Parece una discusión bizantina, pero no lo es. Hay mucho en juego en el asunto del reportaje del New York Times sobre la cocina de una casa en el centro de Culiacán, Sinaloa, en la que se fabrica fentanilo.
El gobierno mexicano dice que es falso, el diario de la gran manzana dice que es verdadero. El jaloneo puede seguir de manera indefinida. Bueno, corrijo, no de manera indefinida, porque el 20 de enero -ya no falta casi nada- Donald Trump regresará a la Casa Blanca y podría usar ese reportaje para fundamentar la decisión de una acción militar en suelo mexicano para destruir lugares donde se fabrica fentanilo, o para intentar eliminar a alguno de los jefes de las bandas que llevan esa droga a los Estados Unidos.
Eso, la fabricación de fentanilo en Sinaloa, y la batalla de matar o morir entre las dos fracciones del cartel son uno de los temas con lo que arranca el 2025 que, no se los digo por asustar, tiene mala cara. Va una nota para documentar la alerta. Por mucho menos que eso, me refiero al reportaje del NYT, la administración de George Bush tomó la decisión, avalada por la mayoría del pueblo norteamericano, de invadir Irak porque el gobierno de Sadam Hussein, juraron en falso, fabricaba armas de destrucción masiva.
Cuando la invasión se materializó quedó demostrado que eso de las armas de destrucción masiva era una burda mentira, un pretexto letal, pero para entonces eso ya era irrelevante porque los marines estaban en el terreno. El fentanilo es el arma de destrucción masiva de nuestros días. La diferencia es que es real, no una quimera. Mata 100 mil norteamericanos cada año, que son un montón. Para ilustrar basta recordar que en el ataque de las Torres Gemelas hubo 3 mil muertos.
La opinión pública norteamericana quiere que el gobierno de Trump haga algo contundente respecto al fentanilo y está dispuesta a respaldar cualquier aventura, sobre todo si el origen del problema no está en el oriente medio, sino en México, que es su vecino del sur. Estamos pared con pared. El año 2025 arranca, en consecuencia, con una batalla de narrativas que preparan el camino para la toma de decisiones militares.
Durante su campaña, Trump habló tanto del tema que él mismo se colocó entre la espada y la pared. Para mantener la efervescencia de sus seguidores tiene que dar un manotazo en el escritorio. El reportaje del NYT le será de enorme utilidad. Otros diarios importantes de la Unión Americana pueden en los próximos días publicar sus propias investigaciones para no quedarse atrás, lo que complicaría mucho más las cosas.
Un contra golpe efectivo sería que un periódico mexicano publicara un reportaje sobre cómo el fentanilo que se produce en México se distribuye en cuestión de horas en todos los condados de la Unión Americana. ¿Algún medio nacional lo hará? Las agencias de inteligencia del Gabinete de Seguridad mexicano pueden ayudar.
No se trata, repito, de sumarse a una discusión bizantina, de esas que no tienen conclusión, sino de clarificar la situación para comprender mejor el contexto en el que Trump comenzará a tomar decisiones dentro de dos semanas. El gobierno de Trump puede decir que tiene la ubicación exacta de algunas cocinas para atacarlas con drones artillados que muchas veces no le atinan al blanco. ¿Todavía hay tiempo para impedir una acción militar?
La oportunidad para retrasar cualquier ataque es que en estas dos semanas el gobierno mexicano el entregue al Tío Sam la cabeza de alguno de los jefes más mediáticos del narco, como Iván Archivaldo o el Mencho, quien dicen está muerto. Si nada pasa, el plan B es que el 20 de enero Dios nos coja confesados.