El mensaje central de la sesión del Consejo Nacional de Seguridad Pública que congregó en el puerto de Acapulco a los gobernadores de la República, con la presidenta Sheinbaum y los integrantes de su gabinete de Seguridad fue: que cada uno haga su parte.
La Federación está realizando un esfuerzo supremo que comienza a dar buenos resultados, pero la solución definitiva no se alcanzará hasta que los gobernadores, e incluso los alcaldes, hagan su parte, que no se queden al margen viendo pasar los cortejos fúnebres, y pidiendo que las fuerzas federales vayan a sus estados a sacar las castañas del fuego. Eso no puede seguir.
Los gobernadores tienen que asumir personalmente, lo dijo Sheinbaum Pardo, como prioridad, atender los problemas de seguridad de sus estados. La seguridad es la primera responsabilidad de cualquier autoridad, es su razón de existir. Los gobernadores no pueden desatenderse, no pueden delegar, tienen que tomar al toro por los cuernos y encabezar ellos, todos los días, las reuniones de seguridad que no se pueden limitar al parte informativo sobre hechos criminales, tiene que ir más allá. Se debe tener una estrategia preventiva e instrumentarla para que los delitos vayan a la baja.
Ellos, hablo de los gobernadores, se tienen que coordinar a su vez con sus propias policías, fiscalías y pedir ayuda a la Federación, pero no suponer, jamás, que no tienen responsabilidad. Al contrario, son en sus estados los primeros responsables porque su cargo es resultado de un proceso democrático. La gente votó mayoritariamente por ellos en las urnas, para que generen condiciones de seguridad para que los habitantes desarrollen sus habilidades. La paz se construye en el lugar de los hechos. La seguridad no cae del cielo ni la llevan a los diferentes estados las fuerzas federales.
Los gobernadores tienen a la vista los cuatro ejes de la estrategia federal que pueden implementar dan sus estados. El primero es atención a las causas, el segundo es el fortalecimiento de las policías donde la mayoría de los estados se han quedado cortos. Muy cortos.
En demasiados estados los policías son parte del problema de seguridad, no de su solución. Guerrero, donde se llevó a cabo ayer la sesión del Consejo Nacional de Seguridad es un ejemplo inmejorable. Las policías de Chilpancingo, Taxco, Iguala, son en los hechos una banda mafiosa con uniforme. Hay que ser eficaces en el combate a los delitos pequeños para evitar los delitos mayores y que la delincuencia se convierta en el poder real en una comunidad.
Una policía con salarios dignos, bien pertrechada, y con capacitación constante ha sido, es y seguirá siendo el mejor dique de contención en contra de la expansión de las bandas criminales. En contraste, policías en el abandonado son presas fáciles para cualquier grupo criminal. Además, los gobernadores son claves para evitar la consolidación del narco cultura en sus estados, para evitar que se normalice el uso de la violencia para acceder a niveles altos de consumo y que eso sea una aspiración colectiva.
Que nadie pierda de vista que cuando arrancaron los llamados Operativos Conjuntos, en diciembre del 2006 en Michoacán, se dijo que las fuerzas federales pasarían a la primera fila en el combate al crimen como un trabajo de contención, de manera temporal. para dar tiempo a tener mejores policías en todo el país. Se ha registrado una omisión inadmisible. Los gobernadores, la mayoría de ellos, dejaron para después el fortalecimiento de las policías estatales que se volvieron, en mala hora, irrelevantes. Si los gobernadores no se comprometen al cien por ciento la seguridad no llegará a sus estados.