Buffalo, nada fue más triste y desolador que el rostro de Kyle Shanahan, el coach de San Francisco, durante la conferencia de prensa, un momento donde todo el carácter del siempre seguro entrenador se esfumó ante el incesante bombardeo de preguntas sobre la catástrofe que han sido los 49ers esta temporada.

A cuestionamientos más directos que dardos envenenados, Shanahan tuvo que admitir que el equipo ofensivo no esta al nivel de sus mejores años (y se refería a uno o dos años atrás), que él como entrenador esta decepcionado y que sólo busca ganar semana tras semana sin pensar en metas más allá del siguiente juego.

Sin más, fueron palabras para salir del paso, porque la caída y decepción a sido colosal toda vez que arrancó la campaña como amplio favorito para regresar al Super Bowl.

Tan triste y crudo fueron sus respuestas que admitió que no hubo ningún mensaje especial para los jugadores tras la derrota, que lo único que harían sería sentarse a ver la película del juego y regresar a San Francisco, el algo que debió ser un vuelo silencioso y lleno de preguntas sin respuesta.

Un analista de la cadena NFL Network fue claro al señalar que quizá muchos comenzarían a pedir la cabeza tanto de Shanahan como de Johnny Lynch, el gerente general, ya que son una dupla y los responsables del proyecto actual en la Bahía.

El analista en turno fue claro y objetivo en señalar que la directiva encabezada por Jeff York no tomará medidas drásticas en el corto plazo, no cuando esta dupla ha redituado dos apariciones en Super Bowl en los últimos cinco años.

En eso puede que tenga razón, sería prematuro, pero ¿qué pasaría si llegado el momento se le pidiera al gerente general solucionar la situación, lo que significaría despedir al coach?

Lynch y Shanahan, antes que gerente y coach, son amigos muy cercanos, y eso sería un asunto de lealtad y profesionalismo que pondrían a prueba el carácter de Lynch.

Acabó la paciencia en Chicago

Finalmente la directiva de los Osos de Chicago tomó la decisión correcta al despedir al coach Matt Eberflus, quien durante tres años al frente del equipo demostró con creces que no iban a ninguna parte. Un récord de 14-32 lo dice todo, y la manera en que no supo aprovechar la ofensiva que le armaron con el novato, pero muy buen quarterback, que es Caleb Williams, dejó ver que no era el indicado para desarrollar a este joven talento.

Como es ya costumbre en la actual NFL, la gerencia de Chicago seguro optará por firmar a un entrenador de perfil netamente ofensivo para que funja como tutor de Williams, y aunque en el radar hay varios, no sería descabellado barajar el nombre de Frank Reich, aquel que desarrolló de gran manera el potencial del quarterback Andrew Luck en Indianápolis hasta proyectarlo como la máxima figura ofensiva de la década que comenzaba, y que sólo se acabó cuando sopresivamente Luck decidió retirarse en la cúspide de su carrera.

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