El país enfrentará el año próximo desafíos que pondrán a prueba el temple nacional. Habrá que demostrar de lo que estamos hechos. El primero de ellos ya tiene incluso fecha de arranque, el 20 de enero, cuando Donald Trump y su parvada de halcones regresen a la Casa Blanca. El republicano se perfila para ser el primer delincuente convicto que trabaje en el Despacho Oval.
En lugar de estar en prisión purgando condena por alguna de las muchas barbaridades que ha perpetrado, Trump se prepara para regresar a la Casa Blanca rechinando de limpio. Su victoria en la elección de noviembre lo exculpó de casi todos sus pecados. La democracia norteamericana muestra con Trump su cara más fea. Lo que decida Trump sobre México determinará el año 2025 y acaso varios años más. Hay quien dice que en realidad se trata de un perro que ladra pero que no muerde, lo que es un alarde de ingenuidad y México, con respecto a Trump, no puede ser ingenuo. Tiene que pensar mal y acertará.
Si Trump impone aranceles de 25 por ciento, malo. Si emprende una deportación masiva, peor. Si ordena acciones militares en suelo mexicano pues tendremos que recordar la letra del Himno Nacional, como ya lo dijo la presidenta Sheinbaum. México ya toma precauciones. La red consular que nuestro país tiene en Estados Unidos, con más de 50 oficinas en otras tantas ciudades, ya está sobre aviso. Se diseña un plan de defensa de los connacionales tanto jurídica como humanista.
México tiene que recibir de la mejor manera a los paisanos que sean deportados, lo que no queda claro es que se hará con los deportados de otras nacionalidades, porque tenemos muchos problemas y pocos recursos para también hacernos cargo de los migrantes de otros países que sean expulsados por Trump. El presidente electo ya se dijo dispuesto a usar al Ejército de su país para emprender la deportación que será compleja y carísima. Analistas experimentaos sostienen que no hay forma de deportar a millones de personas, es logísticamente inviable. Se deportarán a algunos miles para la foto, porque lo que Trump pretende es que sus electores vean que sí cumple sus ofertas de campaña, de modo que deportaciones habrá, falta saber de qué tamaño.
El amago de los aranceles es una apuesta peligrosa porque Trump no ha analizado que las economías de ambos países están hiperconectadas. Hay muchos productos que se fabrican en ambos lados de la frontera, de manera que los aranceles serían un balazo en el pie. Con respecto a las operaciones militares lo que se busca es un golpe de efecto, una acción que irrumpa en las primeras planas, y es factible que lo intente a través de grupos de fuerzas especiales, de nuevo para mostrar a sus electores que no le tiembla la mano. ¿México tiene capacidad de respuesta? Desde luego que sí. Lo que está prohibido es intimidarnos o doblarnos a las primeras de cambio. Hay que resistir para prevalecer.
En el ámbito interno hay desafíos igualmente apremiantes, como el de la seguridad. Se avanza, pero el costo, lo estamos viendo, será muy alto. En los últimos días soldados han muerto por las minas colocadas en caminos de Michoacán y un agente de la Secretaría de Seguridad fue ejecutado en Sinaloa, con Omar García Harfuch en Culiacán, lo que puso al descubierto que Omar se expone personalmente al operar sobre el terreno.
El nuevo gobierno, aunque no lo diga, ha cambiado la estrategia de seguridad del sexenio pasado y eso que se llamó “abrazos, no balazos” que ya nadie repite ni en voz baja. Esa estrategia provocó que las bandas criminales se empoderaran y tengan ahora capacidad máxima para desafiar a las fuerzas federales. Hay muchas plazas en disputa, pero Sinaloa es la más relevante por ser sede de bandas que trasladan fentanilo a Estados Unidos y que sería, por lo mismo, un sitio idóneo para que Trump mande a sus boinas verdes.
Por eso el gobierno está en una carrera contra el tiempo para entregar en charola de plata la cabeza de alguno de los Chapitos, de ser posible Iván Archivaldo para mostrar que no es necesario que los marines vengan, nosotros podemos con el paquete.
También en el ámbito interno el desafío político más claro es la elección de jueces y ministros para aterrizar la Reforma Judicial, era herencia de AMLO que busca asumir el control político del Poder Judicial, a un costo enorme pero que la 4T está dispuesta a pagar. No hay forma de que la elección salga bien. Saldrá a trompicones, pero será suficiente para que el oficialismo lo pondere como un logro histórico.
Hay además señales claras de implosión al interior de Morena. El origen del problema hay que buscarlo en el proceso interno del partido y la instrucción de López Obrador de darle a todos los que participaran y aceptaran los resultados colosales premios de consolación. El problema, lo hemos dicho, pero vale la pena repetirlo, es que las corcholatas derrotadas, comenzando por Adán Augusto y Monreal, no ven a Claudia como jefa política. No solo eso, ambos personajes tienen su propia agenda política personal que tarde o temprano chocará con la de la presidenta. Eso es inevitable.