{No se trata de echar a perder la esperanza de nadie, pero tampoco de ser optimista sin causa, pero este país nuestro, tan atrasadito él, mas afanoso en negar su verdadera estatura (de niño y de dedal, como su Palacio decía RLV), brinca de plan en plan, de proyecto en proyecto, de dogma en dogma y no abandona su secular atraso de honroso exportador de maquilas y aguacates.
Hoy, cuando no se han rendido al silencio todavía los atronadores aplausos de la Plaza Mayor en fervoroso respaldo a la jefa de las instituciones, la señora presidenta (con A) de la República (también con A), desde el Palacio Nacional se nos presenta un plan paralelo, en el mejor de los casos, del otro Plan. México (PM), ser llama uno; Nacional de Desarrollo (PND) se nombra al otro.
¿Cuál es la diferencia entre ambos propósitos bien compendiados, avaluados, presentados y puestos a consideración de la historia?
Pues su forma de elaboración, para empezar. Si el PND es descendiente directo del Sistema Nacional de Planeación Democrático jurídico y constitucional desde el siglo pasado y por tanto enriquecido con aportaciones populares en foros cuya sabia coordinación ha quedado en manos de Jesús Ramírez Cuevas, con resultados hasta ahora no conocidos porque los foros no se realizan todavía, el segundo es un documento técnico, sin contribución ciudadana o popular; sin foros ni escenarios abiertos.
Este plan México tiene por objeto algo sencillo: modernizar al país a través de estos puntos:
1.-Estar en el “top 10” de las economías del mundo. Fortaleciendo el mercado interno y la participación internacional (pues mejor el “top 5”, ¿no?).
2.-Cien mil millones de dólares en Inversión Extranjera Directa (IED) anual.
3.-1.5 millones de empleos adicionales en manufactura especializada y en sectores estratégicos.
4.- Cincuenta por ciento de la proveeduría y el consumo nacional serán hechos en México en los sectores textil, calzado, mobiliario y juguetero (cerco al “Peligro amarillo”).
5.-Aumentar al menos 15% de contenido nacional en cadenas globales de valor en los sectores: automotriz, aeroespacial, electrónico, semiconductores, farmacéutico, químico, entre otros.
6.- Cincuenta por ciento de compras públicas serán de producción nacional. Las compras públicas serán una herramienta de desarrollo.
7.- Impulsar el desarrollo completo de procesos de fabricación farmacéutica (vacunas hechas en México, como la Patria anticovid); envasado local con énfasis en biotecnología avanzada.
8.- Reducir de 2.6 a 1 año el tiempo total para concretar una inversión: 50% menos trámites y requisitos, en una sola ventanilla única de inversiones digital.
9.- Ubicar a 150 mil profesionistas y técnicos anuales con formación continua alineada a sectores estratégicos y 100% de educación dual en media superior técnica.
10.- Lograr sostenibilidad ambiental empresarial, promover inversiones con prácticas ASG: reuso de agua, inversión en energía limpia con respaldo, sistemas de manejo de residuos sólidos y acciones de impacto comunitario.
11.- Aumentar 30% las pymes con acceso a financiamiento.
Ese plan tan lindo se nos debió ocurrir antes, verdad de Dios.
Entre las muchas cosas llamativas está lo relacionado con los cien mil millones de dólares en inversión extranjera directa. Quien venga a México a, poner esa masa de dinero será con una egoísta intención: ganar más billetes de preferencia verdes.
--¿Podrá el país garantizar la rentabilidad de esas inversiones foráneas?
Muchos han viso en la futura composición del Poder Judicial –tan vapuleado y dependiente--, un elemento para la desconfianza. Muchos se irán a otra parte y otros, sin decidirlo del todo, dirán esperemos un plazo cauteloso.
Otro campo de riesgo es el de la proveeduría nacional.
¿Quién les garantizará a los proveedores el oportuno pago de sus bienes o sus servicios? Si los van a tratar como Pemex a sus contratistas (por ejemplo) la cosa estará endeble, porque a fin de cuentas nos anuncian un nuevo capítulo del programa proteccionista de sustitución de importaciones tan en boga durante el siglo pasado.
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