Opinión

Regresan DEA, FBI, CIA, NSA…

Agentes de la DEA

Para evitar que fuerzas especiales del Ejército de EU realicen operaciones en territorio mexicano para capturar o eliminar narcos, la opción es llevar a cabo operaciones conjuntas. Marco Rubio, propuesto como secretario de Estado, abrió esa rendija y el gobierno mexicano de inmediato le tomó la palabra. Esto quiere decir que se abrirán las puertas para que elementos de diversas agencias norteamericanas, la DEA, pero no solo ella, trabajen con amplios márgenes de acción.

Suena mal, es verdad, pero es mucho menos grave comparado con la incursión, no consultada, de marines o el uso de drones artillados. Las agencias ya operan aquí, no hay lugar para la candidez, pero a partir de la toma de posesión de Trump, el próximo lunes, lo harán de manera más ruidosa y mediática. La idea es que la opinión pública de Estados Unidos perciba que hay mano dura.

Las agencias de seguridad gringas encarnan el caos con armas poderosas y artilugios de última generación. Suelen tener agendas diferentes, enemigos diferentes, aliados distintos, estrategias encontradas. El caso Irán-Contras es paradigmático, pero no es el único. Lo que la DEA combate en las mañanas, la CIA defiende en las noches.

Cabe recordar que en el secuestro, captura o entrega del Mayo Zambada, jefe del Cartel de Sinaloa, la DEA fue la última agencia gringa en enterarse. Lo encabezaron agentes del FBI y del DHS que le corrieron a la DEA la cortesía de decirle que no siguiera buscando al Mayo, si es que en verdad lo estaba buscando, que ya lo tenían detenido en territorio de Estados Unidos.

La presencia de la DEA en México se redujo a su mínima expresión después del caso del general Cienfuegos que fue detenido por agentes de migración en un aeropuerto de Los Ángeles por pedido de la agencia antinarcóticos. El caso de la DEA contra el ex secretario de Defensa fue un disparate colosal, de principiantes. Reflejaba ganas de ajustar cuentas y colgarse medallas para tener mejor presupuesto. Lo hicieron con torpeza supina. No había testigos, depósitos bancarios, videos, fotos, documentos, nada. Había un montón de mensajes de una red social entre un narco de segundo nivel y el secretario de la Defensa de un país soberano. A partir de ese lance el gobierno mexicano limitó al máximo la presencia de los agentes de esa oficina. Hizo bien, pero ahora las circunstancias son otras.

El triunfo de Donald Trump y su retórica antimexicana conforman un escenario en el que la presencia de la DEA es lo menos grave. Claro que será una molestia permanente, pero tendremos que lidiar con ella o atenernos a las consecuencias. Hay un nuevo juego y más nos vale ajustarnos lo más pronto posible.

Cuando Marco Rubio habló de cooperación no se refería al estatus actual, desde luego que no. Se refería a que el gobierno mexicano haga concesiones importantes. Un primer paso sería el regreso en bola de los agentes de la DEA, otro sería la autorización para que porten armas y hagan las detenciones que juzguen pertinentes. Desde luego que el gobierno mexicano pude decir que a eso no le entra, lo que acelerará la declaratoria de las bandas de narcos como grupos terroristas que es la cobertura legal que el gobierno de Tump está esperando para lanzar acciones militares, sin que todavía sepamos a qué escala.

Lo importante, me parece, es que haya conciencia de las cosas no serán como antes. Viene la sacudida.

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