¡Un equipo perdedor!, y ¿a quién le puede importar?, y es que quizá pocos o tal vez nadie se percató de una acción que lo aclaró todo respecto al despertar de las adormiladas Panteras de Carolina; o ¿acaso nadie se ha dado cuenta de que el equipo se ha vuelto un dolor de cabeza para algunos de los conjuntos contendientes en estas últimas semanas?
A menos de unos minutos de finalizar el encuentro en el estadio de las Águilas en Filadelfia, una de las sedes más hostiles de la NFL, la ofensiva de las Panteras se quedó a una jugada de seguir metiendo el pie a unas Águilas que sufrieron mucho más de lo necesario para llevarse la victoria.
Es verdad, las Águilas eran los favoritas y por un buen margen, pero la resistencia que encontraron por parte de las Panteras demostró que, efectivamente, el equipo de Charlotte es otro desde que regresó de su semana de descanso y devolvió la titularidad al muy sobrevalorado quarterback Bryce Young.
El detonante
Y es que el gesto al que me refería al comenzar a escribir esta columna fue el abrazo de camaradería y sobre todo de cierta paternidad asumida de parte del coach Dave Canales a Young tras haber dado todo en la cancha y no ser suficiente para ganar.
Pero ese gesto, ese abrazó y algunas palabras del entrenador al joven mariscal bien representaron la enorme diferencia entre infundir confianza para ser encontrar la solidez en vez de las palabras fuertes y hasta intimidatorias de otros coaches cuando se encuentran en circunstancias similares.
Es verdad que el anterior entrenador de Bryce Young no fue un ogro, me refiero a Frank Reich, quien por cierto es muy buen tutor de mariscales, pero lo cierro es que Reich jamás tuvo interés y mucho menos curiosidad por seleccionar y menos desarrollar a Young.
En ese sentido, bien puede decirse que este joven pasador salido de Alabama fue como un huérfano.
La llegada de Canales, un talento muy joven, y a quien le dijeron que si quería el trabajo lo tomara con lo que había disponible (léase Bryce Young) fue sin duda la chispa de confianza que necesitaba este mariscal.
Ciertamente no tiene ni el porte, ni el físico, ni las credenciales de otros como la recién primera selección colegial de este año llamada Caleb Williams con Chicago, pero también es verdad que Young fue la primera selección global en su momento con Carolina.
El desarrollo de Bryce lo estaremos atestiguando conforme corra el resto de esta campaña y la siguiente, pues Caneles ha ofrecido resultados y su contrato le permitirá seguir construyendo en Carolina.
Casos similares
No obstante, ¿qué nos deja esta historia entre Canales y Young en Carolina?, pues que siempre será de mayor valía las formas y las palabras a la amenazas y los gritos, y a esto nos referimos específicamente al caso de Tua Tagovailoa de Miami, curiosamente también ex pasador de la Universidad de Alabama.
Cuando Tagovailoa llegó a los Delfines, el coach era Brian Flores, un entrenador de perfil defensivo, y quien, como lo dijo en su momento Tua, siempre lo trato de una manera poco empática por no decir otra cosa, algo que fue un prejuicio de la confianza del pasador.
No pocos jugadores de los Delfines tacharon a Flores de ser un tipo duro que no conectaba con el equipo.
Al final, y por otros conflictos con el dueño del equipo de la Florida, Flores se marchó y llegó Mike McDaniels, una mente ofensiva, fresca y sobre todo joven. El resultado fue el regreso de la confianza en su juego por parte de Tagovailoa, quien en no pocas ocasiones ha alagado a McDaniels como un hombre inteligente, sensible y sobre todo, cercano y amigable, alguien que le ha dado la confianza, y en ese tiene razón cuando se puede apreciar el intercambio de ideas y palabras entre ambos.
Y es que lejos de querer retocar de un tono rosa a esta historia, es más que cierto que muchos jugadores requieren además de un coach, de un tutor de juego. Por eso, para terminar, nada mejor para ilustrar esto que la historia de Terry Bradshaw, aquel enorme quarterback de Pittsburgh en los 70 y que necesito de la confianza de alguien para recuperar su autoestima.
Bradshaw, la primera selección colegial de los Acereros en 1970, llegó con unas cartas credenciales impresionantes procedente del Tecnológico de Lousiana, sin embargo en ese primeros años jugó su peor futbol americano, al grado de que los analistas lo señalaban como el mariscal más tonto de la Liga.
Y no era para menos, era el protagonista de muchas de las escenas de bloopers de la NFL. En una entrevista ofrecida por el mismo allá en los 80, Bradshaw dijo que autoestima estaba tan dañada que incluso llegó a llorar por no encontrar la manera de jugar como lo hacía en la Universidad.
Su desesperación lo llevó a buscar a su antiguo entrenador de la preparatoria, donde, según el mismo Terry, jugó su mejor futbol americano. Las palabras y consejos de ese hombre, coach y tutor, le devolvieron la confianza necesaria para recuperar su carrera profesional. Dos años después se consolidó como el titular de los Acereros y al cabo de cuatro temporadas ganó el primero de sus cuatro Super Bowls.
Paradójicamente, Bradshaw llegó a declarar que jamás volvió a lanzar el ovoide tan bien como lo hizo en la preparatoria, y vaya que llama la atención si tomamos en cuenta que su mecánica era una de las más pulidas y vistosas para lanzar el balón.