Opinión

2025: Los desafíos por venir (II)

2025

En la Cratología anterior establecimos que el año que comienza implicará varias y muy importantes complejidades para nuestro país. En aquella ocasión, referíamos que el gobierno que encabeza la presidenta Claudia Sheinbaum tendría que sortear una serie de asuntos espinosos tanto en el ámbito doméstico como en el terreno internacional. Anunciábamos, también, que la propia sociedad viviría desafíos propios cuyas complejidades la forzarían a asumir actitudes distintas a las tradicionales para salir de la espiral en la que desde hace tiempo se encuentra y no profundizar una situación de crisis que dos extraordinarios pensadores, Jacobo Dayán y Javier Sicilia, han denominado como “el vaciamiento cultural de los valores de occidente”. Toca el turno, pues, a los retos y desafíos para la sociedad mexicana durante 2025.

Quizá por la profundidad con que se ha dado, pero también por los efectos negativos que genera, el mayor desafío que enfrentará la sociedad será el de superar la división en la que se encuentra, a la que en parte ha sido arrastrada por un discurso político polarizante y segregacionista promovido desde los espacios de poder político, pero en la que por desidia e indiferencia propias ha decidido estacionarse. Ricos y pobres, fachos y chairos, whitexicans y prietos, son algunos de los epítetos que de uno y otro lado se lanzan quienes asumen que las suyas son las únicas y absolutas verdades y realidades, descalificando a quienes no coinciden con su visión. Polarizados y divididos como nunca, los ciudadanos nos enfrentamos por creencias y preferencia, sin darnos cuenta de lo que nos identifica como mexicanos e impidiendo que luchemos por lo verdaderamente trascendente.

La pérdida de capacidad de indignación y sorpresa frente a lo inaudito – por injusto, torpe, absurdo, barbárico o atroz – ha generado entre la sociedad una especie de somnolencia, aturdimiento o indiferencia similar a la que provoca en los pacientes la anestesia. Ya no asombra, pero tampoco irrita, ser un país donde las personas “desaparecen”, la democracia se mancilla, la corrupción campea, la oligarquía muta de apellidos o la delincuencia manda. Pareciera que todo lo que hace algunos años hubiera provocado extrañeza, primero, e irritación, después, hoy es normal y forma parte del paisaje cotidiano. De seguir así, como la fábula de la rana y que se fue acostumbrando al agua cada vez más caliente, el día menos pensado estaremos nadando en una olla de agua hirviendo que nos condenará a un destino fatal.

La falta de solidaridad, empatía y sentido de comunidad han venido profundizándose en los últimos tiempos, en parte como consecuencia de las condiciones que hemos señalado en los párrafos anteriores. La sociedad de hoy existe como suma y amontonamiento de individuos, pero no como sistema articulado y funcional de intereses, causas, relaciones y objetivos. En muchos casos y múltiples ocasiones, la sociedad se ha fragmentado para dar paso a una atomización que nos hace partidarios del individualismo, la competencia, la envida, el egoísmo y el comportamiento endogámico. Me ayudo yo y, en el mejor de los casos, a quienes identifico como míos, olvidando al resto y dejando para mejor ocasión la construcción de lo colectivo. Si el barco se está hundiendo, sálvese quien pueda.

A estos desafíos propios de la sociedad, es necesario sumar aquellos que se darán como consecuencia de los retos que enfrentará el gobierno y de los que, desafortunadamente con gran probabilidad, no saldrá airoso, como aquellos relacionados con la economía y la seguridad. Menos ingreso en los hogares por aumento del desempleo y la escalada de precios, así como más violencia en las comunidades por acrecentamiento de la incapacidad institucional para procurar e impartir justicia se convertirán en factores que, si bien no dependen directamente de la sociedad, sino del gobierno, si tendrán incidencia negativa en aquella.

¿Es posible que una sociedad dividida, indiferente, apática y egoísta haga frente de manera exitosa a las consecuencias naturales de estos comportamientos y a los problemas adicionales provocados por las acciones u omisiones del gobierno? Se antoja más que difícil. O resolvemos la división a la que nos hemos dejado arrastrar, desterramos el conformismo y revertimos el individualismo, o 2025 nos llevará a un camino de muy oscuro destino. Apenas estamos a tiempo.

Profesor y titular de la DGACO, UNAM

Twitter: @JoaquinNarro

Correo electrónico: joaquin.narro@gmail.com

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