El campeón Julio César Chávez, acaso el mejor boxeador de la historia de México, que pasa por un momento de intensa visibilidad mediática, se sumó a los llamados por la paz y a detener la violencia en Culiacán y el resto de Sinaloa. “Yo le pido a todos, a todo Culiacán por favor que paren estas masacres, que paren porque Sinaloa es un estado muy bonito, la gente es muy bonita, es muy buena, muy trabajadora”. “Yo le pido a todos los cárteles por favor que ya, porque está entrando mucha gente de otros estados a robar, a saquear y a cometer cosas ilícitas. Se están aprovechando de la situación... Entonces le pido a todos los cárteles, con todo respeto, a los dos cárteles que se están peleando, por favor, que paren, que lo hagan por Sinaloa”.
No hay señales de que las fracciones antagónicas del Cartel de Sinaloa quieran deponer las armas. Pelearán a muerte hasta que caiga el último hombre en pie, aunque eso suponga tirar a Culiacán a un barranco del que tarde años en salir. En este largo combate hay un aspecto poco explorado por los medios y es la reacción de los culichis. ¿Qué opinan los habitantes de Culiacán de lo que les pasa? La narcocultura se estableció en Culiacán hace décadas. Los habitantes normalizaron que parientes, amigos o simples vecinos se sumaran a las filas del crimen organizado para obtener ganancias pingües en poco tiempo, para adquirir los artículos que distinguen a los que prosperan en ese negocio, escuchar la música que ensalza las hazañas de los matones y acostumbrarse a convivir con la violencia como escalera de ascenso social, algo que incluso es ensalzada.
Peso Pluma, promotor
La semana pasada la periodista Anabel Hernández, que conoce las entrañas del Cartel de Sinaloa, dijo que el artista Peso Pluma es pieza clave de la narcopropaganda del clan de los Chapitos. Hernández sostuvo que el cantante se ha convertido en un poderoso instrumento de legitimación del crimen organizado, no sólo en México, sino a nivel internacional. “Es un personaje muy importante, mucho más de lo que imaginamos, dentro del mundo del crimen organizado y en el clan de ‘Los Chapitos’. Difunde con éxito la narrativa del grupo criminal mediante su música, normaliza sus actividades criminales, lo que desde luego remite a la penetración de la narcocultura en una ciudad como Culiacán, que ahora es sufre en carne propia los estragos de la violencia de los narcos.
La actual ofensiva del gobierno federal en contra de las fracciones del Cartel de Sinaloa que dirimen sus diferencias a sangre y fuego en Culiacán, debe tener, de manera oficial como tema establecido por la propia autoridad en los medios, el tema de la penetración de la narcocultura y la responsabilidad de la gente al sumarse acríticamente a la romantización de la delincuencia Se dirá que es algo inevitable ya que la presencia del narcotráfico en Sinaloa ha impactado notablemente en las personas, desde pequeños crecen oyendo tiros, bailando narcocorridos y con la certeza de que la violencia es el detonador de la movilidad social y que es atractiva, incluso sexi, la moda buchón
El analista Jorge Sánchez considera que la narcocultura ha logrado permear en gran medida con sus hábitos, valorizaciones y deslegitimaciones las esferas organizativas de esta región del noroeste mexicano. Por lo tanto, esta manifestación representa una totalidad significativa mucho más extensa que la que aseguran algunos investigadores del tema, que no solo incluye a un sector mafioso con una Subcultura - supuestamente estigmatizada -, sino todo lo contrario, esta cultura popular condensa a una multiplicidad de actores y expresiones que se (re)construyen, reproducen y legitiman, día con día, en esta representación social de raíces eminentemente campiranas. ¿Cómo se desmonta eso?