Donald Trump ya levantó su carta: los aranceles contra México van en serio, no el primer día, como prometió, sino el 1 de febrero, como anunció el lunes por la noche, ya como presidente de Estados Unidos. Ahora le toca el turno al gobierno de Claudia Sheinbaum de mostrar sus propias cartas y tiene muy poco margen, apenas diez días, para responder al chantaje comercial, sin esperar a que el mandatario más proteccionista, radical y antimexicano de la era moderna entre en razón y decida dar marcha atrás.
Este martes, el líder de la bancada morenista, Ricardo Monreal, mostró una de las cartas con las que se podría hacer frente, pero sólo en caso de que Trump cumpla su amenaza e imponga en menos de dos semanas aranceles de un 15% a todas las importaciones mexicanas.
“Si los aranceles se aplican, tenemos que buscar una política recíproca de aplicación de aranceles, también para el maíz, para productos que se están importando de Estados Unidos, o sea, todos vamos a perder, pero tenemos que salir con una respuesta”, declaró.
Sin embargo, Sheinbaum prefiere usar otra carta, la diplomática, como disuadir a la nueva administración republicana que los aranceles a las importaciones mexicanas perjudicarían a la industria estadounidense, especialmente la automotriz, muy dependiente de refacciones hechas en México, por no hablar de cómo se dispararía la inflación por el sobreprecio de productos muy preciados por los estadounidenses, como el aguacate.
La presidenta anunció que ha encargado al canciller Juan Ramón de la Fuente una reunión de urgencia con Marco Rubio, una vez que juró este martes su cargo como secretario de Estado de EU. La semana pasada, tras escuchar al senador hispano decir ante el Senado que apuesta por la colaboración con el gobierno de México frente a la crisis migratoria y el narcotráfico, antes que recurrir a la mano dura, Sheinbaum declaró: “Le tomamos la palabra”.
Pero dejar todo a una conversación entre cancilleres o amenazar con aplicar en reciprocidad aranceles a EU es demasiado arriesgado, visto el despliegue de autoritarismo xenófobo (particularmente contra México) mostrado por Trump a golpe de decretos el primer día.
No se puede presumir, como dijo este martes Sheinbaum, de que bajo su mandato no ha llegado ninguna caravana de migrantes a la frontera con EU y, al mismo tiempo, permitir el paso a caravanas procedentes de Centroamérica. Tampoco sirve de mucho dos días de aparatosas redadas en comercios chinos del centro capitalino y no endurecer la vigilancia en los puertos del Pacífico mexicano para evitar la llegada masiva de mercancía barata china, que rompe la competencia leal del comercio local (y el estadounidense), o más grave, la llegada de precursores para elaborar fentanilo.
Pero no basta con mantener la cabeza fría, como aconsejó la presidenta ante las amenazas de Trump; hay que actuar ya y poner los logros sober la mesa, como hizo la PGR el mismo día de la investidura de Trump, cuando anunció la extradición a EU de dos mexicanos acusados de lavado de dinero para los cárteles del narcotráfico.
Con estos hechos hay que convencer a Trump para que no aplique sanciones y para demostrarle que México está dispuesto a debatir, de igual a igual, los puntos del T-MEC cuando llegue la hora de la revisión (en 2026), y a reforzar la colaboración en el combate a los cárteles, pero sin chantajes ni amenazas, y, como subrayó la presidenta, “cada uno en su territorio”.