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Iván Archivaldo, no Ovidio, fue la figura central del llamado Culiacanazo, la peor tarde del Ejército en lo que va del siglo. El Ejército capturó a Ovidio, lo tenía, era suyo, pero lo dejó ir. ¿Por qué? La respuesta oficial fue que lo liberaron para salvar vidas. Las vidas estaban en peligro porque Iván Archivaldo al enterarse de la captura de su hermano movilizó a docenas de sicarios en tiempo récord y rodeó con camionetas atestadas de pistoleros con fusiles de asalto las unidades habitacionales donde vivían los familiares de soldados, amagando con abrir fuego.
La información sobre la situación imperante en Culiacán escaló hasta los mandos nacionales de la Defensa y del país y entonces salió la instrucción de recular. Un operativo fallido y doloroso para el instituto armado. Ovidio fue liberado, pero no crean que por la amarga experiencia se escondió en una apartada serranía, nada de eso. Se fue a una cabaña de lujo en una comunidad ubicada al norte de Culiacán. Todos en Jesús María sabían que el Ratón andaba por ahí, ya que a esa casona entraban hombres armados montando ruidosas cuatrimotos y camionetas blindadas.
Volvieron a ir por él y esta vez no fallaron. Fue una batalla cruenta, por momentos fuera de control. Murieron 30 personas entre ellos 10 soldados. Ovidio ya está extraditado en Estados Unidos pero su hermano Iván Archivaldo se quedó en Culiacán como si nada, sabiendo que contaba con un amplio círculo de protección oficial.
Sin embargo, de ese día a la fecha han cambiado muchas cosas. Hay tres aspectos diferentes: Los Chapitos resolvieron entregar al Mayo Zambada a los Estados Unidos, lo que dio lugar a una guerra civil entre las fracciones antagónicas del Cartel de Sinaloa. El segundo cambio fue que Donald Trump ganó la elección presidencial de Estados Unidos y va camino de regreso a la Casa Blanca. Durante su campaña ofreció instrumentar acciones militares en suelo mexicano para detener o eliminar a los jefes de bandas que introducen fentanilo a Estados Unidos. El tercer factor para considerar es que hoy ocupa la Secretaría de Seguridad federal, con amplias atribuciones, Omar García Harfuch, gracias al triunfo en la elección de junio pasado de la doctora Sheinbaum. Harfuch es un policía que domina su oficio y que tiene respaldo presidencial.
La combinación de los tres factores descritos son los resortes de la decisión de enviar a Harfuch a Sinaloa con el propósito de generar un cambio en la percepción de inseguridad y dar un golpe mediático, con repercusiones amplias en Estados Unidos, al detener una figura relevante, que podría consolidarse en el futuro como el hombre fuerte de todas las fracciones de lo que se conoce como Cartel de Sinaloa. Esa figura es Iván Archivado que tantas cuentas pendientes tiene con el Estado mexicano. Si Iván pensaba contar con el apoyo del gobernador Rocha, lo tendrá que pensar de nuevo porque el mandatario es un pato cojo a la espera de que caiga sobre él la guillotina judicial aquí o en Estados Unidos, donde sus expedientes son cada vez más gordos.
Sostengo lo anterior porque “pacificar la entidad” es un objetivo demasiado amplio que puede tomar décadas, pero el golpe mediático de atrapar a Iván Archivaldo puede ocurrir en cualquier momento, si es que todavía anda por Culiacán donde se siente protegido. No se olvida que hay una versión en Sinaloa que asegura que Iván Archivaldo es buen piloto y por ahí hay una enorme cantidad de pistas clandestinas, igual y ya emprendió la huida, pero si no se ha ido ya lo tienen en el radar y lo capturarán.