El mal existe. Osiel Cárdenas está de nuevo entre nosotros. Algunos ingenuos pensaron que nos habíamos librado de él para siempre, pero no. Volvió. Lo primero que hizo cuando ingresó otra vez a la cárcel de alta seguridad que está en Almoloya, en la que ya estuvo interno, fue declararse inocente de las acusaciones de narcotráfico que hay en su contra, lo que tiene su chispa de humor negro propia de los grandes villanos de la historia.
A Osiel se le conoce en el inframundo del narco como el “Mata Amigos”, se dice que era dado a la traición con tal de escalar en la pirámide del poder en el Cartel del Golfo que fue por años la banda hegemónica en Nuevo León, Coahuila y, claro, Tamaulipas.
Los expertos dicen que Osiel se empoderó porque les dio a las bandas colombianas de cocaína una vía terrestre para entrar a Estados Unidos, antes llegaban a Florida por el Atlántico, y porque aprovechó como nadie el aumento de tráfico comercial derivado de la puesta en marcha del TLC y que tenía a la frontera de Nuevo Laredo como epicentro de la entrada del polvo blanco a la costa este de Estados Unidos.
Nuevo Laredo era en consecuencia una plaza muy codiciada y el Cartel de Sinaloa hizo varios intentos por arrebatarle esa plaza a la banda de Osiel. Es este contexto, con pistoleros del Chapo y de los Beltrán Leyva pisándole los talones, fue cuando Osiel toma la decisión de formar a los Zetas, su guardia pretoriana, como la que cuidaba a los césares en el Imperio Romano, con un grupo de, se dice, 30 militares que formaron parte del Grupo Aeromóvil de Fuerzas Especiales del Ejército mexicano.
Con el tiempo ese grupo convirtió en la maquinaria más letal de la historia del crimen organizado, lo que es mucho decir. Los Zetas habían tenido adiestramiento militar del más alto nivel, con instructores de los Boinas Verdes e incluso del Ejército de Israel y por su fuera poco carecían de escrúpulos. Eran expertos en contrainsurgencia, pero también en explosivos.
Se dice que el teniente Arturo Guzmán fue el primer líder del grupo y lo por lo tanto era conocido como Z1. Él habría reclutado a otros compañeros del GAFE que a su vez cooptaron a otros hasta conformar un grupo de entre 250 o 300 elementos que adquirieron un poder enorme y se independizaron del Cartel del Golfo para crear su propia organización criminal.
La versión es que Osiel contactó a Guzmán en Ciudad Miguel Alemán, a orillas del Río Bravo. Le ofreció sumarse a su equipo como guardaespaldas. Cuenta la leyenda que los desertores del Ejército que terminarían formando los Zetas, se llevaron consigo el armamento bajo su custodia y equipo de comunicación y que era mucho más poderoso del armamento de sus rivales. Estamos hablando de los años 90.
Osiel fue un capo precoz, tenía apenas un poco más de 30 años cuando asumió el mando del Cartel del Golfo. Después de décadas haciendo el mal regresó a México y todavía no cumple los 60 años, por lo que puede pasar todavía muchos años en la cárcel o intentar reactivar su vida criminal. Estar en una cárcel de alta seguridad, nunca ha sido en México un impedimento para delinquir, con decirles que, de la cárcel del Altiplano, vigilada rigurosamente las 24 horas del día, el Chapo Guzmán se fugó en un túnel que desembocaba justo en su celda, qué raro, pero esa es otra historia.
El crimen organizado ha cambiado mucho en los últimos años. No está claro si Osiel sigue teniendo contactos válidos que lo ayuden a reactivarse. Los propios Zetas, su creación demoniaca, están reducidos a su mínima expresión. ¿Cómo recibirán la noticia del regreso de su antiguo patrón?