Opinión

Los recuerdos del porvenir

No es por robarme facilonamente la gran frase titular de Elena Garro cuya mejor novela, por cierto, fue su propia vida, tristemente terminada entre libros nunca escritos y gatos meones en los rincones seniles; rencores de invierno y delirios de nobleza fracasada a la sombra de antiguas buganvilias de Cuernavaca, pero en verdad los tiempos corrientes en la vida mexicana –colmados de abusos absurdos y herencia irrefutable e indeclinable-- nos permiten apoyar la memoria en el futuro cercano, no sólo por su proximidad en este fin del año inicial del segundo nivel de la fraseología transformadora, piso superior cada vez más cerca de la altura celestial, sino por el asiento de las cosas venideras sobre los usos y costumbres del viejo régimen, ahora tan mal aplicados, tan rudimentariamente copiados y cumplidos con la disciplina del apóstol o apóstola, como se quiera; oficio sin rigor, imposición sin disimulo, ni recato o pudor porque nadie en la Cuarta Transformación podrá renegar de su fortuna, (y esta es también frase de Elena), porque les cantó el pajarito de la gloria o como los rancheros describían la prosperidad, ahora comemos con manteca y como quien nunca tuvo y ahora tiene –ya sea dinero a raudales o poder--, loco se quiere volver, en esta locura interminable, todo es posible: desbaratar instituciones para mal sustituirlas con copias como de mundo “Bizarro” tal inventaron Tom Peyer y el dibujante Kevin O’Neill para DC-Comics en el siglo pasado, con esos personajes perfectamente imperfectos, habitantes de un planeta cúbico llamado “Arreit”, donde todo quiere ser como la Tierra pero sucede fallidamente al revés, pues de esa manera funciona la lógica transformadora, cuyo principal error es la confusión entre cambiar y destruir, cuando siempre ha sido mejor modificar a partir de lo bien hecho, sin repetir los errores o hacerlos crecer; aprender la noble virtud de la rectificación en lugar del ahondamiento en la falla, la persistencia en el desacierto, el error disfrazado de redención ideológica, la máscara sobre el fracaso, la negación en contra de las evidencias, la maña, la discutible maniobra de “sacarle la vuelta” a las cosas en lugar de hacerles frente, resolverlas, así se trate de avances científicos en la tecnología genética de los vegetales o la ubicación de un aeropuerto, el humo del vapeo, la hora del reloj o el Horario de Dios o la disposición de Afores no reclamadas con 40 mil millones de pesos en los bolsillos de omnipresentes y progresivos programas sociales cuyo mayor beneficio y utilidad, todos lo sabemos, no es para quien recibe sino para quien otorga y entrega, porque todo ese desperdigar de dinero y más dinero nada más sirve para formar generaciones de votantes comprometidos desde la pobreza no resuelta cabalmente, con la gratitud gástrica, porque si alguna vez alguien dijo los opositores votan con el hígado, los suscriptores de los programas socio electorales votan con el estómago a veces llenito cada y cuando se les depositan sus haberes en los fondos inagotables del Bienestar, mientras la burocracia y la nueva clase política disfrutan los benéficos de la estructura gubernamental y viajan y mandan a sus hijos a estudiar a Londres como si aquí no hubiera flan y chocolate, tal y como hacían los nuevos ricos del antiguo priismo, del priato o del pianismo de hace todavía algunos años, millonarios gracias a la comalada sexenal, por eso muchos voltean banderas y se convierten, porque todos han visto su Damasco en Tabasco por lo menos y las cosas siguen como estaban y nadie puede negar la naturaleza de los actos públicos de este año especialmente en el lapso poselectoral: sacar a como diera lugar, rápido y con buena letra, las reformas constitucionales cuya conclusión el tiempo no permitió y sustituir la relección abierta por la puntual continuidad hasta convertir la Constitución de Canon Superior, señora de la ley, en manual de procedimientos, reglas menores, caprichos mayores, lo cual es lo mismo pero no es igual, de dueña y señora en fregona de patio, lo cual ni siquiera en este mundo bizarro de todos los días debería valer, pero todo se perdona y se vota porque está relacionado con la progresividad y ampliación de los programas de fomento electoral, y así ahora se establecen batallas para ver quien logra bajar el límite de las dichas dádivas y si antes se era viejo a los setenta, luego se decretó la ancianidad a los 65 años de edad y en tiempos reciente nos quedamos con los sesenta años femeninos y los opositores, para no quedarse atrás de Clara Brugada, ya de plano han querido competir con las mismas armas y hasta han propuesto una pensión un universal para darle a cada mexicano dinero por el discutible mérito de haber nacido y abultar la gigantesca presión demográfica contra cuya explosión jamás hicimos nada como no fuera engendrar los hombres y parir las mujeres –en esto del parto aún no hay paridad--, y darles pensión a las solteras o las abandonadas, en contra de aquel poetastro del siglo pasado, quien dijo, cómo me dan pena las abandonadas, pero ahora no dan pena, ahora reciben dinero para compensar la aleve conducta del seductor o el violador y bendita sea la ayuda, bien haya quien por ellas mire para no verlas; aunque de todos modos se les vea caminar por la vida arrastrando un niño y recordando (o maldiciendo) a un hombre, pero en fin las cosas ya son así y así seguirán por mucho tiempo, perduraremos en la contemplación de estos maestros del zarpazo, porque esta magna tribu de avorazados (acorazados) del poder y sus mayorías camarales algunas válidas; otras usurpadas con sobrerrepresentación parlamentaria, no van a dejarnos ni pabilo, ni santo, ni limosna porque la gula del poder, lo atrabiliario de su rusticidad, lo corriente de sus maniobras políticas en el Poder Judicial o las fiscalías; sin sabiduría previsora, como sus cambios constitucionales de frontera con lo grotesco donde lo mismo cabe la prohibición para los vapeadores con las leyes como trapeadores para frenar la mala dieta de un vástago presidencial adicto al humo del calentamiento global, muy global, pero eso debemos ver y desde ciertos ángulos lamentar aunque cada día haya menos inconformes, porque con el camino las calabazas se acomodan en la carreta y todos vamos en el mismo transporte y a todos nos va a llegar el porvenir, firmemente asentado en sus recuerdos mientras cada día hay más conversiones o traiciones y las oposiciones (pobre rima sin calzones), se quedan en la nulidad de sus rumias, porque aquí nadie se opone de verdad, todo pasa, todo se sabe y todo se tolera colmo el reciente asalto a los fondos del instituto de la vivienda obrera, donde los trabajadores son quienes llevan la vela más pequeña el entierro, en su entierro.

Una mujer con su tarjeta del bienestar
Pensión Bienestar Los adultos mayores de 65 años se pueden registrar para recibir su tarjeta del bienestar y recibir su pensión

--0--

Lo más relevante en México