El Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) a través de su Departamento Académico de Economía, llevará a cabo el próximo viernes un seminario sobre las Perspectivas Económicas 2025.
Como ejercicio académico, no tiene ninguna importancia. Especialmente por su carácter escasamente profético. Prospectivo, le llaman; o sea, suponer un mundo distinto al verdadero especialmente a través del malabarismo con datos, cifras y estadísticas cuyo acomodo se da al gusto de cada ponente.
Lo interesante –o al menos llamativo--, de estos foros, como el de Davos, internacionalmente y otros de similar dimensión, es el contraste, el previsible choque de visiones y la alabanza o la condena política de cada uno de los oradores en el seminario, cuya labor, entre lo ceñudo y lo severo, siempre trata de probar la redondez de su cubo. Cada quién.
Y en este caso hay una buena dosis morbosa: escuchar al expresidente Ernesto Zedillo y a Marcelo Ebrard, secretario de Economía de CSP.
En el caso del primero, ya sabemos su manera de pensar en relación con el neosistema del cual Ebrard forma parte. Lo dijo en un inusualmente duro discurso ante la Asociación Internacional de Abogados apenas el pasado septiembre:
“…Nuestro Congreso Federal acaba de aprobar –y ha sido ratificado por una mayoría de Legislaturas estatales–, un conjunto de reformas constitucionales que destruirán el Poder Judicial y, con ello, enterrarán la democracia mexicana y lo que quede de su frágil Estado de Derecho…
“…Al argumentar a (en) favor de esta atrocidad en curso, sus perpetradores han hecho referencia falsa y perversa a la motivación, el contenido y los resultados de la reforma que emprendí en 1994…
“…esta condición clave (independencia entre los poderes y claridad en el, ejercicio público), ha venido siendo transgredida amplia, sistemática y agresivamente por el partido hoy en el gobierno y su jefe, el presidente de México… La primera línea de este ataque ha sido calumniar, insultar y amenazar tanto a la institución como a las personas elegidas para garantizar que el INE cumpla su misión constitucional… Esto es justo lo que busca la cuarta transformación: transformar nuestra democracia en tiranía”.
Ebrard, obviamente, no piensa así. Y si lo hiciera, no lo diría.
Pero la discrepancia política no es sólo ideológica (si la 4-T fuera una ideología). Se trata de un expresidente cuyos puntos de vista chocarán inevitablemente con los de un confeso aspirante a la presidencia, anhelo convertido en permanente condición; Ebrard, quien disputó y perdió la candidatura a la actual jefa del Estado.
Pero si de aquella contienda quedó despechado y ansioso, ahora en este foro se pone de pecho. De “pechito” dirían algunos porque él abrirá la sesión del ITAM, sin espacio para refutar las palabras posteriores de los demás y de Zedillo, quien tendrá --al cerrar el foro-- todo el tiempo y la oportunidad para zarandear a la 4-T con la virulencia de sus dichos anteriores.
Mediáticamente Marcelo no ha dicho una sola palabra, pero por el turno, ya perdió el lance. Zedillo no tiene nada por perder. Ebrard sí… poco a poco, la oportunidad del 2030.
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